Señora Gervasi, se siente mal? una mala noticia?
Raffaella se gira negando con la cabeza.
No, no, nada. Sale del kiosco. Que otra cosa podría decir? Que cosa les diría ahora a las amigas? A los inquilinos? A los Accado? Al mundo?
No es nada, no se preocupen. Es solo que mi hija es una de los piratas de la calle.
Le parece muy duro tener que aguantar hasta que salga de la escuela.
La voz en el intercomunicador es calida y sensual, igual que el cuerpo al cual pertenece.
Doctor Mancini, esta su papa en la línea uno.
Gracias señorita. Paolo presiona el botón.
Alo, papa?
Has visto El Mensajero?
Si, tengo la foto aquí enfrente.
Leiste el articulo?
Si.
Que piensas?
Bueno, no hay mucho de que hablar. Pienso que, antes o después, terminara mal.
Si, así pienso yo también.
Que se puede hacer?
Me parece que no hay mucho que se pudiera hacer.
Cuando regrese a casa hablas con el, por favor?
Si, hablare. Para lo que servirá. Pero si te hace feliz, te prometo que lo haré.
Gracias Paolo. El padre tranca el teléfono. Feliz. Que cosa me puede hacer feliz? No un artículo como ese acerca de mi hijo.
Agarra el periódico entre las manos. Mira la foto. Dios que bello es, se parece mucho a ella. Y una débil sonrisa aparece en su cara cansada, incapaz de borrar aquel antiguo sufrimiento. Por un momento es sincero con si mismo.
Si. Yo se que cosa me podría hacer feliz de nuevo.
La secretaria de Paolo entra en la oficia con algunas hojas:
Doctor, estas las tiene que firmar. Las pone sobre el escritorio y se queda ahí, esperando. Paolo agarra el lapicero de oro del bolsillo de la chaqueta. Se la regalo Manuela, su novia. Pero en ese momento, lentamente huele el perfume de la secretaria. Es provocativo. Todo en ella parece provocativo. Paolo escribe su nombre por igual al final de cada hoja. Tiene en las manos el lapicero de Manuela pero piensa en su secretaria. En su perfume, en sus caderas inocentes. O quizás no? Quizás no son del todo inocentes esa ultima idea comienza a emocionarlo.
Doctor, pero este en el periódico no es su hermano?
Paolo firma la ultima hoja.
Si, es el.
La secretaria mira por un momento la foto todavía.
Y esa detrás es su chica?
No lo se, quizás si.
Su hermano se ve mejor en persona. Paolo mira salir a la secretaria. Su caminar y eso que dijo no le dejan dudas. Es una mujer, y como tal, es pícara. Siempre hace todo a propósito, esta seguro. Igual que como esta seguro que con la estrategia que el planeo, el señor Forte ahorrara miles de euros. Mira el periódico. Por un momento imagina que es el que esta en la moto mientras huye con su secretaria detrás. Ella que se aprieta contra el, sus piernas contra las suyas, sus brazos alrededor de el. Seria bello. Cierra El Mensajero. Paolo le tiene terror a las motos. Alguna vez saldría una foto suya en el periódico? Seguramente no lo habrían inmortalizado mientras huye sobre una rueda. A lo mas, si tuviera que ver con finanzas. Por un momento tiene un feo presentimiento. Ve una foto suya con el titulo: Arrestado el agente de finanzas del famoso empresario. Regresa a la cuenta del señor Forte. Quizás es mejor revisar que todo este en su puesto.
A la salida de la escuela, Pallina baja los escalones saltando cerca de Babi.
Que fuerte! Que mal hiciste quedar a la Giacci.
Lo lamento
Lo lamentas? Esta muy bien a esa vieja asquerosa en serio crees que se habrá equivocado al meter ahí mi tarea? Esa lo hizo a propósito. La agarro conmigo porque yo siempre estoy alegre, tengo siempre ganas de bromear, mientras ella parece un velorio.
Lo se, pero lo lamento igual. Viste como me mira? Ahora me odia, hará todo para hacer que salga mal.
Pallina le da un toque en la espalda.
No te puede hacer nada. Tan excelente como eres, aun si te las reprueba todas, logras llegar a los exámenes que son un paseo. Si yo tuviera tu promedio, no sabrías el alboroto que haría Pallina saca afuera del morral un paquete de cigarrillos Carnei. Prende uno y se lo pone en la boca. Mira dentro del paquete. Le faltan todavía tres antes de la cantidad justa para pedir un deseo.
Hey, pero no habías dicho que dejabas de fumar?
Si, lo dije. Comienzo el lunes.
Pero el fue el lunes pasado?
Correcto. Pare el lunes, pero comencé de nuevo ayer.
Babi mueve la cabeza. Después ve el carro de su madre estacionado de la otra parte de la calle.
Que haces Pallina, vienes con nosotras?
No, espero a Pollo, me dijo que venia a buscarme. Quizás viene con Step. Porque no te quedas tú también? Anda dile a tu mama que vienes a comer a mi casa.
