"Si fuera tú, yo no lo bebería como si fuera limonada. Toma."
La voz era tan profunda y rica que hizo que unos dedos de calor recorrieran su espina dorsal y que pequeñas pulsaciones palpitaran en el corazón de su sexo. Una fuerte mano masculina le tendió un pañuelo blanco como la nieve que ella cogió sin pensar. Se secó los ojos y luego cogió su vaso de agua y bebió la mitad. Entonces levantó la mirada para ver quién había venido en su rescate.
Depredador. Esa es la primera palabra que se le vino a la mente. Una emoción desconocida de tentación prohibida le recorrió el cuerpo al ver al hombre sentado a su derecha. Anchos hombros y manos con dedos largos y delgados. Una cara llena de ángulos con una nariz recta y unos labios sensuales, pero una mirada totalmente ilegible. Ojos más oscuros que el carbón bajo unas pestañas mas gruesas que las suyas. Pelo negro y largo, atado por atras con una tira de cuero.
Había algo feroz con él. Salvaje. Indomable. Peligroso. Una poderosa energía radiaba de él y golpeaba contra su cuerpo, todo ello apenas domado bajo el manto civilizado de un traje a medida y una camisa de vestir de seda. Una imagen prohibida de él desnudo apareció en su mente, su largo pelo negro, los musculos de su bronceado cuerpo ondeando con la luz del sol. Una pantera, a eso le recordaba. Y por un momeno, ella quiso estar perdida en la jungla.
Él levantó una ceja. "¿Pantera? ¿Es eso una contraseña?"
Oh, Dios, ¿he dicho eso en voz alta? "No prestes atención a nada de lo que salga de mi boca esta noche." El calor subió por sus mejillas. "Mi mente no está funcionando correctamente."
Sus ojos se clavaron en ella y se estremeció. El sentido común le decía que debía alejarse lo máximo pasible de ese desconocido antes de verse en una situación que se estuviera fuera de su control. Sus amantes habían sido lamentablemente escasos y decepcionantes y ninguno había hecho que su sangre se calentara y se humedeciera entre sus piernas como lo había hecho este desconocido. Se preguntó como sería tener sexo caliente y sudoroso con él. Los músculos de lo profundo de su cuerpo se contrajeron.
Casi rió. Sus abuelos se revolcarían en sus tumbas si supieran que un pensamiento así había invadido su mente. Bien. Se merecen un poco de hervor en la tumba después de lo que me hicieron.
Taylor sabía que debería acabar su bebida, ir a su habitación y tratar de no pensar en como su vida había sido destruida en pequeños pedacitos. O en el episodio humillante de hoy. Pero el resentimiento había estado hirviendo en su interior durante una semana y lo que había pasado hoy había hecho que se juntara toda la amargura. La implacable disciplina que había permitido que le impusieran durante toda su vida había sido en vano. Por una mentira.
Cuando el abogado que se ocupaba de la herencia de su abuela le entregó la carta en la que se detallaba la monstruosa farsa que había estado viviendo, se llevó el susto de su vida. Nada había sido como ella pensaba. Ni siquiera era Taylor Scott en realidad. En este punto ella no sabía quien diablos era ella. Pero sí sabía quien no quería ser.
Tal vez ahora era el momento para descubrir que le ofrecía la vida. Para saborear la fruta prohibida que siempre se había negado a sí misma.
Devolvió el pañuelo de algodón, notando sus fuertes y delgados dedos mientras lo hacía. El breve contacto hizo que el calor se disparara a traves de ella. "Gracias. Yo, em, tragué más de lo que pretendía."
Él apuntó hacia su vaso. "Hay que sorberlo despacio, no tirarlo. Los buenos whiskeys están hechos para ser saboreados."
"Lo sé." Enderezó la espalda y se revolvió el pelo. "¿Crees que no sé cómo beber un buen whiskey?"
Pensó que se asomaba una sonrisa en su boca, pero el indicio de ello desapareció al momento.
