Amy Blankenship - Una Luz En El Corazón De Las Tinieblas стр 24.

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Suki se adelantó hacia Kotaro tomándolo de su camisa y confirmó sus sospechas. – ¡Un hombre se la llevó hace unos diez minutos, tienes que encontrarla! – Sus ojos se llenaron de lágrimas mientras le hablaba. – ¡No podemos encontrarla por ninguna parte!

Aún sin estar listo para devolverle a Suki su libertad, Shinbe la jaló de su mano estrellándola contra su pecho. Envolvió sus brazos alrededor de ella como si fuera un tambor metálico de Trinidad y Tobago. Mirando a Kotaro añadió: – Alguna “cosa” se la llevó de aquí.

Shinbe miró a la silueta temblorosa de Suki y trató de tranquilizarla. Ella nunca le dejaría hacer lo que él quería hacer sin discutir. – Te prometo que la encontraremos –, con su promesa hecha, miró hacia arriba de nuevo para hablar con Kotaro una vez más, pero el guardia de seguridad ya se había ido.

– ¿A… a dónde se fue? – tartamudeó Shinbe mirando alrededor sin encontrar rastro del guardia de seguridad. Sacudió su cabeza y suspiró. Había visto suficiente mierda extraña por una noche.

Saliendo de su perdido estado de desesperanza, Suki resopló molesta. – Más le vale encontrar a Kyoko… o tendré pinchos de Kotaro para la cena… – Arrastrando a Shinbe detrás de ella como si de repente hubiesen intercambiado roles añadió: – Mi auto, ahora, ¡vamos!

Shinbe miró alrededor del estacionamiento como si recordara algo importante de repente. – Hablando de autos… falta el de Toya.

Capítulo 6

Hyakuhei recostó al joven que había escogido para que se convirtiera en uno de sus hijos en una habitación oscura encima de los sonidos del club. Quitando el suave cabello marrón de sus ojos cerrados, aún podía oler el aroma de la chica que permanecía en la piel del chico. “Tasuki”, había escuchado a los otros llamarle.

– Bueno, Tasuki, cuando despiertes, tendrás un regalo más valioso de mi parte… el regalo de la vida eterna –. Dio una sonrisa comprensiva como si le hablara a un niño. – Pero entenderás que… esa vida es mía.

Los ojos de Hyakuhei titilaron rojos al sentir que uno de sus hijos lo llamaba. No le gustaba ser perturbado durante la espera de un despertar, pero uno de sus favoritos lo había solicitado. A sabiendas de que el subordinado nunca lo llamaría a menos que fuera importante, respondió a su solicitud.

Mirando una vez más al chico que había convertido, el cuerpo de Hyakuhei brilló y desapareció, dejando a Tasuki solo dentro de los confines de la habitación cerrada.

*****

Yohji podía sentir los pinchazos de dolor forzándolo a la consciencia. Dios, todo le dolía. Lentamente recordó lo que había pasado y por qué ahora se sentía tan mal. Se había topado con Kyoko y había decidido jugar con ella cuando el estúpido guardia de seguridad había aparecido.

¿Cómo alguien puede ser tan fuerte? Cuando había intentado pelear de vuelta, no había tenido oportunidad alguna. Era como si hubiese intentado ir contra una manada de lobos y ahora estaba sufriendo severamente por sus esfuerzos.


Finalmente atreviéndose a abrir los ojos, se sorprendió de ver a un chico de pie ahí… mirándolo. Parecía tener más o menos 12 años y hubiese sido etiquetado como albino si sus ojos no hubiesen sido tan negros y vacíos.

Atraído por el olor de sangre fresca, Yuuhi apareció junto al chico herido. Mirándolo de cerca, estuvo de pie tan quieto como una estatua, tocándolo brevemente con su aura antes de asentir una vez. El chico tenía la corrupción de la maldad dentro de él, pero había un aroma de pureza que colgaba de su energía negativa.

Los remanentes de energía pura parecían estar vivos con un poder que no moriría. “Inesperado…”

Mientras los ojos del muchacho herido se abrían, Yuuhi susurró suavemente. – Padre, ha tocado a la pura… su energía aún está allí, atacando su… – los colmillos del niño resplandecieron en una sonrisa de burla. – ¿Nos lo quedamos?

Los ojos de Yohji se entrecerraron ante las palabras extrañas del chico, luego miró alrededor buscando a quien quiera que fuera con quien el niño hablaba, solo para ver un hombre siniestro cubierto de negro salir de las sombras a la luz borrosa del callejón. Era alto y emitía poder de su silueta como si fuera una deidad vengadora.

Los ojos llenos de miedo de Yohji se abrieron como platos, entrelazando con ojos que eran rojo sangre y esta vez definitivamente vio colmillos. Presionó su cuerpo abusado contra la pared. Nunca tendría oportunidad si trataba de correr en el estado en el que estaba.

Hyakuhei miró abajo al joven que había acosado a la chica y que ahora consideraba suyo. Este chico se atrevió a tocarla y ahora pagaría por su insolencia. Inhaló… oliendo restos del lobo que ya lo había golpeado severamente y sus ojos de medianoche se entrecerraron en rajas. ¡Kotaro había estado aquí!

¡Cómo se atrevía Kotaro a interferir en esto! ¿Era él la razón por la cual la chica había desaparecido de repente sin dejar rastro? Hyakuhei gruñó al solo pensar en que el Lycan estuviera tan cerca del Corazón de Cristal del Guardián y la chica una vez más. Solo porque la chica lo había escogido no la hacía realmente suya. Nunca había sido decisión de la chica… ¿es que no había aprendido su lección en el pasado?

Había pensado que había matado a la vil creatura junto con Toya años atrás por atreverse a hacerle frente y tratar de proteger a la chica de su posesión. “No importa”, los pensamientos de Hyakuhei se volvieron melancólicos por un momento, “una vez pusiste en mi contra a Toya y a la Sacerdotisa, Kotaro… y mira lo que me haces hacer”.

Una sombra de pena cruzó su expresión al pensar en el pasado. Si Toya no hubiera intentado volverse un Guardián para la Sacerdotisa y alejar a Kyou de él… Toya no estaría en el inframundo ahora sino aquí, a su lado, junto con el hermoso Kyou. El culpable de alimentar a Toya con mentiras erróneas era Kotaro.

Kotaro también era quien había advertido a la Sacerdotisa de su verdadera intención. Era extraño cómo el tiempo podía deformar las mentiras que se habían dicho.

– Así que, Kotaro… – susurró –…la has encontrado de nuevo.

Fue traído al presente por el gimoteo que provino del chico agachado contra la pared. Necesitaría más de un nuevo recluta para encontrar a su Sacerdotisa perdida si Kotaro también estaba con ella. Hyakuhei la quería y la tendría.

Planeaba reclamarla con la ayuda del imbécil que había pensado contaminarla. La corrupción de tal creatura era destinada solo para él. Tenía muchos planes para su Sacerdotisa, después de todo… mil años era un largo tiempo para preparar nuevas formas de torturar a alguien.

Volviendo a las sombras, sus ojos destellaron al suavemente asentirle a Yuuhi. – Hazlo doloroso. Tortura su carne, pero no lo mates –. Él quería que el chico sufriera un poco más por sus acciones así entendería nunca desafiar a su nuevo maestro y nunca volver a tocar a la chica.

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