Sanz Delia Nieto - Volando Con Jessica

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Giovanni Odino

Volando con Jessica

Amores y delitos persiguiendo el tiempo que huye

Novela

Título original: In volo con Jessica

Traducción de Delia Nieto Sanz

Derechos

Volando con Jessica

Amores y delitos persiguiendo el tiempo que huye

di Giovanni Odino

Novela

Tektime - Traducción de libros

Proyecto gráfico de cubierta del autor

Ilustración de cubierta de Roberto Ramponi

Art Designer – ramp1958@libero.it

40017 San Giovanni in Persiceto (Bo) Via Bellini 2/A

La imagen 1 de la página 290 proviene de www.heli-archive.ch.

La imagen 2 de la página 290 proviene de los archivos Elipiazza.

Las imágenes 3 y 4 de la página 291, encontradas en internet, no se pueden atribuir a ningún autor. Nos excusamos de toda posible omisión.

Los personajes y los nombres son ficticios. Toda referencia a hechos sucedidos y a personas que han existido realmente o todavía viven debe considerarse casual.

© Todos los derechos reservados

Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta publicación sin autorización previa, excepto pasajes breves con fines de crítica literaria.

La historia

Eraldo es un piloto de helicópteros a punto de jubilarse, que trabaja, con modestos resultados económicos, en una pequeña escuela de vuelo. La petición inesperada que se le hace para reconstruir ilegalmente un viejo helicóptero lo llevará a buscar la colaboración de dos compañeros de trabajo y de un antiguo alumno de la escuela.

La fascinante novia del rico abogado que encarga el trabajo, la joven Jessica, carente de todo prejuicio, y por la que sentirá un enamoramiento senil, lo arrastrará a una aventura en la que la muerte de algunos hombres, el proyecto misterioso de la reconstrucción del helicóptero, la implicación de la mafia y las investigaciones de la policía perturbarán, hasta el inesperado desenlace, su vida y la de sus amigos.

Personajes

Aurelio Armellini - Técnico de helicóptero

Barilari Roberto - Superintendente de Policía

Caio Gregorio Ranuzzi - Mayordomo y bodyguard

Carmine Gargiulo - Mafioso

Cosimo - Mafioso

Dario - Instructor de vuelo

Elisabetta Veracroce - Amiga de Jessica

Eraldo Cavicchi - Piloto de helicópteros

Franco Franchi - Inspector de policía

Germana Vietti - Custodia de la villa

Giorgio Dandini - Antiguo aprendiz de piloto

Jessica Rizzoli - Novia del abogado

Jonathan Cooper - Piloto de aviones

Italo Martinelli-Sonnino - Abogado

Lara Manzella - Mujer de Aurelio Armellini

Markus - Delincuente suizo

Oreste De Prà - Custodio de la villa

Pamela - Secretaria de la Alta Quota

Primo Airoldi - Vendedor de vehículos

Robert Bogard - Amigo de Sante

Sandro - Mecánico de la Alta Quotai

Sante Genovese - Piloto de helicóptero

Teresio Galasso - Dueño de la Alta Quota

Zanardi - Alumno de la Alta Quota

Dedicatorias

Dedico esta novela a todas las representantes de la otra mitad del cielo, peligrosas o no, que he conocido durante mis cuarenta y dos años de vuelo.

Epígrafe

Este sentimiento

Del alba a la noche,

me acompaña discreto, silencioso,

este sentimiento que quizá,

solo quizá, es amor.

(Poesía del autor)

VOLANDO CON JESSICA

PRIMERA PARTE

I

28 de mayo

—¡Eraldo! —grita Pamela, desgañitándose, para hacerse oír dentro del hangar—. Al teléfono.

—¿Quién es?

—Un tal Ranuzzi.

—¿No puedes atenderlo tú? Si es para un curso de vuelo tú sabes más que yo.

Estoy en el hangar, charlando amablemente con el mecánico y no me apetece nada interrumpir mi disertación sobre la estrategia económica del gobierno.

—Ha dicho que tiene que hablar contigo.

—¿Pero por qué coño tiene que hablar conmigo? —le pregunto a Sandro, que, por toda respuesta, alza los hombros. En efecto, no puede saberlo. Olvido la política económica—. Voy.

—Toma —dice Pamela, acercándome el teléfono inalámbrico.

—¿Dígame?

—¿Comandante Eraldo Cavicchi?

