Блейк Пирс - Una Vez Anhelado стр 11.

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“Necesito tomarme un verdadero descanso un día de estos”, pensó.

Un agente local joven se encontró con ellos y los condujo a la oficina de campo del FBI de Phoenix, un edificio moderno llamativo. Mientras se estacionaba en la Oficina dijo: “¿No les parece genial el diseño? Incluso ganó un premio. ¿A qué se les parece?”.

Riley miró la fachada. Tenía rectángulos rectos y largos y ventanas verticales estrechas. Todo había sido cuidadosamente colocado y el patrón parecía familiar. Se detuvo y lo miró fijamente por un momento.

“¿Secuenciación del ADN?”, preguntó.

“Sí”, dijo el agente. “Pero puedo apostar a que no adivinan a qué se parece el laberinto de rocas desde arriba”.

Pero entraron al edificio antes de que Riley o Bill pudieran intentarlo. Riley vio el motivo del ADN repetido en las baldosas. El agente los llevó entre paredes y muros de separación horizontales hasta que llegaron a la oficina del agente especial encargado, Elgin Morley, y luego los dejó allí.

Riley y Bill se presentaron a Morley, un hombre pequeño y cincuentón que tenía un gran bigote negro y anteojos redondos. Otro hombre también los estaba esperando en la oficina. Era cuarentón, alto, flaco y un poco jorobado. Riley pensó que se veía cansado y deprimido.

“Agentes Paige y Jeffreys, conozcan al agente Garrett Holbrook”, dijo Morley. Su hermana fue la víctima que fue encontrada en el lago Nimbo”.

Todos los agentes se dieron la mano y luego se sentaron a hablar.

“Gracias por venir”, dijo Holbrook. “Todo esto ha sido bastante abrumador”.

“Háblanos de tu hermana”, dijo Riley.

“No tengo mucho que decir”, dijo Holbrook. “No puedo decir que la conocía muy bien. Era mi media hermana. Mi padre fue un mujeriego, dejó a mi mamá y tuvo hijos con tres mujeres diferentes. Nancy era quince años más joven que yo. No nos mantuvimos mucho en contacto a lo largo de los años”.

Miró fijamente al piso por un momento, sus dedos tocando el brazo de su silla distraídamente. “Lo último que supe de ella es que estaba trabajando en una oficina y tomando clases en un colegio comunitario”, dijo sin levantar la mirada. “Eso fue hace unos años. Me sorprendió descubrir en lo que se había convertido. No tenía ni idea”.

Luego se quedó en silencio. A Riley le pareció que se había guardado algo, pero se dijo a sí misma que tal vez realmente era todo lo que el hombre sabía. Después de todo, ¿qué podría decir Riley sobre su hermana mayor si alguien le preguntara? Ella y Wendy habían pasado tanto tiempo sin hablar que prácticamente ya no eran ni hermanas.

Aun así, percibía algo más que dolor en la actitud de Holbrook y eso le parecía extraño.

Morley sugirió que Riley y Bill fueran con él a Medicina Forense para poder echarle un vistazo al cadáver. Holbrook asintió y dijo que estaría en su oficina.

“Agente Morley, ¿qué razón existe para creer que estamos tratando con un asesino en serie?”, preguntó Bill cuando iban caminando por el pasillo.

Morley negó con la cabeza. “No creo que tengamos una”, dijo. “Pero cuando Garrett se enteró de la muerte de Nancy, se negó a no hacer nada. Es uno de nuestros mejores agentes, y he tratado de complacerlo. Trató de poner en marcha su propia investigación, pero no llegó a ningún lado. La verdad es que se ha portado bastante extraño, no parece él”.

Riley ciertamente había notado que Garrett parecía estar agitado. Tal vez un poco más agitado de lo que estaría un agente experimentado normalmente, incluso con la muerte de un familiar. Había dejado claro que no estaban ni cerca de resolver el caso.

Morley guio a Riley y a Bill al área de Medicina Forense del edificio, donde les presentó a la líder, la Dra. Rachel Fowler. La patóloga abrió la unidad refrigerada donde se encontraba el cadáver de Nancy Holbrook.

Riley hizo un gesto de dolor a la oleada familiar de descomposición, aunque el mal olor aún no se había intensificado tanto. Vio que la mujer había sido bajita y muy delgada.

