La figura femenina también se movió como si estuviera asustada por los disparos, corriendo de aquí para allá frenéticamente, pero de alguna manera nunca molestándose en ocultarse detrás de una barrera. Su pánico simulado solo hacía más difícil no dispararle accidentalmente.
Bill sintió sudor frío formándose en su frente mientras disparaba una ronda tras otra.
En poco tiempo, Riley y él habían acabado con todos los hostiles, y la mujer en el velo quedó sola, ilesa.
Bill dio un suspiro de alivio y bajó el arma.
“¿Cómo estás?”, preguntó Riley. Bill notó la preocupación en su voz.
“Bastante bien, supongo”, dijo Bill.
Pero sus palmas estaban húmedas, y estaba temblando un poco.
“Tal vez ya sea suficiente”, dijo Riley.
Bill negó con la cabeza.
“No”, dijo él. “Tenemos que probar el siguiente programa”, dijo.
“¿Cuál?”.
Bill tragó grueso.
“Es una situación de toma de rehenes. El civil será asesinado a menos que tú y yo derribemos a dos hostiles al mismo tiempo”.
Riley lo miró con recelo.
“Bill, no sé...”.
“Vamos”, dijo Bill. “Es solo un juego. Intentémoslo”.
Riley se encogió de hombros y levantó su arma.
Bill dijo por el micrófono: “Situación de toma de rehenes. Adelante”.
Los robots volvieron a la vida. La figura femenina se quedó a la intemperie, mientras que los hostiles desaparecieron detrás de las barreras.
Luego dos hostiles aparecieron desde detrás de las barreras, cerniéndose amenazadoramente alrededor de la figura femenina, la cual se tambaleaba hacia atrás y adelante con ansiedad.
Bill sabía que el truco era que Riley y él le dispararan a ambos hostiles justo cuando consiguieran un tiro limpio.
A él le tocaba decidir cuándo dispararían.
Mientras Riley y él apuntaban sus armas con cuidado, Bill dijo...
“Yo acabaré con el de la izquierda, tú con el de la derecha. Dispara cuando diga ‘Adelante’”.
“Listo”, dijo Riley en voz baja.
Bill vigiló cuidadosamente los movimientos y las posiciones de los dos hostiles. Se dio cuenta de que esto sería difícil, mucho más difícil de lo que había esperado.
El mismo segundo en que uno de los hostiles se alejaba, el otro se hostil se posicionaba peligrosamente cerca de la rehén.
“¿Cuándo podremos disparar?”, se preguntó.
Entonces, por un momento fugaz, los dos hostiles se alejaron en direcciones opuestas del rehén.
“¡Adelante!”, espetó Bill.
Pero antes de que pudiera apretar el gatillo, fue inundado por una ráfaga de imágenes...
Estaba caminando hacia un edificio abandonado cuando escuchó un disparo.
Sacó su arma y corrió adentro, donde vio a Lucy tumbada boca abajo en el suelo.
Vio a un hombre joven moviéndose hacia ella.
Instintivamente, Bill le disparó al hombre y lo alcanzó.
El hombre dio una vuelta antes de caerse, y en ese entonces vio que sus manos estaban vacías.
Estaba desarmado.
El hombre solo había estado tratando de ayudar a Lucy.
Mortalmente herida, Lucy se apoyó en su codo y le disparó seis rondas a su verdadero atacante...
...el hombre al que Bill debió haber disparado.
Un disparo del arma de Riley regresó a Bill al presente.
Las imágenes habían ido y venido en un instante.
Uno de los hostiles estaba inclinado, muerto por el disparo de Riley.
Sin embargo, Bill estaba congelado. No podía apretar el gatillo.
El hostil que quedaba se volvió amenazantemente hacia la mujer, y un tiro resonó por los altavoces.
La mujer se dobló y dejó de moverse.
Bill finalmente disparó su arma y alcanzó el hostil, pero ya era demasiado tarde para el rehén, que ya estaba muerta.
Por un momento, la situación pareció terriblemente real.
“Dios mío”, dijo. “Dios mío, ¿cómo dejé que esto sucediera?”.
Bill dio un paso al frente, casi como si quisiera correr para ayudar a la mujer.
Riley se colocó delante de él.
“Bill, ¡no pasa nada! ¡Es solo un juego! ¡No es real!”.
