Amy Blankenship - Ángel De Alas Negras стр 9.

Шрифт
Фон

Kamui rio nerviosamente. “Lo siento, no pude resistirme. Ah y Toya, si quieres seguir desvistiendo a Kyoko con tus ojos, no lo hagas aquí”.

“¿Cómo diablos…?”, masculló Toya mirando alrededor.

Kyoko sonrió y puso una mano sobre el brazo de Toya para captar su atención, luego señaló hacia la cámara de tráfico montada por encima del semáforo.

“Hijo de perra”, gruñó Toya. “Otra vez accedió al centro de control del tráfico”. Sonrió y miró a Kyoko. “¿Qué tal si le muestro?”.

Kyoko golpeó a Toya en el brazo y lo miró furiosa, con las mejillas enrojecidas.

“El único que verá a Kyoko desnuda soy yo”, exclamó Kotaro con buen humor desde algún lugar de las cinco cuadras que se habían acordonado para las fiestas de Halloween. “Es a mí a quien ama realmente”.

“¡HA!”, exclamó Kamui. “A Kyoko le gustan más los tipos tranquilos, lo cual me coloca al frente por el momento”.

“Acabas de gritar en su maldita oreja con tu prueba… ¿cómo rayos te convierte eso en un tipo tranquilo?”, argumentó Toya.

“¿Pueden dejar de bromear?”, exigió Tasuki. “Estamos aquí para buscar demonios, no para discutir la vida sexual de Kyoko”.

“¿Qué tal la falta de vida sexual?”, preguntó Yohji, desatando otra ola de risas contenidas.

“¿Qué tal si se callan todos?”, ordenó Kyoko, súbitamente enojada por estar sonrojándose con diez tonos de rojo. “Solo porque no tengo novio no significa que puedan burlarse de mi”.

La expresión de Toya se suavizó, acercando a Kyoko hasta abrazarla. “Lo siento”, susurró.

“¡OH, DIOS MÍO, RÁPIDO, LLAMA A LOS MEDIOS!… ¡TOYA ACABA DE DISCULPARSE!”, gritó Kamui en el intercomunicador.

“Tú sabes.”, dijo Toya. “Estoy tentado de volver y patearle el trasero”.

Kyoko rio, “No te preocupes por eso ahora. Dejaré que te diviertas más tarde”.

Sonrió tímidamente, dándose cuenta de que había sonado un poquito más obscena de lo que era su intención. Al cruzar miradas, ella advirtió que su cabello había caído sobre su rostro, que era suave y tierno bajo la luz tenue. Apartándole un mechón de cabello por detrás de la oreja, lo besó en la mejilla.

Todo lo que Toya pudo hacer fue respirar mientras se sonrojaba ante el comentario con doble sentido y el tacto de sus suaves labios contra su piel. Sonrió maliciosamente a la cámara escondida y le sacó la lengua antes de tomar la mano de Kyoko y guiarla lentamente a través de la multitud de gente que los rodeaba. Al menos sus últimas palabras habían logrado callarlos a todos.

La fiesta barrial estaba en pleno apogeo, con bandas de música tocando en todas las esquinas y en todos los clubes. La luna creciente se encontraba bien alto, proyectando retorcidas sombras a su alrededor. Habían estacionado al otro lado de la plaza porque Kyoko quería recorrer todo y tener una idea del lugar antes de llegar a la cuadra de los niños.

Hizo que Toya se detuviera, señalando hacia un drenaje cerca de la acera.

Toya asintió, soltando su mano y acercándose a éste. “Ey Kamui, aquí vemos que alguien quitó una rejilla del drenaje que se encuentra cerca de…”, miró alrededor para obtener la referencia más cercana, que casualmente estaba justo en frente del drenaje.

Arqueó una de sus oscuras cejas, “Casa de los gritos…rayos, qué cursi. ¿Quieres revisarlo?”

“Yohji y Kotaro pueden revisarlo si dejan de manosear a Kyoko de una vez”, respondió Kamui con voz irritada.