“No había estado mucho tiempo en el agua”, dijo Fowler. “Su piel estaba comenzando a arrugarse cuando la encontraron”.

La Dra. Fowler señaló sus muñecas.

“Pueden ver quemaduras por el roce de cuerdas. Parece que estuvo atada durante su asesinato”.

Riley notó marcas en el recodo del cadáver.

“Parecen ser marcas de agujas”, dijo Riley.

“Sí. Estaba consumiendo heroína. Creo que estaba volviéndose adicta”.

Le pareció a Riley que la mujer había sido anoréxica, y eso parecía coherente con la teoría de adicción de Fowler.

“Esa clase de adicción parece fuera de lugar para una acompañante de categoría”, dijo Bill. “¿Cómo sabemos que eso es lo que era?”.

Fowler sacó una tarjeta de presentación laminada que estaba dentro de una bolsa plástica de evidencia. Tenía una foto provocativa de la mujer muerta. El nombre en la tarjeta era simplemente “Nanette” y el negocio se llamaba “Acompañantes Ishtar”.

“Encontramos esta tarjeta en su cuerpo”, explicó Fowler. “La policía se comunicó con Acompañantes Ishtar y descubrió su verdadero nombre, y eso conllevó a que fuera identificada como la media hermana del agente Holbrook”.

“¿Alguna idea de cómo fue asfixiada?”, preguntó Riley.

“Hay algunos moretones en su cuello”, dijo Fowler. “El asesino pudo haber colocado una bolsa de plástico sobre su cabeza”.

Riley observó las marcas de cerca. ¿Esto fue un juego sexual que salió mal, o un acto deliberado de asesinato? Aún no sabía la respuesta.

“¿Qué más encontraron con su cuerpo?”, preguntó Riley.

Fowler abrió una caja que contenía la ropa de la víctima. Había estado usando un vestido rosa escotado. Riley observó que no era muy respetable, pero era un atuendo un poco más recatado que la ropa típica de prostituta. Era el vestido de una mujer que quería verse tanto sexy como convenientemente vestida para ir a una discoteca.

Había una bolsa plástica llena de joyas encima del vestido.

“¿Puedo echarle un vistazo?”, le preguntó Riley a Fowler.

“Adelante”.

Riley sacó la bolsa y le echó un ojo al contenido. La mayor parte era bisutería bastante elegante — un collar y unos brazaletes de cuentas y unos aretes sencillos. Pero un artículo sobresalía sobre todos los demás. Era un anillo delgado de oro con un diamante. Lo levantó y se lo mostró a Bill.

“¿Es real?”, preguntó Bill.

“Sí”, respondió Fowler. “Oro auténtico y un diamante real”.

“El asesino ni siquiera lo robó”, comentó Bill. “Así que esto no fue por dinero”.

Riley se volvió para dirigirse a Morley. “Me gustaría ver el sitio donde fue encontrado el cuerpo”, dijo. “Ahora mismo que es de día”.

Morley se veía un poco desconcertado.

“Podemos llevarte en helicóptero”, dijo. “Pero no sé lo que esperas encontrar. Los policías y los agentes inspeccionaron todo el sitio”.

“Confía en ella”, dijo Bill a sabiendas. “Descubrirá algo”.

Capítulo Ocho

La amplia superficie del lago Nimbo parecía inmóvil y tranquila mientras el helicóptero se acercaba a ella.

“Pero las apariencias engañan”, se recordó Riley a sí misma. Sabía que las superficies tranquilas podían guardar secretos oscuros.

El helicóptero descendió para buscar un lugar en donde aterrizar. Riley se sentía un poco mareada por el movimiento inestable. No le gustaban mucho los helicópteros. Ella miró a Bill, quien estaba sentado a su lado. Se veía igual de incómodo que ella.

Pero cuando miró al agente Holbrook, su rostro parecía inexpresivo. Casi ni había hablado durante el vuelo de media hora desde Phoenix. Riley aún no sabía qué pensar de él. Estaba acostumbrada a leer a las personas fácilmente, a veces demasiado fácilmente. Pero Holbrook todavía le parecía un enigma.

El helicóptero por fin aterrizó y los tres agentes del FBI pisaron tierra firme, agachándose debido a las hélices que aún estaban en movimiento. El camino donde había aterrizado el helicóptero no era más que huellas de neumáticos entre malezas.

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