—Soy yo. ¿Quién es?

—Buenos días. Soy Ranuzzi, el mayordomo del abogado Martinelli-Sonnino, y le llamo por encargo directo de él.

Hace una pausa, a lo mejor espera un comentario por mi parte, pero no se me ocurre ninguno.

—El abogado querría verle por cuestiones de trabajo.

—¿A mí directamente? Yo no soy el dueño, solo me ocupo de las clases y los otros tipos de vuelos previstos en nuestras tarifas.

—No se trata de la compañía para la que trabaja, sino de usted personalmente.

Otro ricachón que quiere jugar con helicópteros y me hará perder el tiempo. Pero, ¿quién lo asegura? Esta vez podría ser distinto.

—Está bien. Dígame qué día le viene bien y le esperaré en la oficina.

—El abogado le ruega que venga usted a su casa. No quiere que se sepa de su encuentro. Lo que es más, le ruega que no hable con nadie de esta cita y que no mencione su nombre.

—No entiendo a qué tanto secreto…

—Lo entenderá cuando se vean. Verá que razones para ello, hay.

—¿Dónde tengo que presentarme?

—En Milán, en la vía Rollo, número siete. ¿Podría venir mañana por la tarde, a las cuatro?

— Mmm… de acuerdo. Mañana a las cuatro. Allí estaré.

—Informaré al abogado de que ha aceptado. La calle está en el centro. Le aconsejo que coja el metro hasta la estación Duomo.

—Gracias por la información. Hasta mañana.

—Que tenga un buen día.

Qué conversación más rara. Verás que esta vez encuentro de verdad uno que se ha comprado un helicóptero y quiere un piloto viejo y experto para que lo lleve a dar vueltas. Quizá… ¿por qué no?

Pamela me mira con curiosidad. Me pregunta:

—¿Buenas noticias? ¿Buscan un nuevo director en Alitalia?

—Un tipo, que por ahora no quiere decir quién es, quiere verme. Mejor ir siempre y ver de qué se trata, porque en una de esas mi vida podría dar un giro.

—¿Qué giro quieres dar? ¿Quién podría tratarte tan bien como nosotros?

—Cierto. Pues entonces voy para confirmar que es mejor no cambiar nada.

Pamela es joven y yo podría ser su padre. Seguro que no le intereso, pero es una de esas mujeres que necesitan sentirse importantes continuamente. Solo se siente tranquila cuando todos los hombres con los que trata, independientemente de la edad que tengan, le demuestran que ha despertado su deseo. Por eso le gusta hacer ostentación de las abundantes formas que le ha regalado la madre naturaleza. Con un rostro amable y sonriente, con el pelo corto y negro como la Valentina de los cómics de Crepax, y dos ojos del mismo color, porta con desenfado su pecho voluminoso y unas caderas en proporción. Tras las provocaciones, y una vez conseguido el comentario esperado, se acaba todo: le basta con eso. Yo lo he comprendido y entro al trapo.

—Si me proponen un buen sueldo, la mitad la usaré para pasar una noche contigo. «Motociclettaaa… dieci accapiii… è tua se dici sììì.. » —le canto a un palmo de distancia de su nariz.

—Anda ya, tonto —dice, pero se ve que está contenta con la proposición, aunque los dos sabemos que es un juego.

—¿Vas mañana?

—Has oído bien, tengo una cita.

—¿Con quién?

—¡Eh, para ya! Por ahora he prometido ser reservado, pero te prometo que serás la primera en saberlo todo. Sabes que eres la única sacerdotisa a la que podría confesar mis secretos más ocultos.

—¿Y a quién le interesan? —me grita mientras salgo de la oficina.

II

29 de mayo

Dejo mi viejo y leal Volvo en un aparcamiento cercano al metro. Tras un trayecto de diez minutos, me bajo en la estación Duomo. En una calle tranquila, muy cerca, como me habían dicho, encuentro el número siete. Es un lujoso palacete del siglo XIX. Al lado de la puerta hay una placa de bronce brillante: “Italo Martinelli-Sonnino – Abogado”. Me parece imposible que todo este edificio tenga un solo propietario. Estaría bien como sede de un banco.

Llamo al único timbre. Tras pocos segundos de espera un hombre abre uno de los batientes de la puerta.

—¿Comandante Cavicchi, supongo? —pregunta. Pero se entiende que sabe la respuesta.

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