Блейк Пирс - Casi Muerta стр 7.

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–¿En Milán? —Jess parecía pensativa.

–O en cualquier lugar cercano —le recordó Cassie, con la esperanza de expandir las posibilidades.

Jess suspiró.

–No se me ocurre nada así, sin pensarlo. Milán está al norte de Italia, ¿verdad?

–Sí.

–Entonces algo en Suiza o al sur de Alemania también sería posible, ¿no? Supongo que no quieres volver a Francia ahora.

Ni ahora ni nunca, pensó Cassie.

–Prefiero mantenerme alejada de Francia.

–Déjame preguntar. En este momento todos están saliendo a esquiar y mis jefes conocen gente que tiene villas para esquiar. Podrías trabajar como criada de la villa. No es mucho dinero, pero podrías esquiar gratis.

–Por favor, pregúntales —dijo Cassie.

–Mientras tanto, sigue molestando a ese chico que habló con tu hermana —le aconsejó Jess—. No seas tímida. Dile que se siente con un mapa enfrente y busque todas las ciudades hasta que el nombre le refresque la memoria.

Jess se rió, y Cassie se encontró riendo junto con ella.

–Debo irme —dijo Jess—. Cita con el dentista. Para los niños, no para mí. Hablamos luego, Cassie, ¡buena suerte!

Apenas Cassie desconectó la llamada, su teléfono volvió a sonar. Se encontró hablando con Abigail, la mujer con la que había hablado cuando había llamado por el trabajo de niñera.

–Hola, hablo de parte de la señora Rossi. Tú llamaste por un empleo más temprano, ¿es correcto?

–Sí, así es.

–Por favor, ¿qué puesto era? ¿Era para asistente de diseño de modas o para el puesto de niñera?

–Era para el de niñera.

–Por favor, espera un momento.

La mujer parecía ansiosa y Cassie podía escuchar el susurro de una conversación en el fondo. Unos momentos después, volvió hablar.

–Lo siento mucho. Por favor, acepta mis disculpas. No estaba enterada del puesto de niñera. La señora Rossi ha confirmado que ese empleo está disponible, y es el de diseñador el que ya está tomado. Ella me ha pedido que te pregunte si aún estás interesada.

–Sí, lo estoy.

–La señora Rossi estará realizando entrevistas esta tarde en su domicilio, desde las dos y media de la tarde. El primer candidato exitoso será contratado y deberá comenzar inmediatamente. ¿Puedo enviarte la dirección en un mensaje?

–Por favor —dijo Cassie, volviendo a sentirse preocupada.

Parecía que iba a tener que decidir de forma inmediata si este empleo era el indicado para ella o no. Se preguntó cómo serían las niñas, y ese pensamiento hizo que sintiera náuseas por los nervios.

Decidió que no podía aceptar el trabajo sin conocer a las niñas. Con ellas pasaría todos los días. La madre parecía una mujer adinerada, y por la poca experiencia de Cassie, esto significaba que los niños podían ser consentidos o desatendidos.

Cuando su teléfono volvió a vibrar y recibió las indicaciones, decidió conducir hasta allí inmediatamente.

Después de todo, si ella no era la primera en la fila para la entrevista, no tendría que tomar ninguna decisión.

*

Cassie llegó al vecindario justo antes del mediodía. Las calles eran tranquilas e inmaculadas, con enormes residencias alejadas de la calle entre jardines llenos de árboles. Cassie supuso que en el verano, cuando los árboles se vistieran de follaje, las casas serían invisibles desde la calle.

Estaba sorprendida por la cantidad de seguridad que vio allí. Todas las casas estaban cercadas o amuralladas con enormes puertas automáticas. Cassie no sabía si la gente adinerada valoraba mucho su seguridad y privacidad, o si había un problema de delincuencia en esta zona pudiente. Supuso que sería la primera opción.

Condujo por las calles en su pequeño y antiguo coche, y vio a algunos de los vecinos en sus coloridos autos deportivos y oscuros SUVs que la miraban con sospecha. Ella y su auto parecían fuera de lugar en esta zona, y la gente lo estaba notando.