Bill se detuvo en seco, temblando y tratando de calmarse.
“Riley, lo siento, es solo que... todo regresó por unos segundos y...”.
“Yo sé”, dijo Riley reconfortantemente. “Comprendo”.
Bill se desplomó y negó con la cabeza.
“Tal vez no estoy preparado para esto”, dijo. “Tal vez sea suficiente por hoy”.
Riley le dio una palmadita en el hombro.
“No”, dijo. “Creo que deberías terminar”.
Bill respiró profunda y lentamente. Sabía que Riley tenía razón.
Él y Riley retomaron sus posiciones, y Bill volvió a decir por el micrófono...
“Situación de toma de rehenes. Adelante”.
La misma acción se reanudó, con dos hostiles acechando peligrosamente al rehén.
Bill respiró lentamente mientras miraba por su mirilla.
“Es solo un juego”, se dijo a sí mismo. “Es solo un juego”.
Finalmente llegó el momento que habían estado esperando. Ambos hostiles se habían alejado un poco del rehén. Todavía era un disparo peligroso, pero Bill y Riley tenían que intentarlo.
“¡Adelante!”, dijo.
Esta vez disparó al instante, y oyó el sonido del disparo de Riley una fracción de segundo más tarde.
Ambos hostiles se desplomaron y dejaron de moverse.
Bill bajó su arma.
Riley le dio una palmadita en la espalda.
“Lo hiciste, Bill”, dijo Riley. “Estoy disfrutando de esto. ¿Qué más podemos hacer con estos robots?”.
Bill dijo: “Hay un programa en el que podemos acercarnos a ellos mientras disparamos”.
“Intentémoslo”.
Bill habló por el micrófono.
“A poca distancia”.
Los ocho hostiles comenzaron a moverse, y Bill y Riley avanzaron hacia ellos paso a paso, disparando en pequeñas ráfagas. Dos robots cayeron y los otros se movieron de un lado a lado, por lo que se hizo más difícil alcanzarlos.
Mientras Bill disparaba, se dio cuenta de que algo faltaba en esta simulación.
“Los robots no disparan”, pensó.
Además, su alivio por salvar al rehén no se sentía genuino. Después de todo, él y Riley habían salvado la vida de un robot.
No cambiaba la realidad de lo que había sucedido el mes pasado.
Y ciertamente no resucitaría a Lucy.
La culpa todavía lo atormentaba. ¿Alguna vez sería capaz de no sentirse así?
¿Y alguna vez sería capaz de volver a trabajar?
CAPÍTULO TRES
Después de sus ejercicios de tiro al blanco, Riley todavía estaba preocupada por Bill. Es cierto que se había recuperado rápidamente después de su momento de shock. Y en realidad pareció haber disfrutado de los disparos a corta distancia.
Hasta se había visto alegre justo antes de partir a su apartamento. Sin embargo, no era el mismo Bill que había sido su compañero durante tantos años, y quien hacía mucho tiempo se había convertido en su mejor amigo.
Ella sabía lo que más le preocupaba.
A Bill le asustaba el hecho de que jamás sería capaz de volver a trabajar.
Ella deseaba poder tranquilizarlo con palabras simples y amables, algo así como...
“Solo estás pasando por una mala racha. Nos sucede a todos. Lo superarás más temprano que tarde”.
Pero garantías simplistas no eran lo que Bill necesitaba en este momento. Y la verdad era que Riley no sabía si eso era cierto o no.
Ella también había sufrido de TEPT y sabía lo difícil que era recuperarse de eso. Solo tendría que ayudar a Bill durante ese terrible proceso.
Aunque Riley volvió a su oficina, en realidad tenía poco que hacer en la UAC. No estaba asignada a ningún caso, y acogía estos días lentos con beneplácito después de la intensidad del último caso en Iowa. Terminó lo poco que tenía pendiente y se fue.
Mientras Riley conducía a casa, se sintió contenta ante la idea de cenar con su familia. Se sintió especialmente contenta ya que había invitado a Blaine Hildreth y su hija a cenar con ellos esta noche.
Riley estaba encantada por el hecho de que Blaine formaba parte de su vida. Era un hombre guapo y encantador. Y, como ella, se había divorciado hace relativamente poco tiempo.
También era un hombre muy valiente.
Fue Blaine el que le disparó a Shane Hatcher cuando amenazó a la familia de Riley.