Amy Blankenship - Una Luz En El Corazón De Las Tinieblas стр 22.

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Podía sentir la confianza y alegría emitida de su aura mientras se asentaba en sus brazos. La mujer-niña le afectaba enormemente y mientras más la observaba dormir, más la quería esconder de todo el mundo. Él sabía que podía… si realmente quería y la tentación era verdaderamente grande. Nunca había convertido a nadie en lo que era… pero si quisiera… podría hacerlo.

Su protección hacia la chica, así como la necesidad posesiva de quedársela lo sorprendía y Kyou gruñó suavemente a sus acciones. ¿Cómo podía esta chica afectarle de esta forma? Arrancando su mirada de su rostro angélico, miró hacia arriba al tiempo que un joven le gritaba. Parecía que el hombre que la quería seguía metido en el camino.

Los ojos dorados se entrelazaron con los ojos color amatista y sintió una extraña familiaridad. – Esto no es decisión tuya mago –, le advirtió Kyou con un tono grave y mortífero.

En ese momento supo que Hyakuhei en persona no se la podría llevar de su lado, ella era suya. Sus brazos se ciñeron a su alrededor sin gustarle el amor que podía sentir elevándose del poderoso aura que se irradiaba del otro hombre por la chica.

Armándose de valor contra sus pensamientos descarriados, Kyou gruñó de nuevo suavemente. No dejaría que la chica llegara a él, pero… no estaba listo para dejarla ir aún. Tenía muchas preguntas y ella las respondería, le gustara o no.

Una vez que se tuvo a sí mismo de nuevo bajo control, Kyou decidió que era hora de partir.

Shinbe estaba de camino hacia Kyoko cuando el hombre se movió. ¿Movió? Esa posiblemente no era la palabra correcta. Más bien, brilló y desapareció, luego reapareció de la nada en frente de él.

– Pero qué… – Shinbe derrapó hasta detenerse mirando al rostro que tenía muerte escrito por todas partes.

Sus ojos se abrieron como platos con sorpresa, se sintió como si su corazón acabara de detenerse. Tan cerca de él… podía ver claramente que el hombre tenía piel prácticamente blanca como porcelana y se veía demasiado similar a Toya para que fuera una broma. Pestañeando, podría jurar que veía colmillos sobresalir de la boca del hombre y un gruñido de advertencia retumbando a su alrededor.

Shinbe se plantó de pie ante el hombre que extendía un dedo y lo empujó contra su pecho. Lo siguiente que supo Shinbe, era que estaba sentado sobre sus nalgas en medio del suelo. Pestañeando de nuevo, se sentó confundido mientras el hombre de cabello plata vestido de negro simplemente caminó por encima de él, luego desapareció de repente.

Suki llegó al pasillo justo a tiempo para ver a Shinbe golpearse contra el suelo nada gentilmente y un hombre alto de cabello plata desapareciendo con Kyoko. Parpadeó una vez y se habían ido… allí un segundo e idos al siguiente.

Shinbe, quien parecía que estaba en la dimensión desconocida, se sentó ahí por otro momento parpadeando confuso. – ¿Qué demonios?

Corriendo hacia Shinbe, las manos de Suki temblaban al intentar ayudarlo a levantarse. – ¿Quién era ese hombre que desapareció con Kyoko? – Miró a Shinbe preocupada mientras ambos se volvían y corrían por la puerta para buscarlos. “¿Realmente acababa de desaparecer?”

Salieron del edificio y miraron alrededor frenéticamente solo para no encontrar rastro del hombre ni de Kyoko por ninguna parte.

Volteando hacia Shinbe, los ojos de Suki brillaron. Sentía que estaba al borde de las lágrimas. – ¿A dónde se fueron? ¡Ese hombre secuestró a Kyoko! – Estaba temblando de miedo. Lo que había comenzado como una divertida noche de chicas se había convertido en una pesadilla.

– Cálmate Suki. La encontraremos. Toya también está aquí –. Shinbe miró alrededor ansiosamente buscando a su amigo perdido. – ¡Pensé que estaba detrás de mí!

La preocupación rápidamente se volvió ira ahora que se había sumergido en que Suki estaba a salvo y a su lado. Una sombra de pena cruzó sus obsesivos ojos mientras pensaba en el pasado. – ¿Y en qué demonios estabas pensando? ¡Algo pudo haberte pasado y pude no saber dónde estabas! – La agarró con fuerza por los brazos mientras sus ojos amatista se oscurecían posesivamente.

Los labios de Suki se estrecharon ante su ira. ¿Cuál era su problema? No era como si nunca hubiese salido con sus amigas. Su mirada entrelazada con la suya mientras su ira comenzaba a alzarse. – Quién crees que mmm – sus palabras fueron detenidas al Shinbe chocar sus labios con los de Suki en un vertiginoso y ardiente beso.

Shinbe había estado tan preocupado por ella que no podía detener los sentimientos que se habían precipitado. Quería asegurarse de que ella sintiera cada emoción que pasaba por sus venas justo en ese momento y en ese lugar. La abrazó con fuerza, jurándose que ella no volvería a salir de su vista.

Suki gimió suavemente ante la intensidad del beso de Shinbe. Era como si estuviera mostrando cada cruda emoción dentro de su alma. Ella prácticamente podía sentirlas con sus dedos mientras agarraba sus hombros. A sabiendas de que si se soltaba no podría mantenerse de pie, notando que sus piernas se habían vuelto de gelatina se aferró a la preciada vida.

Su mente se puso en blanco por un momento y se olvidó de que estaba molesta con él o que Kyoko se acababa de desvanecer. Todo lo que podía sentir era a Shinbe y un amor que sin duda duraría más que ellos.

Gentilmente, Shinbe relajó su agarre terminando su beso rozando su nariz con la de ella. Sus ojos se llenaron de alivio, pero aún estaban oscuros de deseo. Sacudiendo su cabeza un poco, trató de enfocarse en la situación en sus manos y, por una vez, su lujuriosa mente no vagabundeó ante la sensación del cuerpo de Suki en sus brazos… después de todo, ella había estado ahí durante muchas vidas.

– Han sucedido algunas cosas y necesitas saber. No era seguro para ti o Kyoko que salieran solas esta noche. Te explicaré mientras buscamos a Toya. Creo que Kotaro también está por aquí –. Shinbe envolvió un brazo protector alrededor de Suki al dirigirse en dirección al estacionamiento para encontrar a Toya.

Suki estaba muy aturdida por el momento para hacer algo más que asentir.

*****

Toya corrió por el estacionamiento maldiciendo a Shinbe por adelantársele. Tenía que salir de su auto en el asiento del pasajero una vez que se dio cuenta de que no podía salir de su lado. En su apuro de llegar a Kyoko, se había estacionado muy cerca de una pared de ladrillo. Desafortunadamente, también se había dado cuenta cuando intentó abrir su puerta y se golpeó contra la pared abollando el lado de su bebé.

Sin embargo, eso no era lo que realmente lo había retrasado. Cuando salió corriendo por el estacionamiento a una velocidad vertiginosa, un chico había salido de la nada y chocó contra él. El impacto había sido tan repentino que lo había arrojado por los aires. Cuando se había enderezado lo suficiente para levantarse de nuevo, rápidamente le ofreció al chico su mano para ayudarle a levantarse.

– Eh, chico… ¿estás bien? – Toya jaló su mano con brusquedad cuando el chico le siseó y se fue en la dirección opuesta como si Satán en persona lo persiguiera.

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