—Eso es lo que he querido decir, Sargento. Faraj era un peligroso terrorista y el mundo es un lugar mejor, ahora que se ha ido. ¿Especialista Murphy?
Murphy miró al general. A Luke le quedó claro que Murphy ya no estaba allí. Estaba mejor que la mañana siguiente a la batalla, pero no mucho.
—¿Sí? —dijo.
El general apretó los dientes. Miró a los hombres a su izquierda y su derecha.
—¿Cuál es su evaluación de la misión, por favor?
Murphy asintió. —Oh. ¿La que acabamos de hacer?
—Sí, Especialista Murphy.
Murphy tardó varios segundos en responder, parecía estar pensando en ello.
—Bueno, perdimos a nueve chicos de las Delta y dos pilotos de helicópteros. Martínez está vivo, pero tiene los huevos revueltos. Además, matamos a un grupo de niños, según me han dicho, e incluso a algunas mujeres. Había montones de tipos muertos en el suelo. Me refiero a cientos de chicos muertos. Y supongo que allí también había un famoso terrorista, pero nunca lo llegué a ver, así que... algo a lo estamos acostumbrados, supongo que se podría decir. Parece que es así cómo van estas cosas. Este no ha sido mi primer rodeo, si sabes a qué me refiero.
Miró a Luke al otro lado del pasillo.
—Stone parece estar bien. Y con respecto a mí, no me he hecho ni un rasguño. Podría decir con seguridad que ha ido bien.
Los oficiales miraron a Murphy.
—Señor —dijo Luke. —Creo que lo que el Especialista Murphy está intentando decir y verá en mi testimonio que estoy de acuerdo, es que la misión estaba mal concebida y probablemente mal supervisada. El Teniente Coronel Heath era un hombre valiente, señor, pero tal vez no fuera un estratega o un táctico muy bueno. Después de que se estrellara el primer helicóptero, le pedí que abortara la misión y se negó. También fue responsable personalmente de la muerte de varios civiles y probablemente de la muerte del cabo Wayne Hendricks.
De forma absurda, decir el nombre de su amigo casi hizo llorar a Luke. Los estaba disgustando de nuevo, este no era el momento ni el lugar.
El general volvió a mirar su papeleo. —¿Y, sin embargo, está de acuerdo en que la misión ha sido un éxito? ¿El objetivo de la misión ha sido alcanzado?
Luke pensó en eso un largo rato. En el sentido militar propiamente dicho, habían logrado el objetivo de la misión, eso era cierto. Habían matado a un terrorista que estaba en busca y captura y tal vez en algún momento, eso salvaría vidas. Incluso podría llegar a salvar muchas más vidas de las que se habían perdido.
Así era como estos hombres querían definir el éxito.
—¿Sargento Stone?
—Sí, señor, estoy de acuerdo.
El general asintió. También lo hizo el coronel. El hombre vestido de civil no respondió.
El general reunió sus papeles y se los entregó al coronel.
—Bien —dijo. —Caballeros. pronto aterrizaremos en Alemania, y luego me despediré de ustedes. Antes de hacerlo, quiero remarcar que creo que han hecho un gran trabajo y que deberían estar muy orgullosos. Obviamente, ustedes son hombres valientes y muy hábiles en sus trabajos. Su país tiene con ustedes una deuda de gratitud, una que nunca se les podrá pagar apropiadamente y tampoco será reconocida de manera pública.
Hizo una pausa.
—Por favor, reconozcan que la misión de matar a Abu Mustafa Faraj al-Jihadi, aunque fue un éxito, no se produjo. No existe en ningún registro, ni existirá jamás. Los hombres que perdieron la vida como parte de esta misión murieron en unas maniobras de entrenamiento durante una tormenta de arena.
Los miró, ahora con ojos duros.
—¿Entendido?
—Sí, señor —dijo Luke, sin dudarlo. El hecho de que estuvieran haciendo desaparecer esta misión no le sorprendió lo más mínimo. Él también la haría desaparecer, si pudiera.
—¿Especialista Murphy?
Murphy levantó una mano y se encogió de hombros. —Es tu problema, tío. Creo que nunca he estado en una misión que haya existido.
CAPÍTULO CUATRO
23 de marzo
16:35 horas
Mando de Operaciones Especiales del Ejército de los Estados Unidos
Fort Bragg
Fayetteville, Carolina del Norte
—¿Puedo traerte una taza de té?
