"Ven conmigo", alto, oscuro y guapo susurró como si estuvieran solos.
Su voz suave resonó en la habitación, ahogando un poco de sonido que estaba llegando al confuso cerebro de Kyoko. Se deslizó los dedos por la palma de su mano, sintiendo el fuego y deseando que ardiera... no querÃa nada más que ir con él. Su mano se apretó contra la de ella mientras la conducÃa hacia la puerta. -Ven conmigo.- La voz seguÃa resonando en su mente como una petición cantada que no podÃa rechazar.
Hyakuhei observó mientras el mestizo conducÃa a la chica hipnotizada por el club, salÃa por la salida y entraba en la noche traicionera. Ãl inmediatamente se alejó de su lugar en el bar, siguiendo a la niña y maldiciendo a Tadamichi ya su crÃa por interponerse en su camino... de nuevo.
Sus ojos se agrandaron cuando él oyó el sonido de la voz inquietante de su hermano no invitados en su mente. "Hermano... ¿matarÃas a mis hijos por ella? Salva a ella entonces... solo la rasgarás más tarde. Eres un demonio, un asesino a sangre frÃa... ¿realmente crees que ella te tendrá? "
La visión de Hyakuhei barrió la habitación sabiendo que su hermano estaba cerca... mirándolo. No te pedà que me acariciaste Tadamichi. ¿Te has puesto tan aburrido de matar que has decidido verme hacerlo? »Con un gruñido profundo cortó el vÃnculo con su gemelo al ver que la chica ya se habÃa ido. Sintió una incontenible cólera de celos en su interior que trataba de interponerse entre él y su objetivo.
Se sintió más que oÃr un susurro invisible de movimiento que venÃa de detrás y se volvió abruptamente, sosteniendo su mano frente a él. Su poder ardÃa, golpeando al camarero en el centro del pecho.
Amni fue arrojado a través de la habitación, chocando contra un espejo detrás de la barra y enviando una lluvia de copas de vino espirando en todas direcciones. Casi todo el movimiento se detuvo en el club y Hyakuhei maldijo por su propio descaro.
Amni se levantó y se encontró con la mirada de Hyakuhei un poco insegura. Silenciosamente llegaron a un acuerdo y volvieron su mirada hacia los otros patrones del club. Los humanos no eran testigos de tales cosas.
De repente, todo el mundo volvió a lo que estaban haciendo y Hyakuhei dio la espalda al camarero, sin esperar a ver si hacer una mente limpiar a tantos a la vez debilitó la raza media o no. Deja que los subordinados limpien el desastre... Hyakuhei tenÃa cosas mejores que hacer.
Al salir de la noche, dejó que una sonrisa oscura se extendiera por su rostro cuando vio que las tres mestizas comenzaban a caer detrás de su amiga y la niña.
-¿Quieres tanto que me sientas hermano? Siente esto. Las palabras salieron de sus labios mientras su poder lo rodeaba en una neblina roja que irradiaba hacia fuera. Sintiendo el cambio en el aura, los tres demonios se volvieron para mirarlo, sus ojos se ponÃan negros y brillaban oscuros. Ellos siseaban de temor y confusión, confundiéndolo con Tadamichi antes de escabullirse en las sombras en un esfuerzo por escapar de la rabia en el aire.
Al convertirse en una mancha de movimiento que el ojo normal no podÃa ver, Hyakuhei se deslizó detrás de la más cercana y pasó su mano por el pecho de la mitad de la raza en retirada. Dejó escapar un gorgoteo apagado de su matanza antes de cubrir la boca del demonio con una mano con garras y girar su cabeza con una grieta enfermiza.
El vampiro se puso rÃgido cuando su cara se contorsionó, revelando su verdadera identidad antes de caer al suelo en un montón de polvo y pegote. Los otros dos mestizos lo vieron y miraron abiertamente horrorizados ante el señor vampiro en medio de ellos... la muerte los habÃa encontrado.
