Veamos la conclusión de este proceso.
Una vez desaparecida la esperanza de poder condenar a Jesús gracias a los testigos, a Caifás no lo queda más que una pregunta, motivada por el hecho de que durante su vida pública Cristo se ha proclamado señor del sábado y ha perdonado pecados (una blasfemia):
En Marcos: «¿Eres el Mesías, el Hijo de Dios bendito?».44.
En Mateo, Caifás pide a Jesús que responda, bajo juramento: «Te conjuro por el Dios vivo a que me digas si tú eres el Mesías, el Hijo de Dios».45
Jesús responde inmediatamente: «Yo lo soy» o, mejor, «YO SOY», que es la definición misma de Dios y afirmando
« y veréis al hijo del hombre
sentarse a la derecha del Todopoderoso (es decir, de Dios N. del A.)
y venir sobre las nubes del cielo (Cielo es uno de los sobrenombres de Dios N. del A.).46
En Lucas,47 que, como sabemos, ha omitido los testimonios inútiles, el sanedrín pide inmediatamente al acusado: «Dinos si eres el Mesías». Aquí Jesús dice algo antes: «Si os respondo, no me creeréis y si os interrogo, no me responderéis». Luego proclama: «Pero en adelante, el Hijo del hombre se sentará a la derecha de Dios todopoderoso». Entonces le preguntan: «¿Entonces eres el Hijo de Dios?»
Advirtamos que Lucas distingue mejor que Mateo y Marcos entre Cristo e Hijo de Dios: primero le han preguntado a Jesús si se proclama el Mesías, que para los hebreos es un hombre con un enorme carisma, pero solo un hombre, no Dios. A la respuesta de Jesús de ser Dios, le piden que lo repita, como si dijeran: ¿Pero ahora además te proclamas Dios?
Jesús responde: «Vosotros mismos lo decís: yo lo soy». También aquí «YO SOY».
En este punto no hacen falta más testimonios contra Jesús.
Según la ley, no ilegalmente, Jesús es condenado a Muerte: por blasfemia muy grave, tanto que Caifás se rasga las vestiduras. Leemos en Mateo: «Entonces el Sumo Sacerdote rasgó sus vestiduras, diciendo: Ha blasfemado. ¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? Acabáis de oír la blasfemia. ¿Qué os parece?. Respondieron: Merece la muerte. Luego lo escupieron en la cara y lo abofetearon. Otros lo golpeaban, diciéndole: Tú, que eres el Mesías, profetiza, dinos quién te golpeó».48
Si los acuerdos con Roma lo hubieran consentido, Cristo habría sido lapidado, pero en ese periodo los hebreos no podían condenar a muerte.49
El proceso ante Poncio Pilatos
El sanedrín tenía que hacer que los romanos crucificaran a Jesús y para ello era necesario conseguir del procurador Poncio Pilatos una sentencia que se basara en la ley de Roma. Con esta intención lo conducen y lo acusan delante de él.
Acudamos a Juan.50 Se entiende, por la pregunta directa de Pilatos a Cristo: «¿Eres tú el rey de los judíos?» y de la afirmación: « los sumos sacerdotes te han puesto en mis manos», que el sanedrín ha acusado esencialmente a Jesús de ser el líder político y religioso de los autonomistas y que el gobernador quiere entenderlo bien, antes de aceptar inmediatamente la acusación. El calificativo de «malhechor» dado a Cristo al presentarlo a Pilatos, tiene el sentido romano de activista político-religioso contra el emperador.
«Desde la casa de Caifás llevaron a Jesús al pretorio. Era de madrugada. Pero no entraron en el pretorio, para no contaminarse y poder así participar en la comida de Pascua. Pilatos salió adonde estaban y les preguntó: ¿Qué acusación traéis contra este hombre? Ellos respondieron: Si no fuera un malhechor, no te lo hubiéramos entregado. Pilatos les dijo: Tomadlo y juzgadlo vosotros mismos, según la ley que tenéis. Los judíos le dijeron: A nosotros no nos está permitido dar muerte a nadie. Así debía cumplirse lo que había dicho Jesús cuando indicó cómo iba a morir. Pilatos volvió a entrar en el pretorio, llamó a Jesús y le preguntó: ¿Eres tú el rey de los judíos? Jesús le respondió: ¿Dices esto por ti mismo u otros te lo han dicho de mí? Pilatos explicó: ¿Acaso yo soy judío? Tus compatriotas y los sumos sacerdotes te han puesto en mis manos. ¿Qué es lo que has hecho? Jesús respondió: Mi reino no está en este mundo. Si mi reino estuviera en este mundo, los que están a mi servicio habrían combatido para que yo no fuera entregado a los judíos. Pero mi reino no es de aquí. Pilatos le dijo: ¿Entonces tú eres rey? Jesús respondió: Tú lo dices: yo soy rey. Para esto he nacido y he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. El que es de la verdad, escucha mi voz. Pilatos le preguntó: ¿Qué es la verdad? Al decir esto, salió nuevamente a donde estaban los judíos y les dijo: Yo no encuentro en él ningún motivo para condenarlo».