Toya gruñó al voltearse y ver, cómo no, a Kotaro rodeando a Kyoko por los hombros, mientras que Yohji la tomaba por la cintura, con las manos peligrosamente cerca de sus caderas. Toya se pasó la mano por la frente como si estuviera sufriendo, hasta que finalmente dio unos largos y decididos pasos hacia ellos.

Inmediatamente retrocedieron de un salto, sujetando las manos detrás de la espalda y tratando de verse lo más inocentes posible. Kotaro incluso tuvo la audacia de comenzar a silbar mirando hacia los edificios circundantes como si fueran lo más fascinante de la tierra.

“Kotaro”, gruñó Toya, “mantén tus manos lejos de Kyoko.”

Kotaro hizo una mueca y Toya desvió su furiosa mirada hacia Yohji, quién fue lo suficientemente tonto como para devolvérsela.

“Ni lo pienses”, dijo Toya. “Ahora bien, ¿ustedes dos van a revisar ese drenaje o tengo que arrojarlos adentro de él?”.

Kotaro levantó las manos en señal de rendición. “De acuerdo, de acuerdo… nos encargaremos. Pero te enviaré la cuenta de mi tintorería”. Rápidamente apartó a Yohji del riesgo al advertir que el muy idiota estaba intentando besar a Kyoko en la mejilla. “Vamos, tontín, antes de que los demonios no sean lo único con que debas pelear esta noche”.

Kotaro tocó su auricular, “Ey, nerd informático, ¿adónde conduce este drenaje?”.

“Espera, estoy buscando”, dijo Kamui lentamente. “Creo que… sí, ¡lo tengo! Conduce hasta debajo de la casa embrujada que se encuentra directamente frente a ti. Veamos, es un lugar bastante antiguo…dame un minuto”.

“Solo dinos si hay una forma de entrar a los drenajes desde la casa”, exigió Yohji.

“¿Y qué diablos crees que estoy buscando?”, gritó Kamui en respuesta. “Vaya, parece que todos creen que estas cosas son fáciles de encontrar. ¡Requiere investigación, carajo!”.

Yohji dirigió a Kotaro una expresión impávida. “Esto viene del tipo que puede irrumpir en la base de datos de la CIA mientras duerme”.

“Como sea, los dejaremos que discutan al respecto”, dijo Toya. “Llevaré a Kyoko a la parte infantil del festival, para que podamos hacer nuestra parte”.

Toya rodeó a Kyoko por los hombros y la condujo lejos de ellos. Se quedaron inmóviles cuando la voz de Kamui regresó a través de los auriculares.

“Hm, gente… tenemos un problema”.

“¿Qué pasa, mocoso?”, preguntó Toya, cuya voz cambió de tono ante la seriedad que emitía Kamui.

“Ese drenaje conduce a la casa, es cierto… a través del sótano. También conduce al cementerio local ubicado a unas cinco cuadras. Aparentemente, los túneles fueron cavados durante algún tipo de revolución. Las leyendas locales dicen que era una ‘autopista’ subterránea para la actividad demoníaca”.

“Diablos, me alegro de no estar en su lugar, muchachos. Estar en su lugar ahora sí que apesta”, dijo Toya con una sonrisa burlona. “Ey, Shinbe, Tasuki, ¿creen que pueden venir a ayudar a estas muchachas?”.

“Mis humildes disculpas, Toya”, dijo Shinbe por la radio. “Pero Tasuki y yo estamos al otro extremo de la cuadra y, desafortunadamente, en este momento estamos ocupados en nuestro propio trabajo”.

“Sí”, afirmó Tasuki y luego gritó.

“¿Tasuki?”, preguntó Kyoko. “¿Estás bien?”

“Está bien”, dijo Shinbe intentando no reírse. “Solo se llevó el susto de su vida por culpa de un viejo y un intento de zombie adolescente. Ey, Tama, me encanta el disfraz”.

Ваша оценка очень важна

0
Шрифт
Фон

Помогите Вашим друзьям узнать о библиотеке

Скачать книгу

Если нет возможности читать онлайн, скачайте книгу файлом для электронной книжки и читайте офлайн.

fb2.zip txt txt.zip rtf.zip a4.pdf a6.pdf mobi.prc epub ios.epub fb3

Популярные книги автора