El Tiempo me lo aduerme
El aire me lo siega
De AMOR PERDIDO (1933-1968)88
EL BESO
¿En qué océanos áureos y arrebatados me hallo?
¿En qué rompientes duras en qué surcos de fuego?
¿En qué cimas fugaces en qué abismos rugientes
me sostengo y me hundo me levanto y me pierdo?
El corazón al rojo
ha marcado certero
la huella perdurable
de este minuto intenso.
Olvidar Olvidar
Todo el Pasado muerto.
Sentirse florecer
el corazón y el cuerpo
y en una tierra virgen
¡resucitar de nuevo!
¿Qué puñales de luna qué dardos acerados
abren mi cuerpo frío y me penetran ciegos?
¿A qué vértigos puros a qué cuencas recónditas
a qué cielos efímeros a qué vastos incendios
hechizada y demente
me conduce tu beso?
FIDELIDAD
Inútiles
las palabras.
El viento
las esparce brutal en la distancia.
Sonido huero. Polvo
ceniza amarga
burdo artificio
senda trillada.
En el silencio unidas:
van tu alma y mi alma.
NOMBRE OLVIDADO
Trazó tu mano un nombre
sobre la arena:
las olas lo borraron
sin dejar huella.
Aquel florido amor
en la rama ligera
fruta suave tu boca
la devoró sedienta.
Años muertos
sobre mis hombros pesan.
Inútiles amargas
pasan las Primaveras.
Sueños muertos Sueños muertos
Alucinante cosecha.
Los ojos ciegos. Fría
la sangre en mis venas.
Sol de abril: ya no alumbras.
Sol de abril: no calientas.
¡Ay Dios mío qué joven
aquel nombre en la arena!
LO IMBORRABLE
Fue de verdad el deseo.
La ofrenda generosa
de mi cuerpo a tu cuerpo.
Verdad también el cielo
con sus golfos azules sus gavillas de fuego.
Verdad los altos bosques de los mástiles quietos
los pinos navegantes los campos marineros.
Verdad aquel minuto fúlgido alado eterno.
Trazo rojo en el mar. Gota de luz al viento.
DESESPERACIÓN
La palabra que arranqué
llena de un dulzor secreto.
El grito que persistió
en la guitarra del viento.
La corola que se abrió
en las ramas de tus dedos.
La llama viva que ardió
en lo más hondo del sueño.
El nudo rojo que até
tan estrecho tan estrecho
¡Ninguna huella! ¿Quién va
llorando por los senderos?
Amor perdido pasión
de mi espíritu y mi cuerpo:
¡con qué cruz cargas mis hombros
y en qué infinito desierto
me dejas crucificada
para siempre a tu silencio!
POR OPACAS GALERÍAS
Por opacas galerías
huyó alocada mi voz.
Fue el mar
quien me la robó
dejándola en una isla
de donde nunca volvió.
Se me perdió en las rompientes
y el viento la sepultó.
¿Qué herida mató su ímpetu?
¿Qué sueño la asesinó?
Venablo de luz hincado
lo dejé en tu corazón.
Luego dormí noches lóbregas
y ardí en cráteres de horror.
Buscándote en cada cuerpo
viví maldiciendo a Dios.
Algo palpitante cálido
pudría lejos al sol
¡Ay mi voz estrangulada
que dejó de ser mi voz!
FUSIÓN
Me persigues ¡oh sombra!
con obstinación fría.
Atándome los puños
segándome la risa
parándome la sangre
y el pulso de la vida.
A tu viento tenaz
dócilmente me inclinas.
Te prolongas en mí
penetrando furtiva
mis silencios de yedra
mis murallas erguidas.
Ya mi voz no es mi voz
ni la tristeza es mía
ni sé ya qué raíz
está ardiendo en mi herida.
Suspendida en el Tiempo
sobre enjambre de cimas
de mareas nocturnas
de selvas abatidas
emigro ineluctable
como un agua suicida
al desierto angustiado
de tu alma sin orillas.
INDESTRUCTIBLE
Tan sólo a ti te quise con dolor
con un dolor tan hondo
que me dejaba desgarrado el cuerpo
apagados los ojos
la frente taciturna
la boca amordazada:
¡Tú como un garfio agudo
clavado en las entrañas!
Todo lo demás: humo.
Soledad. Espejismo.
Tan sólo a ti quise con dolor:
por eso no te olvido.
CEGUERA
Yo no podía saber
que tu corazón y el mío
eran dos llamas gemelas
de un solo y mismo delirio.
Tus navíos en mis mares
encontraban su camino.
A mis noches sucedían
tus albas de cielo ardido.
En cada nudo de sangre
golpeaban dos latidos.
De mi voz: nacía el Sueño.
De tu sueño: mi destino.
Yo no podía saber
de nuestros ojos cautivos
de nuestras manos trenzadas
de nuestro calor fundido.
En mis moradas vivías
en mi cielo en mis abismos
en mis presencias oscuras
en mis mármoles de olvido.
Te morías en mis muertes.
Renacías en mis gritos.
De tu vivir mutilado
de esta muerte que agonizo
solamente Dios sabrá
lo que fue tuyo y fue mío.
Yo no podía saber
Corazón: perdón te pido.
RENCOR
On a peine à haïr ce quon a tant aimé 89.
Corneille
Cuánta piedra nocturna
cuántas sordas arenas
cuántos pozos transidos
cuántas auroras muertas
cuántos muros de espanto
cuánta agonía lenta
cuánto peso de sombras
cuánta ceniza espesa
sobre tu alma desnuda
sobre tu boca hambrienta
sobre tu ávido cuerpo
sobre tu sangre yerta.
¡Y aún persistes! Hurgando
con tozuda demencia
subterráneos obscuros
y galerías ciegas
vas abriendo tus cardos
tus orquídeas perversas
tus garfios acerados
tus manos de tiniebla.
¿Qué volcanes feroces
qué bárbaras tormentas
qué azadones rabiosos
qué sañudas piquetas
qué mordazas de olvido
qué losas justicieras
conseguirán al fin
hundirte bajo tierra?
EL DESEO
Noche
de insomnio negro.
Sobre un talud de cardos
crispada me recuesto.
En cada pliegue blando
recóndito del lecho:
una espina de miel
un cuchillo de fuego.