-Bueno, mira, vamos a ver qué contiene la caja âdijo, impaciente, LuÃs.
Pequeña, de color plateado, tenÃa todos sus resquicios sellados con lacre rojo, el mechero de gasolina de LuÃs ayudó a abrirla y en el interior ¿a qué no se imagina lo que encontramos?
-¡Un simple papel! Un papel en el que estaba escrito una sola palabra: Rais. La misma que habÃa pronunciado el hombre antes de morir âdijo SofÃa-; no tenÃa sentido ¿qué extraño significado encerraba que la gente mataba por ella?
-Como supondrá no pudimos pegar ojo en toda la noche intentando descubrir lo que estaba pasando, barajamos infinidad de teorÃas, incluso el que fuese el nombre de un misil o alguna vacuna imprescindible contra alguna enfermedad raraâ¦Â¡ya qué sé lo que imaginamos!
AmanecÃa y aún estábamos perplejos por lo ocurrido, no sabÃamos qué hacer. Se nos escapaba el significado de aquellas palabras oÃdas a un hombre moribundo, y luego estaba la caja que precisamente le habÃa entregado a SofÃa, ¿por qué a ella?, no podÃamos contarle a nadie lo ocurrido, no nos creerÃan o, si lo hacÃan, lo más probable es que también estuviesen metidos en la historia y habÃa posibilidades de salir malparados de la dichosa movida, ¡en fin, una pasada!
-Lo mejor que podemos hacer es esperar a ver qué pasa âdijo prudentemente LuÃs âtarde o temprano encontrarán el cadáver y es fácil que el periódico lo publique uno de estos dÃas. Lo más recomendable es que volvamos a Madrid esta noche y esperemos ver qué ocurre y quién es ese hombre.
-Por mÃ, de acuerdo ârespondió Ricardo.
-¿A qué playa se referirÃan? âpregunté a SofÃa.
-¡Vete a saber! Hay montones de calitas por toda la costa, no creo que lleguemos a averiguarlo. âcontestó ella.
Ninguna razón nos retenÃa allÃ, es más, alguien podÃa habernos visto y quizás estuviésemos en peligro, asà que volvimos a la sombra y regresamos a Chueca; nos tomamos la noche con calma, bebimos y bebimos intentando frivolizar el asunto, tal vez los periódicos de la mañana nos aclarasen algo. Como es lógico acabamos pedos perdidos, con un cuelgue que no veas. A la mañana siguiente compramos âLa Voz de Galiciaâ en uno de los quioscos de Sol, desayunando en un bar nos pusimos a ojearlo y allÃ, en la página de noticias locales, aparecÃa lo siguiente:
ENCUENTRAN UN HOMBRE APUÃALADO EN LA PLAYA DE RIAZOR
La Coruña, 24 de junio.- Un hombre, al parecer de raza árabe, fue encontrado muerto a primeras horas de la madrugada por una pareja de novios que paseaban a su perro; éste se acercó a las barcas varadas cerca del Playa Club cuando se puso a aullar de forma lastimera, intrigados por el comportamiento del animal se acercaron a ver qué ocurrÃa, y entonces fue cuando lo vieron: un hombre, de unos treinta años, estatura media, tez oscura, yacÃa debajo de una de ellas empapado en lo que se podÃa pensar era agua debido a lo oscuro de la noche pero resultó ser sangre. Rápidamente avisaron a la policÃa que se personó en el lugar de los hechos al momento.
La principal teorÃa, y la más probable, es que se trata de un ajuste de cuentas entre traficantes de droga; no se sabe a ciencia cierta qué es lo que ocurrió, según el forense el hombre llevaba varias horas muerto. En estos momento se procede a su identificación asà como a tomar declaración a la gente que se encontraba alrededor de la medianoche en esa zona, tarea ardua si se tiene en cuenta que la noche del sábado es una de las más concurridas de la semana, por ello la policÃa pide la colaboración de todos los ciudadanos que en la noche de ayer se encontraban en las inmediaciones de la playa.