Los ojos de Hyakuhei se mostraban con ébano insondable en la luz de la farola antes de que lentamente volviera su atención hacia ellos. Los otros dos demonios le silbaron viciosamente antes de desaparecer más profundamente en las sombras. Hyakuhei sacudió los restos de su matanza de su mano en desprecio y dio persecución.
El segundo era mucho más fácil y pronto se encontró separado de su cabeza... literalmente. El tercer... Hyakuhei decidió tener un poco de diversión con. Acorralándolo al final de un callejón, el demonio de la mitad de la raza hizo un intento de escalar la pared para alejarse de la antigua, pero Hyakuhei no tendrÃa nada de eso.
Gimiendo suavemente, el último subalterno cometió su último error y se encontró con la mirada de Hyakuhei.
Respirando hondo, Hyakuhei inclinó la cabeza hacia un lado y le tendió la palma de la mano para que el vampiro la tomara. El mestizo se tambaleó lentamente hacia él, incapaz de resistirse al esclavo del señor vampiro. Una vez dentro de la distancia tocante, Hyakuhei envolvió un brazo alrededor de él, tirando de él cerca.
"Ella no fue para ti," susurró Hyakuhei suavemente. Ãl separó sus labios, dejando sus colmillos crecer a su longitud completa antes de hundirlos en la garganta de su matanza. Parte de él estaba disgustado con sus acciones, pero tomar la vida de otro de tal manera tenÃa sus ventajas. Al tomar la vida de un vampiro semejante a la raza de esta manera, uno podrÃa aprender todo su conocimiento... tal como donde otros podrÃan estar ocultando.
Para su decepción, éste sabÃa muy poco. Ãl rápidamente retiró sus colmillos tomando un gran pedazo de carne con ellos. Hyakuhei escupió el sabor ofensivo y dejó caer el cuerpo al suelo. No sentÃa simpatÃa al ver la expresión suplicante en la cara de su vÃctima.
La sangre de la cual la escoria ya habÃa participado por la noche se le escapaba lentamente... no le pertenecÃa de todos modos. Ahora estarÃa demasiado débil como para pedir ayuda de cualquier manera, pero Hyakuhei no querÃa arriesgarse a que el mestizo pudiera vivir. Colocando el pie en la cara del mestizo, Hyakuhei puso su peso sobre él... aplastando su cabeza.
Dio un paso atrás en satisfacción cuando el lÃquido se quemó de su zapato y piernas pantalones dejando el material intacto.
Cuando el vampiro expiró y se disolvió en un charco polvoriento informe, Hyakuhei se sentÃa un poco más justificado al robarles su premio y sus vidas. Ahora todo lo que tenÃa que hacer era cuidar de su "lÃder audaz". Casi sonrió al ver el tÃtulo, pero lo mejor serÃa describir la suciedad en este momento.
Es cierto que necesitaban un lÃder y Hyakuhei estaba enfadado porque Tadamichi no habÃa enseñado a estos subordinados las costumbres o incluso la etiqueta de vampiros. Lo único que sabÃan era «morderlos y dejarlos muertos», como habÃa oÃdo recientemente decir un mestizo.
Tadamichi los habÃa transformado en nada más que bastardos demonÃacos sin padre para enseñarles morales de cualquier tipo, lo que siempre los llevó a tomar decisiones idiotas. ¿No sabÃan que se suponÃa que debÃan someterse a un antiguo si alguna vez se encontraron con uno? Hyakuhei decidió que no importaba... él los habÃa matado por su indiscreción.
Se volvió lentamente en la dirección en que el otro vampiro se habÃa ido. Se arregló el cuello y empezó a seguirlos con indiferencia. Sus pies se movieron silenciosamente por el pavimento de la acera y Hyakuhei resistió el impulso de follar mentalmente con la criatura como lo habÃa hecho tantas otras recientemente.
Esta nueva generación de vampiros que Tadamichi habÃa creado era un lote paranoico... listo para disparar a la primera verdadera señal de problemas. Una cosa que no se les habÃa enseñado era que sólo los fuertes sobrevivÃan más allá de la muerte.