Джек Марс - Objetivo Principal стр 13.

Шрифт
Фон

Rebecca.

—Oh, Dios mío —dijo Luke.

—Sí —dijo Don. —Tal vez quieras ir a saludarla antes de que ella encuentre a alguien mejor. ¿Por aquí? No tardará mucho.

—¿Por qué... por qué la has traído aquí?

Don se encogió de hombros. Miró alrededor del aparcamiento del Burger King.

—Es más romántico que reunirse con ella en la base.

Luke salió del coche, parecía ir flotando hacia ella. Se abrazaron y él la abrazó durante mucho rato, de forma interminable, no quería dejarla ir.

Por primera vez, Luke sintió que las lágrimas corrían por su propia cara. Respiró profundamente. Se sentía muy bien abrazándola. No habló, no podía pensar en una sola palabra que decir.

Ella lo miró y le limpió las lágrimas de la cara.

—¿No es genial? —dijo ella. —Don ha dicho que vas a trabajar para él.

Luke asintió sin hablar. Parecía que se había resuelto, entonces. Don y Becca habían tomado la decisión por él.

—Te quiero tanto, Luke —dijo ella. —Estoy muy contenta de que esta vida militar haya terminado.

CAPÍTULO SEIS

3 de mayo

7:15 hora del Este

Sede del Equipo de Respuesta Especial

McLean, Virginia — Suburbios de Washington, DC

—Creo que podría tener algo para ti —dijo Don Morris.

Estaban sentados en la nueva oficina de Don. El lugar comenzaba a tomar forma. Había fotos de su esposa e hijos en el escritorio, lazos enmarcados y proclamaciones en las paredes. El escritorio en sí era una amplia extensión de roble reluciente. Encima de él había una consola porta-teléfono, un monitor de ordenador, un teléfono móvil, un teléfono por satélite y no mucho más. Don no creía mucho en el papeleo.

—Algo para sacarte un poco del campo. Pareces un poco inquieto desde que llegaste aquí, esto podría arreglarlo.

Luke lo miró fijamente. Era casi como si Don acabara de leer su mente. Don le había hecho un favor al darle este trabajo, Luke lo sabía. Era un salvavidas arrojado a un hombre que se ahogaba, pero Luke ya estaba avanzando lentamente hacia la puerta. Habían sido semanas de sentarse y hablar, como mucho. Luke estaba aburrido. Aunque eso estaba bien, el peligro era que, si continuaba demasiado tiempo, comenzaría a volverse loco. El trabajo de inteligencia desde un escritorio no era para él, eso estaba empezando a quedar muy claro.

—Soy todo oídos —dijo Luke.

Don hizo un gesto hacia la puerta abierta de su oficina. —Vamos a bajar a la entrada.

Luke siguió a Don por el estrecho pasillo hasta la sala de conferencias, que estaba muy iluminada, en el otro extremo. Este pequeño complejo de oficinas había sido una delegación de la Oficina de Vivienda y Desarrollo Urbano seis meses atrás. Don estaba trabajando para arrastrar el edificio un poco hacia el siglo XXI.

Con eso en mente, un joven alto con una cola de caballo y extrañas gafas de aviador recicladas, colgaba una pantalla plana en una pared. Otra pantalla ya estaba instalada en la pared opuesta, con los cables conectados a un panel de control en la larga mesa de conferencias. El chico llevaba una camiseta roja, blanca y azul, vaqueros y zapatillas altas Converse All-Star.

Luke apenas lo miró, supuso que era un técnico de una agencia de contratistas del gobierno, o posiblemente algún técnico de las profundidades del FBI.

—Luke, ¿conoces a Mark Swann? —dijo Don, casualmente, echando por tierra esos pensamientos. —Es nuestro nuevo diseñador y operador de sistemas, a cargo de nuestras redes de inteligencia, Internet, conexiones por satélite... Mark va a tener un montón de trabajo, al menos durante un tiempo. Mark Swann, este es el Agente Luke Stone. Luke es nuestro primer agente de campo, aunque estamos a punto de contratar a un par más.

El chico se dio la vuelta. Era flaco, tenía patas de alambre. La parte delantera de su camiseta de la bandera estadounidense decía: —¡Somos el Número 31!

