“Estoy aquí para hablar con el director”, dijo ella.
“¿Y usted es…?”.
“Agente Mackenzie White, del FBI”.
La mujer se detuvo por un instante, como si no creyera a Mackenzie. Esta vez, le tocaba a Mackenzie mirarle con aspecto irritado. Le mostró su placa y entonces vio cómo la mujer se ponía en movimiento. Agarró el teléfono, marcó una extensión, y habló con alguien brevemente. Evitó hacer contacto ocular con Mackenzie todo el tiempo.
Cuando la mujer ya había terminado, volvió a mirar a Mackenzie. Era evidente que se sentía avergonzada, pero Mackenzie hizo todo lo que pudo para no regodearse demasiado en ello.
“La señora Talbot le verá de inmediato”, dijo la mujer. “Vaya hacia la parte de atrás. Su oficina es la primera puerta que se va a encontrar”.
Mackenzie atravesó la única otra puerta que había en el recibidor y entró a un pasillo. El pasillo era bastante corto, y contenía solo tres puertas. Al final del pasillo, había un par de puertas dobles que estaban cerradas. Asumió que la residencia propiamente dicha estaría detrás de esas puertas, esperando que las habitaciones estuvieran en bastante mejor estado que el resto del edificio.