Ana María Martínez Sagi - La voz sola стр 21.

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UN CAMINO

Hay un sendero en mi vida

donde no brillan luceros,

lleno está de desventuras

de fracasos y silencios.

De inquietudes y renuncias,

de nostalgias y misterios;

de deseos no logrados,

de añoranzas y secretos.

De pesares y negruras,

de tinieblas y desvelos;

de alegrías imposibles,

de profundos desalientos.

Hay un sendero en mi vida

donde no brillan luceros

¡Qué triste y sombrío eres

camino de los recuerdos!...

INEXORABLE

Es ley fatal. Tras la risa se esconde

la amargura cruel y lacerante.

El encanto que urdió la alba mañana

se nubló con las sombras de la tarde.

De las bellas quimeras y esperanzas,

de los sueños felices e inefables,

nos despierta implacable, hosca y dura,

la verdad siempre cruda y miserable.

Tras el logro y la conquista, la renuncia.

Tras la fe, las hondas dudas torturantes.

Tras el goce y el amor, el desencanto

infinito y el hastío de la carne.

Pagamos las falaces alegrías

y los pobres placeres tan fugaces

con lágrimas de hiel, de sangre y fuego.

Lo sabemos, dolor. Pero no obstante

TARDE GRIS

Soy tuya como siempre. No sufras, no te inquietes,

que aun cuando esté muy triste no me ha ocurrido nada.

Me ves tan taciturna porque hoy me martirizan,

como ágiles cilicios, los sueños en el alma.

Hay días en que sufro todo el agobio intenso,

todo el dolor amargo de mis pobres hermanas;

las que ocultan, estoicas, la angustia de su vida,

la huella de su herida y el frío de sus lágrimas.

Hoy me da pena todo: los árboles desnudos,

la calle solitaria, la tarde tan callada,

los sollozos del viento que pasa enloquecido,

la canción melancólica de la fuente lejana.

La feliz inocencia de aquel niño que ríe,

la pureza inefable de sus pupilas claras,

la belleza infinita de su corazón limpio

que ha de saber tan pronto todas las cosas malas.

Amado: no te acerques, no beses hoy mis labios.

Será inútil tu ruego, y tus caricias vanas.

Déjame sin protestas con mi dolor a solas

y aléjate en silencio sin preguntarme nada

SOY UN ALMA CANSADA

Soy un alma cansada que vive sollozando,

soy un astro lejano que ha tiempo que no brilla,

soy un arca cerrada, soy una luz que muere,

soy una tierra estéril sin frutos y sin brisas.

Soy un verso no escrito, soy un hondo sollozo,

soy una extraña esfinge de frente pensativa;

soy un sueño poblado de visiones de angustia,

soy un beso sin fuego, soy un cuerpo sin vida

Si me encuentras, viajero, no te acerques, aun cuando

te seduzca el misterio de mis claras pupilas.

Yo sabría quererte como no te han querido,

guardo un caudal oculto de ternura infinita

Pero no te detengas Déjame en el camino,

derrotada y doliente, solitaria y vencida

Y aunque llore en silencio, no te importe. ¡Huye lejos!

Soy una mujer triste, sin cantos y sin risas

De INQUIETUD (1932)

CONVALESCENCIA

He salido a ver el cielo

en esta mañana clara,

mañana de risa en flor

jubilosa y perfumada.

He salido a ver el cielo:

iba yo un poco más pálida,

con más paz en las pupilas

y más reposo en el alma.

Mis anhelos se esfumaron,

y mi inquietud, y mis ansias.

Nada en mí, sino la sangre,

nueva vida, rica savia

que corría por mis venas,

y la mañanita clara.

¡Ah qué gusto oír de nuevo

el canto de la fontana,

y el del viento entre la fronda,

cuando una aurora de calma

aduerme las inquietudes

y alumbra las esperanzas!

Cielo de Mayo, orgulloso

de su túnica azulada,

con encajes y arabescos,

encajes de nubes blancas.

Cielo de Mayo, que hoy tiene

más luz para mis miradas.

Mar de seda, fina fina,

rosa azul abierta en llamas,

¡de tantos días sin verte

con qué pena te añoraba!

Verdes mieses ondulantes

pan bendito de mañana.

Senderos de oro, pinares,

montes, sierras, valles, playas:

¡que vuestra alegría viva,

cante, feliz y admirada,

la canción fresca y fecunda

de esta mañanita clara!

De esta mañana en que yo,

tras de una ausencia muy larga,

he salido a ver el cielo

más serena y más pálida75

CANSANCIO

No me habléis más. Estoy cansada

de tanta palabra huera.

Quiero vivir así, olvidada,

de espaldas a la Quimera.

No me habléis más. Si mis labios sonrieron,

hoy los sella un cansancio de muerte.

Vuestras torpes palabras de nada me sirvieron:

tengo el alma inerte.

Ansío quietud y reposo. Callad.

Dadme la paz buena de vuestro mutismo

y el consuelo íntimo de mi soledad.

Todas las palabras me son dolorosas,

mi único anhelo

es el de alejarme, mis alas inquietas

tienen sed de cielo.

Callad, os lo ruego. No me han conmovido

nunca vuestras frases: ni ahora ni antaño.

Me pareció siempre insufrible el ruido

de tanta palabra vestida de engaño.

Vuestras voces broncas zumbido incesante

de abejorros negros, ¡qué malas han sido!

Cuanto más sufría, más mortificantes

me eran los consuelos que nunca he pedido.

Tengo la altivez de no haber suplicado

jamás. Soy valiente y el dolor resisto.

¡Con qué sentida tristeza he llorado

y nadie me ha visto!

Sólo queda intacto mi amor infinito

para tu recuerdo, que aún reverencio.76

Tú, a quien llamaría, eres sordo a mi grito.

Callad, pues. Silencio silencio silencio77

MI DERROTA

¡Me tenías tan cerca! ¡Me tenías tan cerca,

y nunca me llamaste! Yo sigo altiva y sola

por mi ruta sombría, sin proferir un grito,

altanera y erguida, pero el alma me llora

¡Oh, tu voz que me sigue! Imán irresistible

que me atrae y me vence. Llamada poderosa

que me deja en suspenso, sin un solo latido.

Tu voz: claridad viva, melodía en la fronda.

¡Cómo te hubiera amado! Con qué solicitud

habría serenado la inquietud de tus horas.

Esclava apasionada de todos tus deseos,

siempre amante y rendida, y sumisa y dichosa.

Pero no lo has querido Pero no lo has querido78

Pasaste junto a mí y enmudeció tu boca.

Yo seguí por mi ruta, sin proferir un grito.

¡Entre tus manos pálidas mi vida quedó rota!79

ELISABETH MULDER

Mujer-esfinge,

misteriosa, enigmática, compleja.

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