Amy Blankenship - Ángel De Alas Negras стр 7.

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“Tú debes saberlo”, afirmó Toya con voz lúgubre.

Shinbe dirigió a Toya una mirada que le ordenaba permanecer en silencio y, por única vez, Toya tuvo la decencia de dejarlo ahí.

Yuuhi se encontraba parado junto a la silla en la que estaba sentado su hermano Amni, pero sus ojos estaban fijos en la lluvia que caía afuera. “Ella estará en el centro de la ciudad, dentro de la zona de fiestas, cerca del festival infantil, pero no será el único demonio en el lugar. Se cuida de los que tienen poderes superiores a los suyos. Es por eso que tiene tanta ansiedad por comer…quiere almacenar energía para la pelea que sabe que se avecina. Esta noche añadirá nuevas víctimas a su frenesí alimentario”.

Tasuki se frotó los brazos para despejar los escalofríos. “Odio cuando haces eso”, murmuró mirando a Yuuhi a los ojos. La única diferencia entre el muchacho y un auténtico albino era el hecho de que Yuuhi tenía ojos profundamente oscuros, y su negrura se acrecentaba cuando recibía una visión…lo cual era simplemente espeluznante.

Mientras Tasuki lo miraba, Yuuhi volteó su vista hacia él, y sus pupilas color ébano se tornaron enormes y luminosas.

“No será una bruja lo que deberás enfrentar esta noche”, Yuuhi retrocedió para mirar la lluvia como si no acabara de dar un susto mortal a Tasuki.

Tasuki apretó los puños, sabiendo que el niño no le diría a qué debería enfrentarse. Decidiendo ignorar al resto de las personas en esa habitación, la mayoría de las cuales resoplaban divertidos por lo bajo, caminó hacia los armarios que contenían todo tipo de armas contra los demonios, y extrajo un pequeño saco de sal marina, deslizándolo rápidamente dentro de su bolsillo.

Sabía algunas cosas de verdadera magia, y si la sal marina no mataba a la bruja o a los demonios que la acompañaban… al menos le daría una ventaja inicial.

Amni sonrió con suficiencia al ver cómo Tasuki tomaba la sal. Era demasiado bueno como para dejarlo pasar. Luego de aclarar su garganta en silencio, hizo una muy buena imitación de la malvada bruja del oeste.

Tasuki debió saltar como una milla por encima de sus botas, volteándose con una mano en el corazón y mirando furiosamente al psíquico rubio.

“¡Buena, Amni!”, exclamó Toya.

“¡Vete al infierno!”, gruñó Tasuki.

“¡Tasuki!”, Kyoko lo regañó. “¿Quieres que llame al abuelo otra vez?”.

Tasuki se quedó inmóvil y sintió cómo un escalofrío le recorría el cuerpo hasta los huesos. Sí, había asuntos de la agencia que le daban mucho miedo… pero nada era peor que una visita del maestro del terror… el abuelo Hogo.

“No necesariamente, Kyoko, tan solo mantén a ese loquito lejos de mi esta noche”, atinó a decir finalmente Tasuki, esperando que el viejo no apareciera en el centro de la ciudad esa noche. Tenía la costumbre de aparecerse de la nada durante sus cacerías de demonios.

Amni volvió a sonreírle burlonamente, haciéndole un guiño sugestivo a Tasuki para lograr que palideciera antes de volver a dirigirse al grupo. Presionó las puntas de los dedos y cerró los ojos, invocando su poder de videncia. Detrás de sus párpados, el tiempo se aceleró, el día se volvió noche, y se encontró volando por los rascacielos del centro de la ciudad. De forma abrupta, Amni se vio en medio de la ciudad después del anochecer, rodeado de humanos vestidos con disfraces de Halloween.

Dirigiendo su vista sobrenatural en todas las direcciones, inhaló lentamente, buscando sentir los elementos que no pertenecían allí… había tantos. Sombras distorsionadas se retorcían a su alrededor, absorbiendo personas en todas las direcciones antes de desaparecer de vista. Espectros que no parecían otra cosa que vaporosas telas de araña volando a su alrededor como si desearan atacar, pero no había nada allí.