Luke asintió. —Gracias.
La esposa de Wayne, Katie, era una chica preciosa, rubia, pequeña, bastante más joven que Wayne. Luke pensó que tal vez tendría veinticuatro años. Estaba embarazada de ocho meses de su hija y estaba enorme.
Vivía en un alojamiento básico, a medio kilómetro de Luke y Becca. La casa era un pequeño chalé de tres habitaciones, en un vecindario de casas exactamente idénticas. Wayne estaba muerto y ella estaba allí porque no tenía dónde ir.
Le llevó a Luke su té en una pequeña taza decorada, la versión adulta de las tazas que usan las niñas cuando juegan a fiestas del té imaginarias. Ella se sentó frente a él en la sala de estar, amueblada de forma austera. El sofá era un futón que podía convertirse en una cama doble para invitados.
Luke había visto dos veces antes a Katie, ambas veces durante cinco minutos o menos. No la había visto desde antes de estar embarazada.
—Eras el gran amigo de Wayne —dijo ella.
—Sí, lo era.
Ella se quedó mirando su taza de té, como si tal vez Wayne estuviera flotando en el fondo.
—Y estabas en la misión donde murió —no era una pregunta.
—Sí.
—¿Lo viste? ¿Lo viste morir?
A Luke no le estaba gustando la dirección que estaban tomando estas preguntas. ¿Cómo responder a una pregunta así? Luke no vio los disparos que mataron a Wayne, pero le había visto morir, de acuerdo. Daría cualquier cosa por no haberlo visto.
—Sí.
—¿Cómo murió? —preguntó ella.
—Murió como un hombre, como un soldado.
Ella asintió, pero no dijo nada. Tal vez esa no era la respuesta que estaba buscando, pero Luke no quería ir más lejos.
—¿Sufrió? —dijo ella.
Luke sacudió la cabeza. —No.
Ella lo miró a los ojos. Sus ojos estaban rojos y llenos de lágrimas. Había una tristeza terrible en ellos. —¿Cómo puedes saberlo?
—Hable con él, me dijo que te dijera que te amaba.
Era una mentira, por supuesto. Wayne no había logrado pronunciar una oración completa, pero era una mentira piadosa. Luke creía que Wayne lo habría dicho, si hubiera podido.
—¿Es por eso que has venido hasta aquí, Sargento Stone? —dijo ella. —¿Para decirme eso?
Luke cogió una bocanada de aire.
—Antes de que muriera, Wayne me pidió que fuera el padrino de vuestra hija —dijo Luke. —Acepté y estoy aquí para honrar ese compromiso. Tu hija nacerá pronto y quiero ayudarte a superar esta situación en todo lo que pueda.
Hubo una larga y silenciosa pausa entre ellos. La pausa se alargó más y más tiempo.
Finalmente, Katie negó con la cabeza, sólo un poco, y habló en voz baja.
—Nunca podría dejar que un hombre como tú fuera el padrino de mi hija. Wayne está muerto por culpa de hombres como tú. Mi niña nunca tendrá un padre por culpa de hombres como tú, ¿lo entiendes? Estoy aquí porque todavía tengo atención médica, así que mi bebé nacerá aquí. ¿Pero después de eso? Voy a correr lo más lejos posible del Ejército y de gente como tú, tanto como pueda. Wayne fue un estúpido por involucrarse en esto y yo fui una estúpida por aceptarlo. No tienes por qué preocuparte, Sargento Stone, no tienes ninguna responsabilidad conmigo. Tú no eres el padrino de mi bebé.
Luke no pudo pensar en una sola cosa que decir. Miró su taza y vio que ya se había terminado su té. Puso la taza de té sobre la mesa. Ella la recogió y movió su cuerpo hacia la puerta de la pequeña casa. Abrió la puerta y la mantuvo abierta.
—Que pases un buen día, Sargento Stone.
Él la miró fijamente.
Ella empezó a llorar. Su voz era más suave que nunca.
—Por favor, sal de mi casa. Sal de mi vida.
* * *
La cena fue monótona y triste.
Se sentaron frente a la mesa, sin hablar. Ella había hecho pollo relleno y espárragos y estaba bueno. Le había abierto una cerveza y la había vertido en un vaso, todo por complacerle.