Amy Blankenship - Una Luz En El Corazón De Las Tinieblas стр 23.

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– Eh, chico… ¿estás bien? – Toya jaló su mano con brusquedad cuando el chico le siseó y se fue en la dirección opuesta como si Satán en persona lo persiguiera.

Toya se sacudió la sensación inquietante que le había dejado el chico al mirar al club de las dos historias. La sensación escalofriante regresó multiplicada por diez cuando se dio cuenta de la sombra de un hombre llevando a alguien a través de una de las ventanas del último piso. Había tantas cosas que estaban mal con esa pequeña escena.

Sus ojos brillaron plata… sus sentidos sabían cosas que él aún no comprendía. Le había dejado con la sensación de que alguien acababa de caminar sobre su tumba.

Acercándose al club, Toya gruñó con molestia cuando se dio cuenta de que habían dos entradas. Una parecía ser la entrada principal y la otra estaba igual de abarrotada de gente.

“Más le vale estar bien… cuando la consiga, la voy a esposar a mi le guste o no…” manchas de plateado comenzaron a fortalecerse dentro del oro de sus ojos mientras buscaba a Kyoko.

*****

Kyou se fue calle abajo con Kyoko fuertemente abrazada en sus brazos. Su mente estaba lista y llevaría a la chica a su hogar temporal para que se recuperara. Miró hacia arriba al pent-house justo al otro lado de la calle principal del club. Ella estaría a salvo con él… pero tendría que ser cuidadoso. Podía sentir al secuaz de Hyakuhei dentro de la obscuridad que rodeaba al club.

Apretó su mandíbula al escuchar un grito distante y supo que había encontrado otra víctima. Mirando hacia la chica dormida, sus ojos dorados se suavizaron. Por ahora… ella era su secreto. Se sentía tan ligera como una pluma y parecía tan frágil.

No podía comprender cómo esta pequeña chica tenía un espíritu tan intenso, y aun así tenía un alma tan pura. Y “Toya”, ella había dicho el nombre de su difunto hermano como si lo conociera. ¿Cómo podía ser eso posible?

Sus pensamientos se detuvieron al sentir una poderosa creatura de la noche adelante al mismo tiempo que un olor a sangre golpeaba su nariz. Tensándose, reconoció el aura del Lycan que había protegido antes a Kyoko del punk que la acosaba solo para luego abandonarla… dejándola en peligro.

Sin querer que la chica saliera lastimada en caso de que él debiera pelear, Kyou la puso en el suelo del callejón gentilmente y siguió el olor a sangre que estaba justo a la vuelta de la esquina. Si el lobo había masacrado a un humano, la chica podría no estar segura cerca de él. Se sabía que algunos hombres lobo se perdieran a sí mismos una vez que la ira entraba en su sangre, y no permitiría que la chica fuera protegida por una creatura tan peligrosa.

Al voltear en la esquina con pisadas silenciosas, sus ojos contemplaron una escena que no había presenciado en siglos. El lobo, aún en forma humana, estaba de pie gruñendo, sus colmillos al aire. Sus duros ojos azules se colocaron mientras gruñía agresivamente a lo que parecía ser un cuerpo entre sus manos.

*****

Toya se detuvo al acercarse a la puerta. Olfateando, se volvió rápidamente y caminó en la dirección opuesta de la entrada. Podía olerla… aunque en el fondo de su mente no podía entender cómo o por qué podía. Salió corriendo con rapidez hacia el callejón a la izquierda del edificio, su corazón golpeaba violentamente en su pecho mientras pensamientos mórbidos cruzaban su mente.

Chicas desaparecidas y lugares oscuros… más le valía a Kyoko no tener ni un solo cabello fuera de lugar u otra cosa…

Al entrar en las sombras, Toya derrapó hasta detenerse al tiempo que el miedo ahogaba su respiración en sus pulmones. Ahí, yaciendo desplomada contra la sucia pared de ladrillo… estaba Kyoko. El mismo terror que lo había enraizado en su lugar, lo incentivó a moverse. Con su siguiente aliento, estaba a su lado.

