Escaleras encendidas:
van las ristras de mazorcas
trepando pared arriba.
Las redes del pescador
celosías de los peces
secan crujientes al sol.
La calle tiene un final
final de todas las calles:
el muro azul de la mar.
EL MAR
De día: planicie azul
cabrilleante adormecida
con un friso de alas blancas
impalpable en sus orillas.
De noche: metal bruñido.
Desierto fosforescente.
Las barcas se van sonámbulas
a pescar peces de nieve.
LIMONARES
Limonares de la isla:
con sus pomas de oro pálido
columpiándose en la brisa.
Núbiles senos pulidos
de tibia cera olorosa
perfumando los caminos.
Frutos rubios. Llamas breves:
¡mira que te mira el mar
entre el enrejado verde!
DÉJAME
Déjame con el sol
que achicharra el olivo.
Con la arisca chumbera
con el oro del trigo.
Amo las cabelleras
crespas de los tomillos
los naranjos de púrpura
los cipreses dormidos.
¿Para qué me reclamas
bajo tu cielo frío?
¡Nada como esta luz
y este mar encendidos!
MARÍA DEL MAR
Piel aceitunada.
Viva sanguijuela.
Mariposa bruna
de las rastrojeras.
Delfín plateado.
Ardilla ligera.
Saltamontes negro.
Campana de fiesta.
Sobre el polvo tórrido
de las carreteras
siembras caracolas
y astros de salmuera.
Junto al tosco lecho
de tu barca vieja
te mecen las brisas
las altas mareas.
Susurran canciones
hermosas sirenas
toditas las noches
para que te duermas
PUERTO DE ALCUDIA86
Era una larga terraza
vestida de claridad.
Eran dos montañas negras
ocho barcas y un cañar.
Una ruta navegante
con un puerto sin fanal
como laguna dormida
bajo el fulgor estelar.
Y era un áspero perfume
ramo de brea y sal
y una ventana en la noche
abierta a la inmensidad
con dos sombras desveladas
que contemplaban el mar.
Y era abril:
y nada más.
De PAÍS DE LA AUSENCIA (1938-1940)87
CASTILLA
Planicie dilatada. Estameña gigante.
Mar solidificado. Tremenda paramera.
Un cielo incandescente mira surgir las llamas
de las costras calizas y los montes de piedra.
Desmesurado plano de trazos minerales
devorado de luz implacable violenta.
El polvo ardiente y gris de ceniza y de plomo
cubre con su sudario las estepas desiertas.
Ni pájaros ni árboles. Allá en la lejanía
unos ralos cabezos de color violeta.
El sol cárdeno anega la sangre fatigada
la llanura infinita petrificada muerta.
Desolación. Silencio. Soledad absoluta.
No hay hombres que se atrevan a tocar esta tierra.
Cuando llega la noche un gavilán arrastra
por los yermos su sombra pavorosa y siniestra.
SEVILLA
Dos de la tarde:
sopor.
Las callejuelas se estrechan
para guardarse del sol.
Transpira el rojo botijo.
Suda sangre el labrador.
Soledad. Silencio. Siesta.
Persianas. Ventilador.
Un clavel de grana viva
está quemando el balcón.
PIRINEOS
Alba. Olor a establos tibios
de fogatas de sarmientos.
Tiembla en el cielo de nácar
un deslumbrante lucero.
Cruje el cristal de la escarcha
bajo mi pie en el sendero.
En el aire frío y blanco
se despereza un almendro.
VOZ PERDIDA
Mi voz se me ha perdido en las esquinas
del aire y del olvido.
En un sueño mohoso
sin salir de mí vivo.
Es otra la que impávida
recorre los caminos.
La que abre y cierra puertas
e interpreta los signos.
Estrangulé la luz en una trenza
de días consumidos.
El corazón en un país azul
lo enterré sin un grito.
Puertos y litorales
me esperan compasivos.
Regazos fraternales
y nombres sin sentido.
Mientras resbalo sola
con un temblor de río
los yunques de mis ecos
en herrumbre dormidos
golpean el silencio
con sus negros martillos.
Dolor de mi voz muerta
entre el arrebatado clamor de los vivos.
La voz que se ha perdido en las esquinas
del aire y del olvido.
OBSESIONANTE RECUERDO
La noche verde de luna
corriendo por los olivos
me perseguía en un sueño
de nostalgia y de delirio.
Rutas de almagre escapaban
entre el maíz y los grillos.
Viento salado venía
del mar crinado y mecido.
Almendros me florecían
entre los dedos cautivos.
Palmas de luz me rozaban
con sus lentos abanicos.
En su cuenca de blancura
arcos y torres dormidos
aprisionaban un cielo
trémulo de azul y brillos.
La noche verde de luna
de vegas pastos y ríos
se tropezaba en las pitas
y se moría en los pinos.
Cuatro pichones de cal
cuatro arcángeles furtivos
abandonaron un alba
temblorosa en los caminos.
¿Adónde iré con mi Sueño
si en él ya me he confundido?
Llama que encienda al pasar
resplandor de azogue vivo
silencio de ciprés grave
blandura de gamo herido:
me los dio un país lejano
que sin cesar resucito.
RESIGNACIÓN
Una amargura honda
Un sueño de algas muertas
¿Qué arenas recubrieron
la herida que no cierra?
No me digáis el nombre
de mi tortura cierta.
Ese nombre que hincó
sus raíces secretas
y me dejó por siempre
mutilada y sin fuerza.
Perdiéronlo las rutas
por las que huí sin tregua.
Mares me lo anegaron.
Sepultáronlo tierras.
Cenizas apagaron
la lumbre de sus huellas
y un viento solapado
me lo arrancó con pena.
Albergue me habéis dado
y otra voz más ligera
y otros cielos clementes
y otras heridas nuevas.
Pero este nombre claro
que no pronuncio apenas
no lo resucitéis
voces de mis tormentas
peso de mis silencios
sed de mi boca yerta.
Dejádmelo perdido.
arpón entre la niebla.
El Tiempo me lo aduerme