Babi no había pensado más en Step esa mañana. Sucedieron muchas cosas. Como se despidieron la noche anterior? Incoherente. Así le dijo. Cosa de locos. Ella no es incoherente.
Gracias Pallina. Voy a mi casa, y ya te lo dije, no quiero ver a Step. Y no insistas con esta historia, sino terminara con nosotras peleando.
Como quieras. Entonces a las cinco nos vemos en Parnaso Babi trata te responderle, pero Pallina es mas rápida que ella: Si, con mi Vespa.
Babi le sonríe y se aleja. Porque la da tanto? Piensa Pallina. Cosas suyas. Quizás es una técnica. Bueno, de igual forma es demasiado simpática. Y puso en su lugar a la Giacci de ese modo. Es hora de difundir la noticia. Pallina se acerca a un grupo de chicas más pequeñas. Son del segundo.
Supieron lo que le paso a la Giacci?
No, que paso?
Estaba por interrogar a Silvia Festa, una de mi clase. En vez de eso, se equivoco y le había puesto la nota de otra.
Juralo!
Si, por suerte Babi se dio cuenta.
Quien, la Gervasi?
Si, ella misma.
Una chica con El Mensajero entre las manos se le acerca.
Ve Pallina, esta aquí no es Babi?
Pallina le quita el periódico de las manos. Lee el artículo de la carrera. Mira a Babi. Ya casi llego al carro de la madre. Trata de llamarla. Grita fuerte, pero el ruido del tráfico cubre su voz. Muy tarde.
Babi abre la puerta para montarse detrás del carro.
Hola mama. Se inclina adelante para besarla. Una cachetada la golpea en plena cara. Ay! Babi cae sentada sobre los asientos posteriores. Se masajea la mejilla adolorida, sin entender.
Daniela también entra en el carro.
Hey viste que genial! Babi, estas en el periódico
Mira alrededor. Ese silencio. La cara de Raffaella. La mano de Babi que se masajea la mejilla adolorida. Entiende todo rápido.
Como si nada paso. Mientras esperan a Giovanna, la usual retrasada, Raffaella grita como una loca. Babi trata de explicarle toda la historia. Daniela testimonia a su favor. Raffaella se molesta aun más. Pallina se convierte en la culpable principal.
Finalmente llega Giovanna, y con su usual Disculpen se monta detrás. El carro arranca. Hacen todo el viaje en silencio. Giovanna piensa que es una situación muy pesada. No pueden estar siempre así nerviosas.
Disculpen, pero hoy no llegue muy tarde, no?
Daniela se comienza a reír. Babi se controla un poco, después también se deja llevar. A la final, Raffaella también ríe.
Giovanna, naturalmente no entiende nada, por ello se ofende.
Porque no son solo exageradas, sino malas por burlarse de ella así. Se lo dirá a su madre. Desde mañana, decide Giovanna, o me viene a buscar ella o regreso en autobús.
Al menos toda esa historia sirvió de algo: no tendrían que esperar más a Giovanna.
El viejo maletín de piel negra fuerte debajo del brazo. Una chaqueta de color mostaza. Los cabellos cansados como su caminar, son cortos y recogidos, ligeramente alborotados. Las medias pantis marrones le regalan aun otro año, aunque le diera igual. Y esos viejos mocasines con el talón a media altura y el borde apretado le hacen daño. Pero no se comparan con lo que siente adentro.
Su corazón debe tener los zapatos de dos tallas más pequeños. La Giacci abre el portón de vidrio del viejo edificio. Chilla sin sorprenderla. Se para frente al ascensor. Presiona el botón. La Giacci mira las casetas del correo. Algunas están sin nombre. Una siquiera tiene la cubierta, esta abierta y desordenada igual que la casa de Nicolodi, el propietario. Son las cosas que se vuelven similares a los hombres que las poseen, o son ellos que terminar por semejarse a estas? La Giacci no sabe darse una respuesta. Entra en el ascensor. Algunas escrituras se ven en la madera. Se lee el nombre de un amor pasado. Mas en alto un símbolo perfectamente esculpido por un iluso escultor. Debajo, a la derecha, un órgano masculino resulta ligeramente imperfecto, al menos a sus viejos recuerdos. Segundo piso. Saca fuera del maletín un mazo de llaves. Mete la más larga en la cerradura del medio. Siente un sonido detrás de la puerta. Es el, su único amor. La razón de su vida.
Pepito! Un pequeño perro corre hacia ella ladrando. La Giacci se inclina. Como estas tesoro? El perro le salta entre los brazos. Comienza a darle vueltas. Pepito, no sabes que le hicieron hoy a tu mama. La Giacci cierra la puerta, pone el maletín sobre una fría mesa de mármol y se quita la chaqueta.
Una tonta muchacha se atrevió a reprenderme, y frente a todas tendrías que haber escuchado como lo dijo. La Giacci entra en la cocina. El perro la sigue trotando. Parece sinceramente interesado.
