Deseamos expresar nuestra gratitud a Arturo Muñoz, sobrino nieto de Ana María, por su siempre generosa colaboración. También a Iñaqui y, muy especialmente, a mi abnegado padre, que me han ayudado en la transcripción de los artículos y poemas seleccionados. Mi amada Cárcaba se ha resignado a convivir con Ana María durante todos estos años, aguantado mis lucubraciones sobre los misterios que jalonan su existencia. Xavier Juncosa me proporcionó muchas iluminadoras pistas sobre la Ana María de las postrimerías. Elvira Altes Rufias, gran conocedora de las autoras catalanas de la época, orientó mis pasos hacia la reportera bélica que estrenaba sus armas en agosto de 1936. Alberto Serrano y, muy especialmente, Amadeo Barceló me ayudaron a dilucidar la estancia en Caspe de Ana María y su participación en Nuevo Aragón. José Luis Hernández fue mi diligente hilo de Ariadna en el llamado Centro Documental de la Memoria Histórica de Salamanca. Eugenia Lalanza me brindó todas las pistas en mis búsquedas en el Archivo Municipal de Barcelona. No puedo olvidarme tampoco del amabilísimo personal del Archivo Histórico de la Ciudad de Barcelona, ni tampoco de la afectuosa Carmen Alcalde, que me ayudó a descifrar los aspectos más recónditos de la personalidad de Ana María. Y, en fin, quiero reconocer los desvelos de Francisco Javier Expósito Lorenzo, responsable literario de la colección Obra Fundamental, que apostó paladinamente por la recuperación de nuestra autora.
Madrid, diciembre de 2018.
1 Las esquinas del aire. (En busca de Ana María Martínez Sagi) fue publicado por Planeta, en su colección Autores Españoles e Iberoamericanos, en marzo de 2000.
2 El acta de la inscripción se halla en el folio 170, tomo primero, de la sección primera del Registro Civil del Distrito de la Audiencia de Barcelona, año 1907. En julio de 1932, Ana María solicitaría un certificado de nacimiento, cumpliendo con los requisitos que se le exigían para poder presentarse a unas oposiciones convocadas por el Ayuntamiento de Barcelona. En el certificado se nos especifica que el nombre completo con el que sus padres deseaban bautizarla era «Ana Francisca María».
3 Emilio Sagi Barba (1876-1949) fue uno de los más famosos intérpretes de zarzuela de las primeras décadas del siglo xx. Estrenó algunos de los éxitos más resonantes del género chico, entre otros La del Soto del Parral o Luisa Fernanda. Casado en primeras nupcias con la bailarina Concepción Liñán, fue padre de Emilio Sagi Liñán (1900-1951), extremo izquierdo del Fútbol Club Barcelona, así como del también afamado barítono Luis Sagi Vela (1914-2013), fruto de su segundo matrimonio con la soprano valenciana Luisa Vela. Entre sus nietos ilustres se cuentan los baloncestistas José Luis y Gonzalo Sagi-Vela, así como el director de escena Emilio Sagi, que prosigue la tradición musical de la familia.
4 María Josefa Martínez Sagi (1899-1959), que llegaría a ser una considerable pianista (gracias, en parte, al empeño de su madre, que la obligaba a ejercitarse sin descanso ante el teclado), se casaría con el colombiano Jorge Arturo Muñoz Currea, quien hasta enero de 1941 ejerció como secretario del consulado general de Colombia en Barcelona, salvando durante la Guerra Civil la vida a muchos sacerdotes y monjas sudamericanos, a quienes suministraba salvoconductos para abandonar el país, haciéndolos pasar por personas que nada tenían que ver con instituciones católicas.
