Блейк Пирс - Una Vez Enfriado стр 9.

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“¿Por qué no viniste al juego, Gabriela?”, preguntó April.

“Lo hubieses disfrutado”, dijo Jilly.

“Sí, me gusta el fútbol”, dijo Gabriela. “Iré al próximo juego”.

Le pareció el momento ideal para mencionar algo.

“Tengo buenas noticias”, dijo. “Hablé con mi agente inmobiliaria hoy, y piensa que podría ganar bastante dinero de la venta de la cabaña de su abuelo. Estoy segura que ayudará con los planes universitarios de ambas”.

Eso alegró a las chicas y hablaron del tema por un tiempo. Pero pronto el estado de ánimo de Jilly pareció decaer.

Finalmente, Jilly le preguntó a Riley: “¿Quién era ese tipo que estaba contigo en el juego?”.

April dijo: “Ah, ese es Blaine. Solía ​​ser nuestro vecino. Él es el padre de Crystal. Tú la conoces”.

Jilly siguió comiendo en silencio por unos momentos.

Luego dijo: “¿Dónde está Ryan? ¿Por qué no estaba en el juego?”.

Riley tragó grueso. Se dio cuenta hace rato que Ryan había venido a casa durante el día para recoger sus cosas. Era el momento de decirles la verdad.

“Hay algo que he tenido la intención de decirles”, comenzó.

Pero le costó encontrar las palabras adecuadas.

“Ryan... Dice que necesita un poco de espacio. Él...”.

No podía seguir hablando. Notó por los rostros de las chicas que no necesitaba hacerlo. Entendieron muy bien lo que quiso decirles.

Después de unos segundos de silencio, Jilly se puso a llorar, huyó de la sala y subió las escaleras. April se puso de pie rápidamente para ir a consolarla.

Riley se dio cuenta de que April estaba acostumbrada a esas actitudes de Ryan. Estas decepciones aún debían dolerle, pero podía lidiarlas mejor que Jilly.

Sentada en la mesa con Gabriela, Riley comenzó a sentirse culpable. ¿Era completamente incapaz de mantener una relación seria con un hombre?

Como si hubiera leído sus pensamientos, Gabriela dijo: “Deja de culparte. No es tu culpa. Ryan es un tonto”.

Riley sonrió con tristeza.

“Gracias, Gabriela”, dijo.

Era exactamente lo que necesitaba oír.

Luego Gabriela agregó: “Las niñas necesitan una figura paterna, pero definitivamente no alguien que va y viene como él”.

“Lo sé”, dijo Riley.

*

Más tarde esa noche, Riley fue a ver cómo estaban las chicas. Jilly estaba en el cuarto de April haciendo tarea.

April levantó la mirada y dijo: “Estamos bien, mamá”.

Riley sintió un gran alivio. Aunque se sentía mal por las chicas, estaba orgullosa de que April estuviera consolando a Jilly.

“Gracias, cariño”, dijo antes de cerrar la puerta.

Sabía que April hablaría con ella de Ryan cuando se sintiera lista. Pero a Jilly podría costarle más.

Cuando volvió a bajar, Riley se encontró pensando en lo que Gabriela le había dicho.

“Las niñas necesitan una figura paterna”.

Miró el teléfono. Blaine había dejado claro que le gustaría entablar una relación con ella.

Pero ¿qué podría esperar de ella? Su vida era muy ocupada por sus hijas y el trabajo. ¿Realmente podría incluir a alguien más en este momento? ¿Solo terminaría decepcionándolo?

“Pero sí me gusta él”, admitió.

Y él también gustaba de ella. Seguramente tenía que tener espacio en su vida para...

Ella cogió el teléfono y marcó el número de Blaine. Se decepcionó cuando oyó la contestadora, pero eso no la sorprendió. Sabía que su trabajo en el restaurante a menudo lo mantenía alejado de casa en las noches.

Cuando oyó el pitido, Riley le dejó un mensaje.

“Hola, Blaine. Es Riley. Mira, lamento si estuve un poco distante en el juego de esta tarde. Espero no haber sido grosera. Solo quiero decirte que queremos aceptar tu invitación, si todavía sigue en pie. Llámame cuando puedas”.

Riley inmediatamente se sintió mejor. Ella fue a la cocina y se sirvió un trago. Mientras estaba sentada bebiéndoselo en el sofá de la sala de estar, se encontró recordando su conversación con Paula Steen.

Paula parecía haber aceptado que el asesino de su hija jamás sería llevado ante la justicia.

