Блейк Пирс - Una Vez Inactivo стр 5.

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Riley sonrió y admitió: —Sí, lo he pensado.

Se miraron a los ojos durante unos momentos. Una vez más, Riley disfrutó del silencio entre ellos. Pero, por supuesto, sabía que no podían dejar todas esas preguntas dando vueltas por su mente.

Finalmente Riley dijo: —Volvamos afuera.

Rellenaron sus copas, salieron al porche y se sentaron de nuevo. La noche se volvía más hermosa con cada minuto que pasaba.

Blaine se acercó, tomó la mano de Riley y dijo: —Sé que es una gran decisión. Tenemos mucho en qué pensar. Por un lado, ambos hemos estado casados antes. Y… bueno, estamos envejeciendo.

Riley pensó en silencio: «Razón de más para comprometernos.»

Blaine continuó: —Tal vez deberíamos comenzar haciendo una lista de todas las razones por las que esto podría no ser una buena idea.

Riley se echó a reír y dijo: —¿Tenemos que hacerlo, Blaine?

Pero sabía perfectamente que tenía razón.

«Y yo debo ser la que empiece la lista», decidió.

Respiró profundo y dijo: —Para empezar, tenemos que pensar en nuestras hijas. Tenemos tres adolescentes que cuidar. Si nos casamos también seremos padrastros, yo de tu hija y tú de las mías. Eso es un gran compromiso.

–Lo sé —dijo Blaine—. Me encanta la idea de ser un padre para April y Jilly.

Riley sintió un nudo en la garganta ante la sinceridad en su voz.

–Me siento igual respecto a Crystal —dijo Riley antes de añadir con una sonrisa—. Mis hijas tienen una gata y una perra. Espero no te moleste eso.

Blaine dijo: —No, para nada. Ni siquiera pediré un depósito por mascotas.

Su risa resonó en el aire de la noche.

Luego Riley dijo: —De acuerdo, es tu turno.

Blaine suspiró profundo y dijo: —Bueno, ambos tenemos un ex.

Repitiendo su suspiro, Riley dijo: —Sí, eso es cierto.

Se estremeció al recordar su único encuentro con la ex esposa de Blaine, Phoebe. La mujer borracha había estado físicamente atacando a la pobre de Crystal hasta que Riley se la quitó de encima.

Blaine le había dicho a Riley que casarse con Phoebe había sido un error de su juventud, antes de que tuviera idea de que ella era bipolar y un peligro para sí misma y los demás.

Adivinando los pensamientos de Riley, Blaine dijo: —Tengo tiempo sin saber de Phoebe. Ella vive con su hermano, Drew. Me comunico con Drew de vez en cuando. Dice que Phoebe está en rehabilitación y que está mucho mejor, pero ni siquiera piensa en Crystal y en mí. Estoy seguro de que más nunca volverá a formar parte de nuestras vidas.

Riley tragó saliva y dijo: —Me gustaría poder decir lo mismo de Ryan.

Blaine apretó la mano de Riley y dijo: —Bueno, él es el padre de April. Va a querer seguir siendo parte de sus vidas. De la de Jilly también. Lo entiendo.

–Estás siendo demasiado justo con él —dijo Riley.

–¿En serio? ¿Por qué?

Riley pensó: «¿Cómo podré explicárselo?»

El único intento de Ryan de reconciliarse con ella y regresar a casa había terminado desastrosamente, especialmente para Jilly y April, quienes aprendieron por las malas que no podían contar con su padre.

Riley no tenía idea de cuántas novias había tenido.

Tomó un sorbo de vino y dijo: —No creo que veremos mucho de Ryan. Y creo que eso es lo mejor.

Riley y Blaine se quedaron en silencio durante unos momentos. Mientras miraban hacia la noche, sus preocupaciones sobre Phoebe y Ryan se esfumaron de su mente, y una vez más disfrutó de la maravillosa calidez y confort de la compañía de Blaine.

El silencio fue interrumpido por los sonidos de pisadas y risas a lo que las chicas salieron corriendo de su habitación. Estaban haciendo algo en la cocina, Riley supuso que sirviéndose un aperitivo.

Entretanto, Riley y Blaine empezaron a hablar en voz baja de diferentes temas, si sus carreras muy diferentes podrían encajar o no, que Riley tendría que vender la casa urbana que había comprado hace apenas un año, cómo manejarían sus finanzas y otras cosas por el estilo.

