–Mi colega, la agente especial Shelley Rose, hablará con los medios de comunicación ―dijo ella, viendo como Shelley levantó la mirada sorprendida―. Los invitaremos a una conferencia televisada esta tarde.
Mientras los numerosos policías en la sala comenzaban a retirarse, el murmullo en la sala se elevó a conversaciones normales. Shelley se acercó a Zoe diciéndole en un murmullo nervioso: ―Nunca antes he dado una conferencia de prensa.
–Lo sé ―respondió Zoe―. Pensé que sería una buena oportunidad para que ganaras la experiencia. Es mejor hacerla ahora, mientras el caso está fresco. Cuanto más tiempo pase sin ser resuelto, peores serán los reporteros. Créeme, lo sé. Si no lo atrapamos antes de que sea necesario dar otra conferencia de prensa, yo me haré cargo como agente superior para la próxima.
Shelley asintió con la cabeza, sonrojándose por la emoción.
–Oh, Dios. ¿Me ayudarás a ensayar qué decir? Nunca he estado en la televisión, ni siquiera en el fondo ―dijo ella.
Zoe no pudo evitar sonreír. Había algo contagioso en la emoción de Shelley, aunque no lo suficiente como para hacerle pensar que una conferencia de prensa era algo agradable.