“No es culpa de nadie, y no culpo a nadie”, Paula le había dicho.

Esas palabras ahora preocupaban a Riley.

Era tan injusto.

Riley terminó su bebida, se duchó y se fue a la cama.

Las pesadillas comenzaron justo cuando se quedó dormida.

*

Riley era solo una niña.

Estaba caminando por un bosque de noche. Ella tenía miedo, pero no estaba segura del por qué.

Después de todo, no estaba realmente perdida en el bosque.

El bosque estaba cerca de una carretera, y podía ver los autos que iban y venían. El resplandor de un poste de luz y una luna llena iluminaban su camino entre los árboles.

Luego sus ojos se fijaron en una fila de tres tumbas poco profundas.

La tierra y las piedras que cubrían las tumbas estaban moviéndose.

Las manos de las mujeres se abrieron camino por las tumbas.

Podía oír sus voces decir...

“¡Ayúdanos! ¡Por favor!”.

“¡Solo soy una niña!”, respondió Riley entre lágrimas.

Riley se despertó en su cama. Estaba temblando.

“Fue solo una pesadilla”, se dijo a sí misma.

Y no era de extrañar que había soñado con las víctimas del ‘Asesino de la caja de fósforos’ la noche después de haber hablado con Paula Steen.

Respiró profundamente. Pronto se sintió relajada de nuevo, y comenzó a quedarse dormida.

Pero entonces…

Todavía era solo una niña.

Estaba en una tienda de dulces con mamá, y mamá estaba comprándole muchos dulces.

Un hombre aterrador que llevaba una media en la cabeza se acercó a ella.

Él apuntó a mamá con un arma.

“Dame tu dinero”, le dijo a mamá.

Pero mamá estaba demasiado asustada como para moverse.

El hombre le disparó a mamá en el pecho, y ella se cayó justo en frente de Riley.

Riley comenzó a gritar. Se dio la vuelta en busca de ayuda.

Pero, de repente, estaba en el bosque de nuevo.

Las manos de las mujeres seguían tratando de cavar por las tumbas.

Las voces seguían gritando...

“¡Ayúdanos! ¡Por favor!”.

Entonces Riley oyó otra voz a su lado. Esta le era familiar...

“Ya las oíste, Riley. Necesitan tu ayuda”.

Riley se volvió y vio a mamá. Estaba parada allí, su pecho sangrando de la herida de bala. Su cara estaba mortalmente pálida.

“¡No puedo ayudarlas, mamá!”, exclamó Riley. “¡Solo soy una niña!”.

Mamá sonrió.

“No, no eres una niña, Riley. Ya eres grande. Date la vuelta y lo verás”.

Riley se volvió y se encontró mirándose en un espejo completo.

Era verdad.

Ella era una mujer ahora.

Y las voces seguían exclamando...

“¡Ayúdanos! ¡Por favor!”.

Los ojos de Riley se abrieron de nuevo.

Estaba temblando aún más que antes, y estaba sin aliento.

Se acordó de algo que Paula Steen le había dicho.

“El asesino de mi hija jamás será llevado ante la justicia”.

Paula también había dicho...

“Nunca fue tu caso para empezar”.

Riley se sintió determinada.

Era cierto, el caso del ‘Asesino de la caja de fósforos’ no había sido suyo antes.

Pero ya no podía dejarlo en el pasado.

El ‘Asesino de la caja de fósforos’ tenía que ser llevado ante la justicia.

“Ahora es mi caso”, pensó.

CAPÍTULO SIETE

Riley no tuvo más pesadillas esa noche, pero, aún así, pasó muy mala noche. Sorprendentemente, se sintió completamente despierta y energizada cuando se levantó a la mañana siguiente.

Tenía trabajo por hacer ese día.

Se vistió y bajó las escaleras. April y Jilly estaban en la cocina desayunando. Las chicas se veían tristes, pero no tan devastadas como ayer.

Riley se sentó en la mesa y dijo: “Esos panqueques se ven buenísimos. Pásenlos, por favor”.

Se comió su desayuno y se bebió el café. Luego comenzó a darse cuenta de que las chicas se veían más alegres. No mencionaron la ausencia de Ryan, en vez charlando de otros niños en la escuela.

“Son fuertes”, pensó Riley.

Y ambas habían pasado por momentos muy difíciles.

Estaba segura de que superarían esta crisis con Ryan.

Riley terminó su café y dijo: “Tengo que irme a la oficina”.

Se puso de pie y le dio un beso a April y a Jilly en la mejilla.

“Ve a atrapar a los malos, mamá”, dijo Jilly.

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