Amy Blankenship - Ángel De Alas Negras стр 5.

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Kyoko tenía un hermoso cabello largo color rojizo, que no era ni lacio ni ondulado, sino que tenía vida propia. Aguzando la vista, advirtió unos ojos brillantes color esmeralda, rodeados por pestañas pecaminosamente oscuras. La forma en que lo miraba con una fascinación mórbida hizo calentar su sangre, y eso lo confundía.

Gruñó cuando el sol desapareció súbitamente detrás de las nubes. Los humanos nunca le habían interesado… solo los demonios, y solo durante el tiempo que le llevaba rastrearlos y matarlos. En el instante en que ella se apartó de la ventana, Darious se envolvió en su propio poder, haciéndose invisible.

“Kyoko, ¿has oído algo de lo que te dije?”, preguntó Suki, consciente que había estado hablando sola durante los últimos minutos.

Kyoko vaciló y se volteó para ver a su mejor amiga detrás del escritorio. “Oh… hmm… ¿eh?”, parpadeó, “¿cuál era la pregunta?”. Notando una sombra a su derecha, echo una mirada a la puerta de la oficina de Kyou, y se relajó al advertir que éste había desaparecido una vez más.

Suki meneó la cabeza, “dije que tenemos la reunión matutina arriba en cinco minutos”. Recogió una pila de papeles y dio la vuelta al escritorio mientras que Kyoko regresaba a la ventana. “¿Qué es lo que mirabas con tanto detenimiento?”, preguntó.

Los hombros de Kyoko se desplomaron al ver que el extraño ya no estaba allí. Se mordió el labio inferior preguntándose el porqué de su decepción. “Estoy buscando un taxi para poder escaparme de la reunión”, dijo, y le guiñó el ojo a Suki.

“Bueno, si yo no te quisiera ya te habría matado cuando la madre de todas las malditas bombas sacudió las ventanas anoche. Además, obtuve algunas fotos muy buenas para publicar en internet. Deberías haber visto la expresión en el rostro de Kotaro cuando se dio cuenta de que le había disparado al televisor… te lo mostraré más tarde”.

Viendo que la atención de Kyoko se dispersó una vez más hacia la calle, colocó las manos sobre sus hombros y la volteó en dirección al ascensor. “Vamos… ya es hora de que admitas tu acto de terrorismo”.

“¿Terrorismo?”, se defendió Kyoko en tono culpable. “¿Y cómo llamas a lo que ellos me hacen constantemente? … ¿Civilizado?”.

Suki rio nerviosamente y empujó a Kyoko hacia adentro del ascensor. “Sube, y si hay gritos…asegúrate de que sean ellos quienes gritan”.

Darious elevó la vista hacia el nombre impreso sobre el vidrio donde antes se encontraba la muchacha…‘Investigaciones paranormales’. Cerró los ojos, tanteando para orientarse en su camino a través del edificio, y apretó los dientes a medida que su poder daba con las almas antiguas. Inhaló cuando encontró el alma de Kyoko cerca de la cima del edificio. Ésta se dirigía directamente hacia el grupo de almas que estaban contaminadas con elementos no humanos…pero que tampoco eran demonios.

Abrió sus ojos color de ébano cuando comenzó a llover. La acera se humedecía, excepto adonde se hallaba su cuerpo invisible.

¿Por qué lo miraba con tanto interés, acaso era porque estaba ligada a las cosas paranormales? Dejó que su poder recorriera su alma una vez más, buscando detectar la presencia demoníaca en su aura. Su poder la rodeó durante varios latidos, y pudo sentir cómo su fuerza vital se elevaba y lo miraba directamente.

Y en ese momento, lo oyó… el eco de un suave llanto que apenas podía recordar, por encima de sus propios gritos torturados. La única vez que había oído ese sonido fue en el momento en que las cadenas de la eternidad se habían roto. Había dejado el sonido atrás al luchar por salir del pozo, y éste se le había aparecido en su memoria muchas veces. Cuanto más se acercaba a esta ciudad… más lo empezaba a acechar ese recuerdo.

¿Qué cosa en ese llanto le había cerrado el pecho ahora, y no hace siglos atrás cuando realmente importaba? ¿Por qué de repente importaba ahora? Darious sacudió la cabeza sintiéndose irritado. No podía cambiar el pasado, entonces, ¿por qué permanecer en él?

Justo cuando Kyoko abría la puerta de la habitación en la que todos esperaban, sintió como si alguien la rodeara con sus brazos, y respiró súbitamente. Volteando a la derecha, elevó su vista hacia la oscuridad. Dentro de esa oscuridad se encontraba el mismo rostro que había visto cruzando la calle… esta vez sin anteojos de sol. Sus ojos la sumieron en la fascinación…eran del más extraño color de la plata turbulenta, con un reflejo azul helado.

Kyou giró hacia la puerta, sintiendo que Kyoko se acercaba, pero la expresión extraña en su rostro lo obligó a actuar. Corrió hacia adelante y la sostuvo antes de que cayera. Sintiendo cómo un elemento no bienvenido la tocaba por detrás, su gruñido de advertencia dispersó al poder sobrenatural que la rodeaba.

Éste la abandonó como una ola furiosa en el mismo momento en que un trueno sacudió las ventanas por la tormenta que se aproximaba. Kyou entornó sus ojos dorados, levantándola en brazos de forma posesiva y colocándola cuidadosamente sobre el sofá, ante la presencia de todos. Cuando todos avanzaron, él sostuvo su mano en alto, ordenándoles que se quedaran atrás.

Darious se retiró y abrió los ojos, mirando hacia la cima del edificio. Todavía podía sentir el calor de su alma, y era la primera vez que había experimentado una sensación de calidez desde que tenía memoria. También había pasado mucho tiempo desde la última vez que se sintió impactado por el poder de otro ser.

Esbozó una sonrisa fría y maliciosa a medida que se escabullía. El lugar seco sobre el pavimento se fue oscureciendo cuando el cielo se abrió, dando paso a un intenso chaparrón.


Capítulo 2 “Mitos peligrosos”

La audición de Kyoko volvió aun antes de que abriera los ojos. Cuando escuchó la voz de Shinbe anunciando que seguramente estaba embarazada, sus ojos se abrieron rápida y súbitamente, y le clavó una mirada fatal.

“Yo…”, se vio interrumpida de inmediato cuando Toya la jaló hacia sus brazos y casi la exprimió contra él.

“¡No hagas eso! Casi me das un maldito ataque cardíaco”. La sostuvo fuertemente hasta que recordó que todos estaban mirando. Su mandíbula comenzó a temblar, sabiendo lo que se avecinaba.

“Aawww, qué dulce”, rio Kamui burlonamente, “Toya está todo acaramelado con Kyoko. No sabía que eras así”.

Toya soltó a Kyoko tan rápido que cayó contra el brazo del sofá. “Vas a sentir mi puño en tu cara si no te callas, mocoso”. Gruñó, pero su expresión volvió a suavizarse cuando dio un paso atrás y vio a Kyoko que se incorporaba. “Lo que quise decir es… ¿Qué estás intentando hacer, terminar de darnos el ataque al corazón que empezaste anoche?”.

“Si siguen así, quizás lo haga”, dijo Kyoko con una sonrisa burlona dirigida a Toya. “Luego iré a esconderme a la habitación de Kyou”.

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