«Almirante, soy el coronel Jack Hudson. ¿Me escucha bien?»
«SÃ, hijo, fuerte y claro. Es un placer escuchar tu voz después de tanto tiempo. ¿Va todo bien?»
«Almirante⦠SÃ, sÃ, graciasâ¦Â» Jack estaba muy nervioso y no sabÃa en realidad por donde comenzar. «Le molesto por una cuestión de la máxima urgencia y que es, de verdad, increÃble.»
«Por Dios, muchacho, no me tengas en ascuas. ¿Qué diablos está sucediendo?»
«Bueno, no es muy fácil de explicar. Usted se fÃa de mÃ, ¿verdad?»
«Pues claro, ¿Qué clase de pregunta es esa?»
«Lo que estoy a punto de decirle le podrÃa parecer absurdo, pero le puedo asegurar que es la pura verdad.»
«Jack, si no me dices enseguida algo, me va a dar un infarto.»
«De acuerdo.» El coronel hizo una pequeña pausa, después le contó todo de golpe. «Yo, en este momento, estoy orbitando alrededor de la Tierra. Estoy en una nave extraterrestre y tengo terribles noticias para comunicar directamente al presidente de los Estados Unidos. Usted es la única persona de la que me fÃo y que podrÃa ponerme en contacto con él. Le juro sobre la memoria de mi padre que no estoy bromeando.»
Trascurrieron un montón de segundos durante los cuales ningún sonido salió del altavoz del teléfono. Por un instante Jack temió que al almirante le hubiera dado un patatús. A continuación, la voz del otro lado del teléfono dijo «¿Estás realmente llamando desde allà arriba? ¿Cómo demonios lo has conseguido?»
Wilson es una persona increÃble. En vez de preocuparse por los alienÃgenas se está preguntando como demonios he conseguido hacer funcionar el teléfono móvil desde aquÃ⦠Fantásticoâ¦
«Bueno, gracias a su tecnologÃa han conseguido hacer una especie de conexión con un satélite de comunicaciones. No se decirle nada más..»
«¡AlienÃgenas! ¿De dónde vienen? ¿Cuál es esa catástrofe inminente? ¿Por qué te han cogido justo a ti?»
«Almirante, es una larga historia, espero tener tiempo para contársela, pero ahora lo más importante es que usted me ponga en contacto, lo más rápido posible, con el Presidente.»
«Muchacho, tengo una fe ciega en ti pero, para hacer comprender a nuestro amado presidente una historia de este tipo, necesitaré algo más que tu llamada.»
«Lo imaginaba y tiene razón» prosiguió Jack. «¿Y si le dijese que usted, en este momento, está sentado en una butaca de color marrón oscuro y que tiene un ejemplar del New York Times sobre las rodillas, mis palabras resultarÃan más convincentes?»
Petri habÃa conseguido determinar las coordenadas del almirante mediante la señal de su teléfono, habÃa puesto en posición la Theos justo en el cenit de la ciudad y habÃa activado los sensores de corto alcance apuntando directamente sobre la fuente de las emisiones.
«¡Por todos los diablos!» exclamó el almirante separando los pies y dejando caer el periódico al suelo. «¿Cómo recontra has podido saberlo? Aquà no puede haber tele cámaras escondidas. Mi oficina la controlan y rastrean todos los dÃas.»
«En realidad, el aparato con el que lo estoy observando no es una âtele cámaraâ. Digamos que es un sistema de visión absolutamente increÃble. Estamos a 50.000 kilómetros de la Tierra y podrÃa leer su periódico desde aquà sin ningún problema. PodrÃa incluso decirle a cuántas pulsaciones está batiendo su corazón.»
«Me estás tomando el pelo, ¿verdad?»
Jack miró a Petri que enseguida cambó el modo de visualización.
El almirante aparecÃa como una figura rojiza con diversos matices de amarillo y gris oscuro. Sobre la pantalla, arriba a la derecha, aparecieron algunos números. Jack los leyó y continuó diciendo «Su corazón está latiendo a noventa y ocho pulsaciones por minuto y su presión arterial es 135/90 mmHg.»
«Eh, lo sé, es un poco alta. Tomo algunas medicinas para tenerla bajo control pero no siempre lo consigo. Sabes, la edadâ¦Â» después reflexionó un instante y exclamó. «Pero todo esto es realmente increÃble, me deja estupefacto. ¿Crees que podrás hacer lo mismo con el Presidente?»
«Creo que sû respondió Jack buscando apoyo con la mirada en dirección a Petri, que se limitó a hacer un gesto afirmativo.
«¿PodrÃas al menos decirme algo sobre lo que está a punto de ocurrir? Dado que se han molestado desde quién sabe donde para comunicárnoslo, debe de ser un acontecimiento realmente serio»
«Vale, me parece justo que usted lo sepa»
Elisa lo incitaba a continuar gesticulando ampliamente con las manos y haciendo extrañas muecas con la boca.
«Su planeta se está acercando velozmente al nuestro. Uno de sus satélites, Kodon, nos rozará más o menos dentro de siete dÃas y podrÃa producir una serie de alteraciones indecibles. Incluso nuestra órbita y también la de la Luna se podrÃan resentir de este choque. Sobre nuestro planeta, olas impresionantes podrÃan abatirse sobre las tierras emergidas y las aguas podrÃan hacer desaparecer a millones y millones de personas. En conclusión, una catástrofe.»
El almirante se habÃa quedado sin palabras. Se dejó caer pesadamente sobre su butaca marrón y, con un hilo de voz, consiguió susurrar «Que me parta un rayo»
«En realidad, a estos amigos que están aquÃ, les complacerÃa poner a nuestra disposición un sistema que serÃa capaz de frenar la mayorÃa de los efectos nefastos pero es un método muy peligroso y que no se ha experimentado jamás antes. Además, aunque todo ocurra de la mejor manera posible, no conseguiremos superar el acontecimiento indemnes. Una parte de la influencia planetaria, aunque pequeña, no podrá ser contenida, por desgracia. Por lo tanto, deberemos organizarnos para reducir los daños y las pérdidas al mÃnimo.»
«Muchacho» respondió con suavidad el almirante. «Creo que el Presidente deberÃa saber inmediatamente todo lo que me has contado. Sólo espero, por nuestro bien, que esto no sea una broma, porque ninguno de los dos sobrevivirÃa aunque, en mi interior, creo que sà es verdad. Quizás me he quedado dormido en la butaca y dentro de un rato me despertaré y me daré cuenta que esto no es nada más que una pesadilla..»
«Incluso a mà me gustarÃa que fuese asÃ, almirante. Por desgracia esto no es un mal sueño sino la pura y cruda verdad. ConfÃo en usted para hacer llegar esta noticia al Presidente.»
«Ok. Dame un poco de tiempo para encontrar la forma apropiada de hacerlo. ¿Cómo me puedo poner en contacto contigo?»
«Pienso que lo podrá hacer con sólo rellamar a este número» dijo Jack mientras volvÃa la mirada hacia Petri que, con una expresión un poco titubeante, alzó los hombros. «DeberÃa funcionar» continuó Jack. «De todos modos, si no lo hace dentro de una hora le llamo yo, ¿ok?»
«De acuerdo. Hasta luego.»
«Se lo agradezco infinitamente» dijo el coronel y acabó la conversación. Quedó durante unos minutos inmóvil con la mirada perdida en el vacÃo, a continuación, volviéndose hacia los tres que estaban pendientes de sus palabras, dijo tranquilamente «Nos ayudará.»