Arrodillándose, la tocó, comprobando la vida que le permitiría a su corazón comenzar a latir de nuevo.

Tan pronto como su dedo tocó su cuello, su propio corazón pateó al tiempo del de ella y respiró. Gracias a Dios… ella estaba viva. Un momento de déjà vu se reflejó en un recuerdo indeseado y lo alejó rápidamente, asustado de repente. Sintiendo a otros cerca, no desperdició tiempo en levantarla y llevarla a un lugar seguro. Sosteniéndola cerca de él, Toya usó su velocidad antinatural para llevarlos fuera de la obscuridad.

*****

Kotaro sostuvo a Yohji contra la pared de ladrillo al tiempo que dispuso la lujuria de su sangre a enfriarse. Ya no tenía sentido continuar castigándolo considerando que el chico se había desmayado de nuevo. Lo soltó sin mucho cuidado al suelo y sintió un disturbio en la energía a su alrededor.

Movió de golpe su cabeza hacia un lado, sus ojos azul hielo se entrecerraron.

Kyou miró al lobo dejar caer al chico de nuevo al suelo sin matarlo. Inmediatamente reconoció al humano que había acosado a Kyoko. Cambiando su opinión de momentos atrás, sus labios se curvaron en un ligero gruñido. Si hubiese sido él sosteniendo al chico del cuello, el chico no seguiría en una pieza.

Como si lo percibiera, el Lycan volteó su cabeza y trabó su mirada mortífera en él. Kyou podía sentir el inmenso poder emanando del lobo. Lo estaba mostrando en advertencia.

En el pasado, lobos y vampiros siempre se habían evitado. Ninguno se preocupaba por el otro, escogieron dejarse en paz. Ambos estaban muy cerca de emparejar fuerza y a ninguno le importaba dominar sobre el otro. Ellos solo existían juntos en el mismo mundo, manteniendo la mayor parte para sí y vivían sus propias interminables vidas.

Todos los instintos de Kotaro cobraron vida viendo al vampiro de pie en las sombras… mirándolo. No podía verlo con suficiente claridad para notar algún rasgo característico, pero su instinto le dijo que el chupasangre era una amenaza. Aún necesitaba soltar la lujuria de su sangre y se sonó los nudillos pensando que podía ser uno de los subordinados de Hyakuhei.

Justo cuando decidió volverse y atacar, la imagen se volvió fuerte, luego titubeó y desapareció. – ¿Ojos dorados? – Kotaro se incorporó por completo de y se dio cuenta de que casi había atacado a Kyou. – ¿Qué está haciendo aquí?

– ¡Carajo! – siseó Kotaro y salió corriendo temiendo que Kyoko no estaría donde él la había dejado. Tenía que llegar a ella rápido… había chupasangres afuera esta noche y ella no sería una de sus víctimas. Y con Kyou cerca… no había forma de decir qué tan peligrosas se podían volver las cosas.

Kyou reapareció de frente a la misma pared de ladrillo donde había dejado a la chica. Viendo que ya no estaba ahí, sus ojos sangraron carmesí y un gruñido enfurecido y desgarrador se escuchó por el callejón vacío, haciendo eco en las calles de alrededor.

*****

Suki y Shinbe se encontraron con Kotaro en la puerta del club. Sujetando a Shinbe por el hombro, Kotaro preguntó con urgencia: – ¿Kyoko aún está adentro? – Sus sentidos inhumanos se pusieron en su máxima potencia y sus instintos le decían que ella no estaba en ningún lugar cercano.

Suki se adelantó hacia Kotaro tomándolo de su camisa y confirmó sus sospechas. – ¡Un hombre se la llevó hace unos diez minutos, tienes que encontrarla! – Sus ojos se llenaron de lágrimas mientras le hablaba. – ¡No podemos encontrarla por ninguna parte!

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