Al borde de la conciencia, Amni comenzó a escuchar algo siniestro, casi como unas garras de demonios rascando contra metal. Algo gritó al pasar junto a él, y se vio regresado abruptamente al presente. Sintió una pequeña mano sobre su hombro, y luego miró hacia los ojos cómplices de Yuuhi. En ese momento, Amni notó que se encontraba en el piso, y la silla en la que antes estaba sentado se había dado vuelta.

“Nadie debe salir solo hoy”, fue todo lo que dijo Amni mientras se apartaba de su hermano y ambos miraban afuera hacia la lluvia. La silueta se desvaneció, dejando que la lluvia cayera dentro del espacio vacío.

“Esta noche, todos formarán parejas y llevarán sus teléfonos celulares”, ordenó Kyou. “Kamui los seguirá a todos desde aquí, así que llámenlo si tienen problemas. La persona que esté más cerca suyo será enviada a ayudarles. Yuuhi y Amni se quedarán con Kamui, de modo que éste pueda transmitirles cualquier alerta”.

Kyou miró a Kotaro: “Kotaro, tú y Yohji patrullarán la plaza de la ciudad para el departamento de policía, y adonde quiera que envíen a Tasuki, Shinbe lo seguirá. Toya y Kyoko se disfrazarán para integrarse a los festejos, y quizás para mantener sus identidades a salvo en caso de que ocurra algo inesperado. Patrullarán el área infantil, en busca de la bruja”. Le hizo un leve guiño a Kyoko, sabiendo que era lo que realmente quería.

“Amni, tú y Yuuhi además actuarán como el equipo de ‘limpieza’. Si algo se sale de control y hay demasiados espectadores, deberán estar listos”. En silencio los miró para hacerles saber que debían borrar la memoria de todo ser vivo en caso de sentirlo necesario. “Suki estará esperando con la camioneta por si necesitan armas, o que los recojan”.

Toya cruzó los brazos sobre su pecho, completamente satisfecho ante el hecho de estar con Kyoko esa noche, incluso si significaba disfrazarse para Halloween. La sospecha lo invadió al advertir que Kyou no había revelado su posición para esa noche.

“¿Y qué hay de ti?”, preguntó Toya con desconfianza.

Kyou entornó la vista hacia la ventana, sabiendo que ya no estaban solos en la habitación. Había sentido cómo el aire se desplazaba con un movimiento inadvertido, y el poder que se ocultaba en él era impactante.

“Terminó la reunión”. Kyou mantuvo su voz tranquila pero exigente para no alertar a los demás.

Al principio nadie se movió, esperando que Kyou se marchase como normalmente solía hacerlo luego de las reuniones. Cuando se hizo evidente que no se iría, uno por uno se levantaron y abandonaron el lugar. Kyoko también se dio por aludida cuando Kyou soltó su tobillo. En unos instantes, la habitación estaba vacía y Kyou cerró la puerta…trabándola para no ser interrumpido.

Reclinó su espalda contra la puerta y miró la habitación vacía.

Kyou dejó que sus sentidos aumentados exploraran cada centímetro cuadrado del lugar antes de elevar su vista hacia la ventana. Miró atentamente hacia un lugar ubicado directamente junto al marco. Sabía que ésta tenía que ser la misma entidad que había hecho desmayar a Kyoko hacía algunos minutos. Lo que no podía saber era por qué. Era obvio que no tenía malas intenciones… casi era como si solo estuviese de visita.

Sin embargo, Kyou no podía sacudirse la sensación de haber sentido la presencia de esta entidad antes. Sin importar qué fuera, Kyou sabía que debía averiguar sus secretos y el motivo por el que estaba allí. Mientras tanto, consintió la idea de mirar fijamente hacia su escondite hasta que se presentara o se fuera.

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