Si bien estas medidas se presentan como básicas y esenciales, no tienen en cuenta un fenómeno descrito por la literatura como efecto IKEA, por el cual el consumidor se siente mejor y más realizado si lleva a cabo actuaciones de un nivel de dificultad medio con aquello que adquiere, como es el montaje de un armario prefabricado siguiendo las instrucciones incluidas.
Fenómeno descubierto al realizarse una investigación conjunta entre la Escuela de Negocios de Harvard, la Universidad de Yale y la Universidad de Duke (Norton, Mochon, & Ariely, 2012), cuando trataban de analizar por qué empresas como IKEA habían tenido tanto éxito en los últimos años.
Para ello después de comprobar multitud de variables, los investigadores se dieron cuenta que la implicación del cliente en las tareas de construcción a través del armado de elementos según un esquema previo a seguir, parece ser que crea cierto grado de satisfacción personal por haber completado una actividad creativa.
Para comprobarlo utilizaron varias tareas en donde participaban voluntarios, a los cuales se les solicitaba que valorasen económicamente el producto final, de cada una de las tareas encomendadas, ya fueran estas las más próximas a la actividad natural de un producto de IKEA, como la de armar una caja, frente a otras como la de hacer una figura de papel, empleando la técnica del Origami.
Los resultados informan que los constructores valoraban más su obra, siempre y cuando se les hubiese dejado concluir, incluso comparada con la realizada por expertos, que a pesar de poder quedar mejor no producían el mismo nivel de satisfacción.
Así pues, la implicación con aquello que se hace, se ha comprobado como incrementa el valor subjetivo de lo construido, con nuestras propias manos, incluso aunque no esté bien montado, frente a lo que podemos comprar ya armado.
Este efecto bautizado como efecto IKEA por la marca que popularizó el hazlo tú mismo, ya se ha visto también en otras marcas y compañías que ofrecen esta experiencia creativa de participación en la construcción del producto final.
Es decir y basado en estos resultados, en la medida en que la población adopte acciones para frenar el contagio del COVID-19, y estas impliquen un nivel de dificultad medio, la ciudadanía se sentirá más satisfecha sintiendo que está contribuyendo efectivamente a la detención del avance de la enfermedad, en cambio, si únicamente se solicita a la población realizar acciones de dificultad baja como lavarse las manos o mantener la distancia, esto va a provocar cierto sentimiento de falta de implicación con respecto a dichas medidas de salud, ya que va a tener la sensación de que todo está en manos del gobierno, pudiendo provocar con ello, no solo insatisfacción ante la situación, sino una falta de adhesión a dichas medidas.
Aspectos psicológicos que por desconocimiento o por falta de previsión por parte de las autoridades pueden estar detrás de que la eficacia de las campañas encaminadas a la adopción de conductas de salud sea limitada en muchos casos.
Así, y por ejemplo a la hora de adoptar medidas de confinamiento, lo cual no supone ninguna actividad especial, ello puede llevar a un cierto sentimiento de desilusión, al pensarse que no se está haciendo nada mientras se ve que otros profesionales, principalmente los sanitarios y cuerpos y fuerzas de seguridad están trabajando en ocasiones por encima de sus posibilidades contra esta pandemia.