"Creo que tus hábitos de bebida son asunto tuyo. Sólo estaba ofreciendo un amistoso consejo." Le hizo un gesto al camarero y levantó su vaso.
"Bueno, puedes quedarte el consejo, pero gracias por lo del pañuelo. Ahora estoy bien." ¡Mentira!
"Bien. Me alegra ser de ayuda."
Taylor acabó el resto de su bebida a trargos pequeños y trató de ignorar al hombre de su lado. El licor trazó fuego a través de su sangre pero dejó intacto el punto frío que se asentaba en su interior como un bloque de hielo. Levantó la mano y le hizo un gesto al camarero.
"¿Segura de que quieres otro de esos?" La profunda voz provocó otro destello de calor.
"Sí. Estoy segura. Y gracias por preocuparte, pero no necesito que alguien monitorice mis tragos."
Él se encogió de hombros. "Por mí bien." Levantó una ceja cuando el camarero sirvió otro vaso lleno en frente de ella. "¿Celebrando? ¿O ahogando tus penas?"
"Ninguna de las dos. Sólo..." Buscó la palabra correcta, pero no pudo encontrar ninguna. "Sólo bebo."
"Odio tener que decirtelo, pero no parece que lo estés disfrutando mucho."
Taylor se giró para mirarlo y se encontró capturada de nuevo por la oscuridad de sus ojos.
Ojos sin alma. Pero, ¿de dónde venía eso? "Al contrario. Me lo estoy pasando en grande." Tomó un buen trago de su nueva bebida y casi se atragantó de nuevo. Cogió su vaso de agua y bebió de él.
"Mm-hmm. Realmente veo placer en tu cara."
Estaba empezando a ponerle nerviosa. "Eres bastante entrometido." Tuvo que apartarse de su penetrante mirada. "Yo diría que es angustiante descubrir que después de treinta años tu vida ha sido una mentira, y que el único familiar que parece quedarte niegue tu existencia. Llévatelo. Los cuentos de hadas no son reales."
Él levantó una ceja. "Suena bastante serio."
La ira volvió a atravesarla. Serio no era la palabra exacta para describir su sentimiento de traición. Todos estos años de seguir la linea. De asfixiantes normas y poca flexibilidad. De una vida con pocos placeres, luchando por una aprobación que nunca llegó. De la profunda tristeza de su madre y del control autocrático de sus abuelos sobre su vida y la de su madre. Sentía como si alguien le hubiera robado los anteriores treinta años, años que se fueron para siempre. Ahora, ella quería rebelión y venganza.
"Me estoy despidiendo de mi pasado y dando la bienvenida al primer día del resto de mi vida. Creando la nueva yo."
Porque la antigua yo fue el producto de una mentira y muy aburrida.
Taylor resistió la tentación de meter la mano en el bolsillo de su chaqueta, sacar la hoja de papel y volver a leer las malditas palabras. No importaba Las tenía memorizadas.
Me doy cuenta ahora de que fue un error ocultarte esto durante todos estos años. Tienes que creer que nuestras intenciones fueron las mejores. Pero ya sabes lo que dicen de las buenas intenciones. Ciertamente, nos han allanado el camino al infierno a todos nosotros.
El hombre acabó su bebida y pidió que se la rellenaran. "No pareces alguien con un pasado del que necesite deshacerse."
"Demuestra lo mucho que sabes." Taylor tragó las ultimas gotas de su vaso y la tensión de su cuerpo se soltó un poco más. El whiskey estaba empezando a hacer su magia en ella. La ira seguia allí igulamente. Eso no se iría pronto.
"¿Qué te trae por San Antonio?"
Una mala decisión. No todos los días me echan de las oficinas de la empresa como si fuera una especie de criminal o un trozo de basuura.
"Es personal." Así que callate y déjame sola. Hizo un gesto al camarero para pedir otro trago. Tal vez, con el suficiente licor en su sistema podría olvidar todo su dolor.
"Supongo que las cosas no fueron bien." Él agarró su bebida fresca y la tomó de un trago.