-¡Bueno, esto es la monda! Los que más sabemos del tema somos nosotros âdijo SofÃa ây sabemos perfectamente que no es un traficante de drogas, no sé quién puede ser el tronco pero tiene más tela el asunto de lo que aparenta, ¿no?
-¡Por supuesto! Sino ¿por qué aquellos hombres dijeron que era fundamental para la supervivencia de su pueblo?
-Puntualicemos âdije yo âlo que dijo fue la vida de nuestro pueblo depende de ella que es bien distinto.
-¡Eres el colmo, tÃa! Estamos metidos en una movida que te cagas y a ti se te ocurre hacer puntualizaciones gramaticales âdice LuÃs perdiendo la paciencia.
-¿Qué te pasa?
-Nada, es que tiene miedo y entonces se pone nervioso âexplica SofÃa.
-¡No es cierto! âprotesta él.
-Bueno, bueno, vamos a dejarlo y ocupémonos del asunto ¿qué más da unas palabras que otras? âhabla Ricardo intentando que el mosqueo no prospere.
-No sé, me parece que sà la tiene âme defiendo.
-Vale tronca, pero lo más urgente es descubrir quién es el tipo ese y por qué lo mataron yâ¦
-Y también por qué me dio a mà la caja.
-SÃ, también, ¡qué cruz de basca! Déjame continuar; como iba diciendo⦠¿Quién es? ¿ConocÃa a SofÃa? Ella dice que nunca lo habÃa visto, luego esto quiere decir que, a lo mejor, SofÃa con todas las relaciones extrañas que tiene por ahà debe saber de alguien común a ella y al hombre de la playa, o puede que sea simple casualidad que le dirigiese la palabra. Creo que debemos esperar unos dÃas antes de contarle nada a la pasma o a quien sea, alguien en quien podamos confiar. ¿Estáis de acuerdo?.
-Parece lo más prudente âdigo yo al tiempo que llamo al camarero para que nos traiga unos cafés con unas magdalenas.
-Si vamos a esperar a que la pasma logre identificarlo, entonces esta puede hacer un poco de memoria y a lo mejorâ¦si sabe realmente algo que ella todavÃa no sabe que lo sabeâ¦
-Te estás liando, colega âcorta SofÃa.
-¡Pasa! ¿Eh? ¿Es que no puede uno hablar aquà sin que le corte alguien?
-¡Vale! Sigue, nadie te dice nada, tronco.
-Ya me he olvidado⦠¡Ah, sÃ! Pues que creo que tiene razón Ricardo.
-¡¿Y para decir eso te has montado este rollo?!
-¡Dejad de discutir de una vez! ¡Basta! âdigo intentando poner orden âtranquilizaos, tenemos que desaparecer, debemos encontrar un sitio seguro donde no puedan localizarnos, y ver cómo se desarrolla todo este mogollón. ¿Dónde os parece que podrÃamos ir? ¡Ideas! ¿Qué se te ocurre, Ricardo?
-Lo que es evidente es que ni en La Coruña ni en Madrid podemos escondernos, llevamos dos dÃas sin aparecer por nuestras respectivas casas, nosotros tenÃamos que haber ido a esperar a mi madrina que llegaba por la mañana en el tren, con lo histérica que es seguro que ya ha llamado a la policÃa; no debemos quedarnos, si alguien se entera que hemos sido testigos de un asesinatoâ¦
-¡No exageres!
-No exactamente, pero alguien puede creer que hemos visto más de lo que decimos, y entonces sà que lo tendrÃamos claro.
-No te equivocabas âdijo el comisario Soler interrumpiendo el relato de Teresa âen efecto, tu madrina vino a la comisarÃa hecha un manojo de nervios, parecÃa que iba a darle un ataque de un momento a otro, pidió una copa de aguardiente para tranquilizarseâ¦
-Se pasa el dÃa tranquilizándose âironizó Ricardo.
-Bueno, en ese momento se veÃa que lo necesitaba; asà fue como me encontré metido en esta historia.