Algunas cuadras más abajo, encontró una cafetería. Estaba demasiado nerviosa como para tener hambre, pero se obligó a comer un cornetto y a tomar una botella de agua.

Al recordar que esta mujer obviamente trabajaba en la industria de la moda y que el vecindario era muy acaudalado, Cassie estaba ansiosa por causar una buena impresión. Se desvió al baño, en donde alisó su cabello y revisó que no hubiera migas en su blusa luego de haber comido el pastel hojaldrado relleno de mascarpone.

Luego se dirigió a la casa y se detuvo delante de la puerta ornamentada de hierro forjado cuando faltaban exactamente dos minutos para las dos.

Estaba temblando de los nervios y deseaba ser más segura respecto a su propia habilidad para decidir si el trabajo era el indicado para ella. Tendría que tomar una decisión apresurada al respecto. Tendría que considerar un montón de variables, y ¿qué ocurriría si se olvidaba de las más importantes?

Parecía un gran salto de fe solo de pensar en volver a trabajar como niñera después de las experiencias que había tenido. Si no hubiese estado tan decidida a permanecer en la zona y descubrir qué le había ocurrido Jacqui, nunca habría considerado aceptar este empleo.

Obligándose a sí misma a respirar hondo y permanecer tranquila, Cassie salió por la ventana del auto y presionó el botón de la puerta.

Luego de una pausa, la puerta se abrió y ella se dirigió por la entrada asfaltada que se abría camino entre los jardines.

Se estacionó debajo de un olivar italiano al lado de un garaje triple, y la animó ver que no había otros autos estacionados allí. Con suerte, eso quería decir que era la primera candidata en llegar.

Cassie caminó por el sendero hacia la enorme puerta de madera. Tocó el timbre y lo escuchó sonar a lo lejos, dentro de la casa.

Había esperado que le abriera la puerta una criada o asistente de recepción, pero unos momentos después, escuchó el clic de los tacos y una mujer que parecía tener alrededor de cuarenta años, con un aire inconfundible de autoridad, abrió la puerta de entrada.

Le llevaba al menos media cabeza de altura a Cassie, pero en su mayoría era gracias a un precioso par de botas de cuero azul, con tacos altos y curvos. Su cabello oscuro estaba arreglado ingeniosamente con ondas que le caían sobre los hombros. Una cadena pesada de oro le brillaba alrededor del cuello y las pulseras de oro que tenía en las muñecas tintinearon al abrir la puerta.

Buongiorno —dijo ella, su voz también tenía un tono autoritario—. ¿Estás aquí por la entrevista para el puesto de niñera?

–Buenas tardes. Sí, mi nombre es Cassie Vale. Sé que llegué temprano. La mujer con la que hablé me dijo a las dos y media, pero no quería llegar tarde.

Consciente de que farfullaba nerviosamente, Cassie cerró la boca rápidamente.

Pero la mujer parecía encantada con su puntualidad. Los labios perfectamente maquillados se curvaron en una sonrisa.

–La puntualidad es una cortesía. Yo insisto con ella, para mí y para todos los que trabajan conmigo. Así que te agradezco por la cortesía. Soy Ottavia Rossi. Por favor, entra.

Abrumada por ya haber causado una buena impresión, especialmente ya que la presencia de la mujer le resultaba intimidante, Cassie la siguió.

Entró en el espacioso atrio y notó una cantidad de obras de arte coloridas y objetos de decoración en exhibición. Las pinturas coloridas, los jarrones y las alfombras vibrantes resaltaban y hacían que el hogar pareciera una galería de arte moderna, pero también acogedora.

Más adelante había una alta escalera de mármol blanco que llevaba a los pisos de arriba.

A Cassie le atrajo la atención un modelo, a la altura de la cintura, de zapatos de taco alto color rojo brillante sobre un pedestal, a la derecha de la escalera. El diseño del zapato era atrevido y bello.

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