SerÃa mejor escoger un único grupo de enfermos crónicos y observar el número de ellos que padecen sÃntomas depresivos, ya que la información obtenida al respecto tendrÃa mayor validez ecológica.
Otra de las limitaciones del estudio provendrÃa de la exclusión de los pacientes con enfermedades crónicas que además padecen alguna psicopatologÃa, lo que agravarÃa aún más el pronóstico.
A pesar de las limitaciones comentadas el estudio muestran un Ãndice elevado de pacientes crónicos con sintomatologÃa depresiva, en ocasiones no diagnosticada ni tratada, lo que va en detrimento de la calidad de vida del paciente.
Dada la importancia de la depresión en la salud, ya sea al sufrir o no una enfermedad crónica, pues afecta al desempeño en todo lo que hacemos, desde las ciencias médicas se ha investigado sobre los factores que podrÃan estar favoreciendo o protegiendo a la persona de sufrir una depresión, y en caso de padecerlo, que ayuden a superarlo.
La red social de apoyo ha sido una de las estimadas como fundamentales tanto a nivel preventivo como para favorecer su recuperación, en caso de caer en depresión.
Igualmente se conoce que existen otras circunstancias que pueden favorecer la depresión, como es la ruina económica, una pérdida afectiva e incluso del trabajo, etc.
Estos desencadenantes pueden generar un perÃodo razonable de âdueloâ, o cronificarse y convertirse en una verdadera depresión mayor.
Hay que tener en cuenta que la depresión cuenta con tres componentes, el afectivo, el comportamental y el cognitivo, factores que están estrechamente interrelacionados de forma que se llega a autoalimentar formando un cÃrculo vicioso difÃcil de romper sin ayuda terapéutica especializada.
En cuanto al caso de este tercero, los pensamientos se vuelven catastróficos, pesimistas y sin solución a la situación actual.
Pero cuando una persona está expuesta a una realidad desfavorable, los pensamientos catastróficos coinciden con su realidad, por lo que sale reforzado sus pensamientos y con ello favorecerá la aparición de la depresión, entonces ¿Existe relación entre la depresión y el nivel económico?
Eso es precisamente lo que se puede responder gracias a un informe publicado por el departamento de Salud del gobierno de Puerto Rico (EE. UU.), desarrollado durante el 2013.
En el mismo se analizan distintos factores que pueden estar influyendo en la presencia de la depresión, el cual ha sido realizado dentro de un proyecto más amplio para detectar conductas de riesgo entre la población según el programa The Behavioral Risk Factor Surveillance System (B.R.F.S.S.).
Para ello se realizó una encuesta telefónica a una muestra de seis mil habitantes que representa el 0,21% de la población total, todos ellos mayores de 18 años, mayoritariamente hispana (98,5%), siendo el 64% mujeres.
Igualmente se recogieron datos por tramos de edad, el nivel educativo de los participantes y sus ingresos económicos.
Los resultados muestran que las personas en el tramo de los 45 a 54; y los 55 a 64 años, son los que más sufren depresiones, llegando a niveles del 25.7% y 30.7% respectivamente, muy por encima de los niveles de los más jóvenes entre 18 a 24 años, del 5.9%.
Igualmente muestran que las personas que tienen menos estudios (sin escolaridad terminada) presentan mayores niveles de depresión, frente a los que finalizaron los estudios universitarios, obteniendo porcentajes del 21.3% frente al 14,4% respectivamente.
El informe además separa a los encuestados en seis tramos en función de sus ingresos, lo que permite observar la relación entre los aspectos económicos y la presencia de depresión, siendo los que más lo sufren los que obtienen ingresos inferiores a 15000 dólares, con un 23,2%, frente a los que tienen ingresos mayores a 75000 dólares, con un 9,2%.
Una de las limitaciones de este estudio, y caracterÃstico de la forma de recoger datos a través del teléfono, es que quedan excluidas ciertas poblaciones que por un motivo u otro no disponen de lÃnea telefónica, y por tanto queda sesgado el estudio, al dejar una parte de la población sin investigar, probablemente con bajos recursos económicos.
Otra limitación es que los resultados no distinguen entre el tipo de depresión que padece, ya sea depresión mayor o distimia, además los datos tal y como están presentados no permiten realizar comparaciones entre grupos, que posibiliten profundizar más en las diferencias encontradas entre los grupos en función de las variables analizadas.
A pesar de las limitaciones anteriores, hay que destacar la importancia de los resultados al mostrar el perfil de aquellas personas que están más expuestas a sufrir depresión, el bajo nivel educativo, una edad entre los 45 a 64 años y unos escasos ingresos económicos.
Por el contrario, las personas que parecen estar más protegidas de sufrir depresión son los jóvenes entre los 18 a 24 años, los que tienen estudios universitarios, y los que ganan entre 35000 a 49999 dólares, y más de 75000 dólares.
Por tanto, y respondiendo a la cuestión inicial, parece que sà existe relación entre la depresión y el nivel económico, pero esta no es una relación directa, de a más dinero menos depresión, tal y como se comprueba entre los que ganan entre los 50000 a 74999 dólares que sufren un porcentaje de depresión similar al de niveles anteriores, en concreto asemejándose a los que cobran entre 25000 a 34999 dólares.
Aunque el estudio no entra en valoraciones teóricas sobre las explicaciones al respecto, parece lógico pensar que la preocupación por la carencia de dinero puede ser determinante, asà como el acceso a una mayor y mejor cantidad de recursos que podrÃan prevenir y paliar la aparición de los primeros sÃntomas de la depresión antes de que esta se cronifique.
Cuando uno piensa en dinero y la depresión no suele hacerlo en el coste para la sociedad en la que vive, sino más bien en la persona que lo sufre, pero no es ese el planteamiento que se hacen desde las administraciones públicas que buscan optimizar sus recursos priorizando sobre dónde van destinados el dinero entre los distintos servicios y departamentos que se encuentran a su cargo, ya sea en inversión de materiales como de personal para poder dispensar con mayor eficacia sus servicios.
El trastorno de depresión mayor afecta principalmente a la salud psicológica del paciente, pero también al resto de sus actividades diarias, la gana de comer, o la capacidad de tener un sueño reparador, pero sus efectos se extienden también a sus familiares, compañeros y amigos.
Lo normal es observar una disminución en el rendimiento académico o laboral, que en el caso de una mayor severidad de este trastorno puede llevar a la persona a perder su puesto de trabajo, sus amigos e incluso su pareja.
Actualmente existen diversos métodos de intervención terapéutica desde la psicoterapia, hasta la farmacológica pasando por la terapia electro convulsiva, cuando no responde adecuadamente a la farmacológica.
Cada una de estas intervenciones requiere de un personal especializado, el desarrollo de una tecnologÃa y un centro donde se administra, lo que va sumando "gastos" para la administración, pero ¿Cuál es el coste de la depresión en el primer mundo?
Esto es precisamente lo que ha tratado de averiguar desde la Escuela de Medicina de Hannover, junto con la Universidad Goethe de Frankfurt y la Universidad Jena Friedrich-Schiller (Alemania) cuyos resultados han sido publicados en el 2014 en la revista cientÃfica Depression Research and Treatment.