Mientras hablaban, Riley se encontró pensando: «Empezamos tratando de enumerar razones por las que casarnos no sería una buena idea.»

En cambio, parecía una excelente idea.

Y lo verdaderamente hermoso era que ninguno de ellos tenía que decirlo en voz alta.

«Debí haber dicho que sí», pensó.

Sin duda se sentía como si se estuvieran comprometiendo para casarse.

Y realmente le gustaba esa sensación.

Su conversación fue interrumpida cuando April llegó corriendo al porche con el teléfono celular de Riley en la mano.

Estaba sonando.

Mientras le entregaba el teléfono a Riley, April dijo: —Oye, mamá, dejaste tu teléfono en la cocina. Tienes una llamada.

Riley contuvo un suspiro. Sabía que no querría hablar con quienquiera que la estaba llamando. Efectivamente vio que la persona que la estaba llamando era el agente especial Brent Meredith.

Se sintió terrible al darse cuenta de que la quería de vuelta en el trabajo.

CAPÍTULO CUATRO

Cuando Riley atendió la llamada, oyó la voz ronca conocida de Meredith.

–¿Cómo te está yendo en tus vacaciones, agente Paige?

Riley se contuvo para no decir: —Bien hasta ahora.

En cambio respondió: —Excelente. Gracias.

Se levantó de la silla y se alejó un poco por el porche.

Meredith soltó un gruñido vacilante y luego dijo: —Mira, hemos estado recibiendo algunas llamadas telefónicas peculiares de una mujer policía en Mississippi, de un pueblito costero llamado Rushville. Está trabajando en un caso de asesinato. Un hombre local fue asesinado de un martillazo en la cabeza y… —Meredith se detuvo de nuevo y luego dijo—: Cree que se trata de un asesino en serie.

–¿Por qué? —preguntó Riley.

–Porque algo similar ocurrió en Rushville hace unos diez años.

Riley entrecerró los ojos, sintiéndose sorprendida. Ella dijo: —Transcurrió mucho tiempo entre los asesinatos.

–Sí, lo sé —dijo Meredith—. Hablé con su jefe, y él dijo que no le prestara atención. Que solo era una policía aburrida en busca de emoción. Sin embargo, ella sigue llamando y realmente no parece una loca, así que tal vez…

Meredith se quedó callado de nuevo. Riley miró dentro de la casa y vio que Blaine estaba ayudando a las chicas a servirse algo de comida en la cocina. Se veían tan felices. Riley se sintió terrible ante la idea de tener que terminar estas vacaciones antes de tiempo.

Entonces Meredith dijo: —Mira, supongo que estaba pensando que si estabas cansada de vacacionar y ansiosa de regresar al trabajo, tal vez podrías viajar a Mississippi y…

Riley se sorprendió al oír su propia voz interrumpirlo bruscamente.

–No.

Otro silencio cayó, y Riley sintió el corazón en la garganta.

«Dios mío —pensó—. Acabo de decirle que no a Brent Meredith.»

Nunca había hecho eso antes. Se sabía que a Meredith no le gustaba esa palabra, especialmente cuando había trabajo que hacer.

Riley se preparó para ser regañada. En cambio, oyó un suspiro.

Meredith dijo: —Sí, debí haberlo sabido. Probablemente no es nada de todos modos. Siento haberte molestado. Sigue disfrutando de tus vacaciones.

Meredith finalizó la llamada, y Riley se quedó en el porche mirando el teléfono.

Las palabras de Meredith resonaron en su cabeza: —Siento haberte molestado.

Eso no era propio de su jefe. No solía pedir disculpas.

Entonces, ¿qué estaba pensando realmente?

Riley tenía la sensación de que Meredith no creía lo que acababa de decir: —Probablemente no es nada de todos modos.

Riley sospechaba que algo de la historia de la mujer policía había despertado el interés de Meredith, y que creía que había un asesino en serie en Mississippi. Pero como no tenía ninguna evidencia tangible, sentía que no podía ordenar a Riley a trabajar en el caso.

Mientras Riley miraba su teléfono, se encontró pensando: «¿Debería llamarlo? ¿Debería ir a Mississippi a investigar?»

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