Amy Blankenship - Una Luz En El Corazón De Las Tinieblas стр 14.

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– Guarda esa cosa antes de que lastimes a alguien –, le replicó Kyoko y fue rápidamente recompensada cuando la mandíbula de Suki se cayó.

Mientras la fila comenzaba a avanzar, Kyoko miró sobre su hombro preguntándose quién la estaba observando. Solo vio las luces del estacionamiento y una horda de gente esperando para entrar, luego frunció el ceño a su propia paranoia. El sentimiento de intranquilidad de que alguien la estaba observando se rehusaba a dejarla y la preocupaba. Recordaba a Kotaro advirtiéndola sobre un acosador alrededor del campus y de repente deseó haberle dado una pista de a dónde iban a estar.

Suki tomó su mano y la jaló consigo, puesto que comenzó a retrasar la fila. Kyoko ignoró el sentimiento escalofriante mientras entraban al edificio y su atención era atraída hacia el interior del inmenso club.

Kyou la había visto voltearse como si lo sintiera y se preguntara por ello. Los ojos de Kyoko se habían dejado llevar muy lentamente hasta el mismo lugar en que él estaba de pie, pero él sabía que ella no podía verlo en las sombras. Bajo el manto de obscuridad, él la mantenía dentro de su visión mientras entraba en el establecimiento.

Su mirada dorada se movió por la habitación sabiendo que había más que humanos en el espacio tenuemente iluminado, pero eran amenazas de bajo potencial y no merecían su atención.

Suki los guio a un área cerca del bar para que no tuvieran que ir muy lejos por las bebidas y aún tener una buena vista de la pista de baile. La música ya había comenzado pero no muy alto como para gritar para ser escuchado.

Kyoko estaba estupefacta de lo agradable que era el lugar adentro. Comenzaba a sentirse contenta de dejar que Suki la acosara para venir. Después de todo, tenía que haber más para vivir que estudiar, que era todo lo que había hecho por más de una semana. Toda la energía en el lugar era adictiva y sonrió con entusiasmo. Era uno de esos raros momentos en que Kyoko había sentido que podía pasar cualquier cosa.

En vez de mesas y sillas reales, el establecimiento tenía sofás demasiado rellenos aquí y allá con pequeñas mesas de vidrio para colocar las bebidas. El club mostraba principalmente los colores morados, azules y negros, los cuales le daban un toque de misterio y magia con todas las luces cambiando constantemente, y que a su vez creaba la sensación de una pandemia sensual. La atmósfera del club era casi embriagante.

Las sombras profundas le daban privacidad a quienes la buscaban, y Kyoko se sonrojó pensando en las cosas que a veces sucedían en las sombras, cosas que ella aún debía experimentar. Su mente volvió a preguntarse qué hacía Kotaro antes de que ella devolviera rápidamente su atención a sus amigos con un aire de culpabilidad.

Kyou tomó asiento en la esquina más oscura, cerca del aura intensamente pura. Observando al grupo que ahora podía ver que el brillo provenía solo de una de ellos. Sus ojos se suavizaron por primera vez en innumerables años, por solo un instante al verla sonreír capturando la majestuosidad del club. Era como ver al sol y eso era algo que no había hecho en un largo tiempo.

Ella era hermosa, con cabello caoba suelto y largo compensado por la sedosa camisa blanca que usaba.

La mirada de Kyou escaneó su cuerpo perfecto, capturando la piel expuesta en su cintura y la corta mini falda seguida de unas piernas bien formadas antes de levantar de nuevo a su cuello, que estaba expuesto. Siguió el arco arriba hacia su rostro con un gruñido de desaprobación. Estaba volteada a un ángulo y se encontró a si mismo necesitando ver sus ojos, los ojos eran el espejo del alma.

Sus instintos estaban reaccionando de formas en que no había experimentado antes. Este sentimiento que no podía describir lo agitaba y de alguna forma le recordaba a su hermano. No le gustaba lo desconocido.

Oscureció las sombras a su alrededor al ella voltearse, haciendo un barrido con su mirada por encima de él pero él los había visto. La vista casi le había quitado la respiración de su cuerpo. Tenía los ojos de esmeralda cubierta de inocencia, pero también pudo ver la travesura y el poder escondido ahí.

Kyou apretó su puño tan fuertemente que pudo sentir gotas de sangre formarse donde sus uñas afiladas habían perforado su piel. ¿Por qué había ese tipo de inocencia aquí, en un lugar como este? No debería estar permitido. Sintió un gruñido comenzar en el fondo de su pecho y trató de suprimirlo.

Si esta corazonada era correcta y Hyakuhei hiciera una aparición, entonces las cosas se podrían poner muy peligrosas muy rápido. ¿Era ella la que tenía el Corazón de Cristal del Guardián en su interior? Las palabras de su hermano vinieron una segunda vez para atormentarlo.

“… hermano, si lo encontramos entonces podemos ser libres de él…”

Bloqueando los demás sonidos dentro del club, Kyou dirigió todos sus sentidos a ella, así podía saber más y prepararse. Sus encantados ojos color oro casi brillaron mientras se metía en los pensamientos del grupo sentado en la mesa de ella. Escuchar los pensamientos de mortales era un vicio que no había usado en un largo tiempo.

Tasuki se ofreció a buscar la primera ronda de bebidas ya que el barman era su primo. No iba a desperdiciar su única oportunidad de impresionar a Kyoko. Él sabía que ella pensaba en él como un amigo, pero él quería mucho más, si tan solo ella pudiera abrir sus ojos y ver la devoción que él le ofrecía. Nunca habría un hombre que pudiera amarla más que él. Era simplemente imposible.

Suki sonrió al escuchar que él conocía al barman y le pidió a Tasuki que les trajera a todos unos tés Long Island bien fríos. Tasuki le dedicó un guiño sonrojado a Kyoko, asintiendo y diciéndoles que volvería pronto. Se fue a buscar las bebidas de las chicas lo más rápido posible.

Los ojos de Kyoko se redondearon mientras clavaba los ojos en Suki. – ¿Té Long Island? Pero si somos… – Suki movió una mano desdeñosa para callarla.

– Vamos Kyoko. ¡Vive un poco! Los finales se acabaron y además… hemos bebido antes –, Suki trató de calmar a Kyoko al sonreír y voltear sus ojos. Esperando cambiar de tema, agregó: – debo admitir Kyoko que en ese atuendo y tus curvas… no te ves menor de edad –. Se rio en voz alta ante la mirada sorprendida en el rostro de Kyoko.

Kyoko miró a Suki escépticamente. – Dos veces, Suki. He bebido dos veces y apenas recuerdo cada vez… y no necesito vestirme así para probar qué edad tengo –. Kyoko se ruborizó al poder recordar lo que se presentó la última vez en su cumpleaños. Por Suki, ella no recordaba mucho sobre su propia fiesta de cumpleaños.

Recordaba el enorme bol de fruta que Suki le había dado con una sonrisa tan inocente. Sabía de la debilidad de Kyoko por la fruta y había jugado con eso. Kyoko se había comido casi todo el bol sin darse cuenta de que había sido impregnado de alcohol.

“Ella me va a meter en problemas de nuevo… ¡eso lo sé!” Lloriqueó Kyoko silenciosamente para sí y mentalmente se desplomó derrotada. Los otros solo habían bromeado sobre esa noche, algo sobre cómo Kyoko había olvidado caminar… ¡o hablar!

Suki sonrió, encogiéndose de hombros. – Así que esta es la tercera vez –. Le sonrió contenta a Tasuki mientras traía las bebidas agarrando uno para ella ansiosamente.

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