5 Armando Martínez Sagi (1906-1997) es todavía el debutante y goleador más precoz en la historia del Fútbol Club Barcelona, cuya camiseta vistió con apenas catorce años y seis meses, aunque a la postre sólo jugase catorce partidos oficiales. También jugaría en otros equipos menores, como el Club Esportiu Júpiter, del barrio de Poblenou, o en el Alfonso XIII Fútbol Club (luego Real Club Deportivo Mallorca), donde colgaría las botas en 1929, después de hacerse con un campeonato de Baleares. Paralelamente practicó otras disciplinas deportivas, como el tenis, formando pareja de dobles mixtos con su hermana Ana María. Alcanzaría la fama, sin embargo, jugando al billar, que se amoldaba como ningún otro deporte a su temperamento bohemio. Llegó a ser un auténtico malabarista de los tacos y las bolas, hasta el extremo de proclamarse en 1932 campeón del mundo en la ciudad de Lille, en la modalidad de «fantasía clásica». Ana María siempre le tributó gran admiración, como se prueba en el reportaje que publicó (firmando sólo con las iniciales: A. M. S.) en la revista Crónica el 20 de enero de 1935. Más o menos por aquellas fechas, Armando abandonó inopinadamente a su mujer y a sus hijos para escapar al Uruguay, tal vez huyendo del servicio militar, aunque lo más probable es que lo hiciese en combinación con alguna amante clandestina. Su familia (y muy especialmente Consuelo Sagi, su madre) nunca se lo perdonaría. Armando murió el 11 de julio de 1997 en un centro hospitalario de Montevideo. No me consta que su hermana Ana María llegase a saberlo.
6 Esta relación conflictiva se agudizaría tras la vuelta del exilio de Ana María. En Las esquinas del aire, donde no designo a Berta por su nombre, reproduzco una terrible carta que nuestra autora dirigió a su hermana pequeña, recién instalada en Barcelona, en la que se lanzan los más agrios reproches.
7 Esta fue la expresión exacta empleada por la autora en las confidencias que me hizo. En efecto, en aquellos años, la clase alta catalana procuraba que la formación de sus vástagos fuese en castellano y francés.
8 Sobre la relación de Ana María Martínez Sagi con esta niñera, que queda plasmada en algunos pasajes de sus inéditas Andanzas de la memoria, recomendamos la lectura de nuestro libro Las esquinas del aire, en cuya segunda parte se recogen muchos testimonios personales de nuestra autora.
9 La amistad con el pintor Miquel Farré (1901-1978) la mantendrá durante muchos años, aunque el idilio nunca cuajase. Muchos años más tarde, será el ilustrador y portadista de su segundo libro, Inquietud.
10 Mario Arnold (1904-1962) se llamaba en realidad José García. De familia muy humilde, tras emigrar a Puerto Rico se convirtió en una de las figuras más características de la bohemia madrileña, llegando a firmar alguna obra teatral en colaboración con el legendario Armando Buscarini. Cultivó casi todos los géneros, reincidiendo sobre todo en la poesía; y publicó una interesante novela titulada La ciudad es mía (1937), en la que evoca su juventud desdichada. Durante la Guerra Civil ejerció el periodismo, muy entregado a la causa republicana. Tras una estancia en prisión, se exilia en Caracas, donde se ganará la vida como cronista cinematográfico y letrista de pasodobles. A los interesados en su figura recomendamos la lectura de la semblanza «Mario Arnold, cazador de luceros», incluida en nuestro libro Desgarrados y excéntricos (Seix Barral, Barcelona, 2001).
11 Alfredo Pallardó y Bestard de la Torre (1855-1929), impresor de oficio, se inició en el oficio periodístico en Madrid, después de viajar por Europa y América. En 1905 fija su residencia en Barcelona, donde funda la revista Juventud Ilustrada, para incorporarse más tarde a la redacción de Las Noticias, cuyo «Suplemento Femenino» dirigió hasta su muerte. Escribió diversas obras teatrales, a veces con seudónimo, entre las que destacan Los misterios de Barcelona (1915) y Lo marit de la meva dona (1921).