Ella, por un mísero error, me arruino, entiendes? Me humillo frente a la clase. Abre un viejo grifo con el tubo arruinado por el tiempo. El agua sale sobre un lavamanos blanco, de contornos imprecisos. Fue tallada a mano para hacerla entrar.
Ella tiene todo. Tiene una bella casa, alguno que le prepara de comer. Ella no se debe preocupar de nada. Ahora ni esta pensando en lo que hizo. Que le importa a ella? De una vitrina llena de vasos diversos entre ellos, la Giacci agarra uno y lo llena de agua. Bebe y regresa a la sala. El perro la sigue obediente.
Tenias que ver las otras muchachas. Estaban felices. Reían a mis espaldas contentas de verme equivocar La Giacci saca fuera del maletín algunas tareas y se sienta en una mesa. Comienza a corregirlas. Ella no tenia que hacerlo. Y subraya en rojo muchas veces el error de una pobre inocente. No tenia porque ridiculizarme frente a todas. El perro salta sobre un viejo sofá vinotinto y se acurruca al suave cojin ahora acostumbrado a su pequeño cuerpo.
Entenderas, como hago para regresar a esa clase? Cada vez que ponga una nota alguna dirá: Esta segura de que me lo puso a mi, profesora? y reirán, estoy segura que se reirán El perro cierra los ojos. La Giacci pone cuatro a la tarea que esta revisando. La pobre inocente quizás merecía algo más. La Giacci continúa a hablar sola. Pepito se duerme. Otra tarea viene sacrificada. En días más serenos podría haber tranquilamente alcanzado la suficiencia.
Mañana no será un bello día para la clase. Mientras tanto, en esa habitación, una mujer sobre una mesa cubierta de un viejo mantel se dio prácticamente sola una respuesta. Son las personas que se parecen a las cosas que poseen. Y por un momento en esa casa todo parece más gris y viejo. Y por un momento, una bella virgen pegada al muro parece malvada.
Parnaso. Bellas muchachas de ojos perfectamente maquillados, de cejas largas y rubores delicados, están sentadas en las mesas redondas y hablan bajo el intrépido sol de esa tarde primaveral.
Que mala suerte, me manche! Alguna chica en la mesa se ríe, otra mas pesimista se revisa también su camisa para ver que no haya tenido la misma suerte. La chica de la camisa manchada mete la punta de una servilleta de papel en el vaso llena de agua. Frota con fuerza la mancha de chocolate alargándola. La camisa de color blanco comienza a parecer beige en ese momento. La chica se desespera.
Estos vasos de agua no ayudan. Parece que los camareros te los dan a propósito, apenas saben que te manchas. Disculpe!
Para a un camarero.
Me puede traer algo para quitar esto, por favor? La chica agarra con las dos manos la camiseta mostrándole la mancha mojada. El camarero no se detiene en la superficie. Hace un análisis bien profundo. La camisa, transparente en ese punto mojado, se apoya sobre el sostén mostrándole el diseño.
El camarero sonríe. Ya se lo traigo rápido, señorita. Profesional y mentiroso, quisiera darle otra cosa, también sabiendo frustrado que ese botón desabotonado no esta dedicado a el. Ninguna chica del Parnaso se volvería novia de un camarero.
Pallina, Silvia Festa y alguna otra chica de la Falconieri están apoyadas afuera en un banco que extiende su peso repartiéndolo a un pilar pequeño de mármol y a su gemelo.
Ahí esta. Babi tiene las mejillas enrojecidas. Las saluda con una sonrisa divertida, ligeramente cansada de la caminata. Pallina corre hacia ella. Hola. Se besan, afectuosas y sinceras. A diferencia de la mayor parte de los besos en las mesas del Parnaso. Que cansancio. No creía que fuera así de lejos!
Viniste a pie? Silvia Festa la mira sorprendida.
Si, no teniendo mi Vespa. Babi mira refiriéndose a Pallina. Y tenia ganas de dar dos pasos. Pero exagere un poco, estoy destruida. No es que me toca regresar de la misma manera, no?
No, toma. Pallina le da un llavero. Mi Vespa esta a tu disposición. Babi mira la gruesa p de goma azul entre las manos.
Y tienes noticias de la mía?
Pollo ha dicho que nadie sabe nada. Debe tenerla la policía. Ha dicho que dentro de poco te avisan.
Imaginate si hablan con mis padres. Babi mira el grupo de chicos. Reconoce a Pollo y algún otro amigo de Step. Un tipo con una venda en el ojo le sonríe. Babi mira alrededor. Algunas motos se paran cerca. Babi se voltea esperanzada hacia los que acaban de llegar. El corazón le late fuerte. Inútilmente. Chicos anónimos, al menos a sus ojos, van hacia las mesas saludando.
A quien buscas? El tono y la cara de Pallina no dejan dudas. Pallina sabe.
Nadie, porque? Babi mete las llaves en el bolsillo sin mirarla. Esta segura que sus ojos sinceros la traicionarían.
Pallina insiste: No, nada, me parecía que estuvieras buscando a alguien