Los ojos del chico se encontraron con los de Luke, quien lo evaluó rápidamente. Era joven, quizás unos veintipocos, parecía incluso más joven. Estaba lleno de seguridad hasta el borde de la arrogancia. Era inteligente, probablemente había sido un chiflado de la informática en el instituto. Él y Luke iban a estar en diferentes departamentos. De lo que se ocuparía este chico sería del equipo: desmontarlo, volverlo a montar, hacer que funcionara. Probablemente nunca había participado en un momento de violencia en toda su vida y podría no haber siquiera presenciado tales momentos.

Se estrecharon las manos.

—Somos el número treinta y uno, ¿verdad? —dijo Luke. —¿En qué somos el número treinta y uno?

El chico se encogió de hombros y sonrió.

—No lo sé, tío, tal vez puedas adivinarlo.

Luke casi se rio.

—No puedo adivinarlo —dijo. —Tal vez puedas ayudarme un poco.

—En salud —dijo el chico. —Somos el número treinta y uno en salud, según la Organización Mundial de la Salud. Sin embargo, somos el número uno en gastos de atención médica, si buscas algo de lo que estar orgulloso.

Luke todavía sostenía la mano del chico.

—Me enorgullecería romperte algunos huesos y ver el buen trabajo que hacen los médicos estadounidenses para soldarlos de nuevo. Pero es probable que prefieras arreglártelos en México.

Swann echó la mano hacia atrás. —En Cuba, tal vez. O en Canadá.

—Muy bien, Mark —dijo Don. —Estoy seguro de que el Agente Stone está contento de descubrir que ha estado arriesgando su pellejo todos estos años por un país con un desempeño medico tan mediocre.

Don hizo un gesto con la cabeza hacia la instalación audiovisual. —¿Cómo va?

Mark asintió. —La primera pantalla está lista para funcionar. Conexión de alta definición y alta velocidad. Puedes colocar ese teclado sobre la mesa y esa pequeña pantalla y acceder a cualquiera de tus archivos con solo iniciar sesión. Puedes elegir lo que quieras compartir y aparecerá en la pantalla grande. Puedo poner fácilmente esa capacidad a disposición de cualquier persona en el edificio; aunque quería que lo probaras primero, ver si te gusta.

Don asintió. —Muy bien. ¿Qué pasa con los visitantes? También, ¿qué pasa al compartir información con otros lugares?

El chico, Mark Swann, levantó las manos como diciendo: ¡No dispares! —Estamos en ello, pero vamos a necesitar un cifrado hermético, antes de comenzar a transmitir información fuera del edificio. Puedes enviar por correo electrónico lo que quieras, pero ¿en cuanto a colocar imágenes de video o datos que aparecen en otros lugares, o traer transmisiones hasta aquí? Eso sucederá en cada caso concreto con cada socio. La CIA, la NSA, la Casa Blanca si llegamos a eso, incluso la sede del FBI, todos tienen sus propios procedimientos y vamos a seguir sus pasos.

Don asintió. —Está bien, Mark, ya me está gustando. ¿Puedes darnos al Agente Stone y a mí unos veinte, tal vez, treinta minutos? ¿Y traer aquí a Trudy Wellington?

Swann asintió. —Por supuesto.

Cuando se fue, Don miró a Luke.

—Un niño divertido —dijo Luke.

—Un niño prodigio —dijo Don. —Mi objetivo aquí es contratar a los mejores. Y cuando se trata de eso, no siempre es el tipo al que mejor le queda el traje. En términos de tecnología, por lo general no es así. Aquí somos vaqueros, Luke, somos los niños que sobrepasan los límites, eso es lo que quieren de nosotros. El mismo director del FBI lo dijo.

—Estoy contigo —dijo Luke.

—Deberías. Eres uno de los mejores miembros de operaciones especiales que he visto en mi larga carrera y en cuanto a sobrepasar los límites... bueno...

De repente apareció una mujer joven en la puerta. En todo caso, era incluso más joven que el chico que se acababa de ir. Don estaba dotando de personal a este lugar con niños. Esta chica, sin embargo, era hermosa. Tenía el pelo castaño, largo y rizado. Llevaba una camisa de etiqueta y pantalones que abrazaban sus curvas. Llevaba unas gafas rojas grandes que le daban un ligero aspecto de búho.

Ваша оценка очень важна

0
Шрифт
Фон

Помогите Вашим друзьям узнать о библиотеке

Скачать книгу

Если нет возможности читать онлайн, скачайте книгу файлом для электронной книжки и читайте офлайн.

fb2.zip txt txt.zip rtf.zip a4.pdf a6.pdf mobi.prc epub ios.epub fb3

Популярные книги автора