«Hay demasiado oxÃgeno aquà para nosotros. Quizás habrÃa sido mejor organizar nuestra base de emergencia en alta montaña.»
«No, hombre. Por lo menos por el momento. El campo de fuerza será más que suficiente a la espera de organizarnos un poco mejor.»
«Vale, tú eres el jefe» dijo Petri, dando énfasis a la frase con una especie de saludo militar que habÃa visto hacer a los soldades terrrestres.
«Nave espacial número dos. Activar la cúpula de contención» dijo de nuevo Azakis en su intercomunicador.
Partiendo desde lo más alto de la nave espacial central, traicionado sólo por una ligera vibración del aire, una especie de velo casi invisible se extendió rápidamente en un radio de, aproximadamente, cien metros, formando una capa con forma de semi esfera que, desde el ápice de la pirámide virtual de la nave espacial número dos, se extendÃa uniformemente hasta hundirse en el terreno arenoso del desierto.
«Realmente un buen trabajo» exclamó Petri satisfecho.
«¿Por qué se han colocado de esa manera?» preguntó Elisa con curiosidad.
«¿De qué manera?» respondió Azakis. «¿Qué quieres decir?»
«Las naves espaciales. Las pirámides que han formado están casi en lÃnea recta y dispuestas con una de las caras hacia el sur. Las dos de los extremos están aparentemente alineadas mientras que las centrales parecen que están, levemente, fuera de los ejes.»
«Tienes unas excelentes dotes de observación» comentó Azakis,
«El caso es que me recuerdan mucho a otra cosa.»
«¿Qué cosa exactamente?» preguntó entonces el coronel que se sintió interesado de repente en la discusión.
«¿Has estado alguna vez en Egipto?»
«Hace mucho tiempo.»
«¿Y has visto la llanura de Giza?»
«Por supuesto que sû respondió Jack. A continuación, dándose una manotada sobre la frente, exclamó «Pues claro. Están puestas igual que las tres pirámides más grandes.»
«Keops, Kefren y Micerino» precisó la doctora.
«No tengo ni idea de lo que estáis hablando» dijo Azakis perplejo.
«Espera» dijo entonces Elisa. «Te lo enseño» y se dirigió con paso veloz hacia la tienda laboratorio. Salió de ella después de poco menos de un minuto llevando en la mano un grueso libro realmente antiguo. Mientras se acercaba a los otros tres, iba pasando rápidamente las páginas. «Aquà está. Mira» y se lo mostró al alienÃgena.
«Interesante... ¿Qué son?»
«Déjame ver» dijo Petri sacando el libro de las manos del compañero. «Ah, sÃ. He visto este tipo de construcciones. Son parecidas a aquella de allû e indicó el zigurat detrás del campamento. «Pero deben haber sido construidas por otro pueblo y en distintos periodos de tiempo.»
«¡Muy bien, Petri! Tienes razón. Nuestros estudiosos, desde el dÃa de su descubrimiento, se han estrujado el cerebro para comprender el motivo por el cual habÃan sido construidas y por qué las habÃan dispuesto de esa manera.»
«Pero si es muy simple» dijo Petri mostrando una bella sonrisa. «¿Ves aquellas estrellas allà arriba?» e indicó una constelación en medio de todas las otras estrellas, a las cuales el sol, ya desaparecido del horizonte, habÃa dejado el lugar.
«SÃ, claro. Nosotros la llamamos constelación de Orion. Coge el nombre del semi dios griego Orion» dijo Elisa. Después, mientras con el dedo Ãndice dibujaba el contorno en el aire limpio del desierto, añadió «Si, con una lÃnea imaginaria, conectamos sus estrellas, se forman la cabeza, los hombros, el cinturón y los pies de un hombre. Según la mitologÃa griega Orion era un gigante nacido con habilidades sobrehumanas, un poderoso cazador que mataba las presas con una maza de bronce indestructible. Cuando el héroe griego murió fue puesto entre las estrellas por toda la eternidad.»
«Son siempre muy sugestivas vuestras historias» comentó Petri fascinado. «Por lo que los Ancianos nos han enseñado todas las construcciones de este tipo, y hay un montón diseminadas sobre la tierra, se refieren a nosotros.»
«¿A los alienÃgenas?»
«A nosotros, los "Dioses", descendidos del cielo para crear la raza humana» precisó Petri.
«Y parecÃa que no hubiesen dejado huella aquû dijo Jack. «Parece como si todo lo que hemos hecho hasta hoy sea debido sólo exclusivamente a vosotros.»
«Bueno, pensándolo bien» comentó Elisa «debo decir que no podemos culparles de todo.»
«QuerÃa decir» añadió Petri tranquilamente «que nuestras naves espaciales se han colocado simplemente como las tres estrellas del "cinturón" de vuestro Orion.»
«¿Y lo mismo valdrÃa para las pirámides de Egipto?» preguntó Jack asombrado.
«DirÃa que sÃ.»
«Entonces eran auténticas las suposiciones de nuestros cientÃficos» dijo casi en voz baja la doctora. A continuación se cogió el mentón con los dedos Ãndice y pulgar y añadió «Sin embargo, no he comprendido todavÃa el verdadero motivo de esta disposición.»
«Muy simple, querida» exclamó Petri. «EnergÃa.»
«Esto me lo debes explicar muy bien» replicó la doctora mientras enderezaba la espalda y cruzaba los brazos.
«Incluso nosotros, tampoco sabemos demasiado» se apresuró a aclarar Petri. «Parece ser que, un objeto fabricado con forma de pirámide es capaz de generar una especie de energÃa positiva benéfica para todos los seres vivientes que están cerca de ella. Obviamente, cuanto más grande es el objeto más energÃa genera. Si después, existe también una conexión con un cuerpo celeste o mejor, con una serie de ellos, todo se amplifica de manera exponencial.»
«¿De qué tipo de energÃa estamos hablando?» preguntó la arqueóloga.
«Como te decÃa, ni siquiera para nosotros está claro. Muchos de nuestros Expertos se han dedicado a su estudio pero todavÃa no tienen datos concluyentes.»
«Por fin, algo que no sabéis ni vosotros» exclamó Jack satisfecho. «Es casi un milagro.»
«Son muchas las cosas que no sabemos, amigo mÃo. A grosso modo, nosotros sólo estamos ligeramente un poco más evolucionados que vosotros. El universo está lleno de misterios. ¿No habrÃas pensado que los conocÃamos todos?»
«Te confieso que, por un momento, lo he creÃdo de verdad.»
«Hay conceptos que no podremos entender jamás. Debemos resignarnos.»
«Pero nosotros somos seres inteligentes, fantasiosos, curiosos. ¿Qué nos impedirÃa entenderlo?»
Fue en este momento cuando Azakis intervino en la discusión diciendo «Es sólo un problema de niveles de percepción.»
«No he entendido nada» exclamó Elisa perpleja.
«Cojamos, por ejemplo, una célula de tu hÃgado» continuó pacientemente Azakis. «ImagÃnatela intentando razonar sobre su situación, su trabajo, sobre las células cercanas a ella. Quién sabe cuántas veces habrá intentado comprender qué hay más allá de la realidad en la que vive. ¿Habrá otros grupos de células? ¿Serán como yo? Quizás habrá incluso supuesto la presencia de un Dios. Incluso habrÃa intentado entrar en contacto con él, siguiendo, sabe Dios, qué complejos rituales, rezando por su intercesión en la resolución de sus problemas cotidiamos. ¿Pero quién es su Dios? ¿Tu vesicula biliar? ¿Tu corazón? ¿Qué percepción podrá tener una célula de tu hÃgado sobre ti, su Dios? ¿Cómo podrÃa entrar en contacto contigo? Y si no te percibiese, ¿podrÃa alguna vez percibirme a mÃ? Y el mar, el cielo, el sol, la galaxia... Es lo que quiero decir con distintos niveles de percepción.»