Ruthy Garcia - La Procedencia стр 5.

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–Hey, hey, un momento, suéltame. –Trata de zafarse, pero no puede, aún está algo mareado.

–¿No te acuerdas de mí? ¿Te suena la palabra policía forense de Dallas?

Jack hace esfuerzos para recordar, pero es inútil, había trabajado con tantos, y la mayoría de veces estaba drogado, así que ignoraba que ese sujeto había sido su compañero hacía mucho tiempo, trabajaron juntos antes de que Jack fuese promovido a jefe de departamento en NY.

Durante una misión en Dallas, ambos se encargaron de un caso de asesinato con un gran éxito, pero solo Jack, como siempre, se llevó los créditos, el dinero en efectivo hallado en la escena del crimen y cinco kilos de coca. Su compañero era transparente y no participó de ello, por lo cual Jack hizo que le transfirieran a otra ciudad, fue allí donde conoció a Klaire como su pupila.

Klaire estudió para ser policía y resultó ser una de las chicas mejor preparadas de su promoción, después siguió estudiando para convertirse en detective y realizó muchas investigaciones relevantes. Harris invierte tiempo y recursos preparándola, la considera su pupila preferida y no parará hasta convertirla en uno de los agentes especiales más reputados de Nueva York.

Por eso fue trasladada a Texas, para que pudiera resolver el caso de la muerte de Lara Nova.

Klaire realizó diferentes especialidades como detective, la de auxilios psicológicos, por ejemplo, entre otras muchas, de ahí su buen desenvolvimiento con Cooper en la piel de Sir Arthur.

–¡Oye, suéltame, eh... me confundes!

–No, Jack, no te confundo, apuesto a que estás drogado.

Entonces supo que sí, que ese hombre le conocía, su vida de exageraciones, extremos y derroches le impedía retener los rostros de la gente.

–Ok, está bien. si me tienes apresado contra esta pared de forma tan oprimente es porque fui muy, muy malo contigo, y no lo lamento, ¡mira que eres feo!, amigo.

Esto irrita al hombre que se prepara para darle un golpe, pero Jack es ágil, saca su arma y apunta decidido, sus ojos de loco maniaco asustan al hombre, ya sabe que Jack es capaz de disparar e irse como si nada.

–Cálmate, Jack.

Ambos ignoran que tienen algo en común: encontrar a Klaire.

–Estoy calmado, amigo, pero mis manos, ah, ah, ellas no se gobiernan, ¿sabes?, me encantaría dispararte a la cara y borrar ese horrible rostro que no recuerdo, pero no puedo, estoy buscando a una vieja amiga, si no fuera por eso, te mataría, por desperdiciar mi cigarrillo, ¡idiota! –Baja el arma, la guarda, respira y toma el cigarro del suelo, al que le queda una ínfima llama, exhala y lanza el humo hacia el cielo–. Estoy vivo, permanezco en mi propio infierno, soy un dios.

El hombre lo mira sintiendo lástima de aquella personalidad distorsionada, respira y más calmado se dirige a él.

–¿Quién es tu amiga?

–¿Qué amiga? –Finge ser un despistado para molestarle.

–Dijiste que... buscabas a una amiga.

–Ah, sí, eso, es una amiga de la secundaria, ha desaparecido, vive aquí, en este edificio.

–¿Klaire? ¿Buscas a Klaire?

–¿La conoces?

Durante una conversación que duró unos veinte minutos, se pusieron al tanto de todo, ambos se informaron sobre casi todo lo que sabían, Jack no le mostró la grabadora, no quería delatar a la madre de Klaire, no quiso mostrar esta evidencia.

–Ahora que te he puesto al tanto de todo, quiero... quiero entrar en su apartamento.

–Imposible, no puedo permitirlo.

–Vamos, ambos queremos que regrese.

–¿Qué encontrarías que no hayamos ya visto? Hay un equipo de expertos en el caso.

–¿Olvidas quién soy? Soy el policía forense más reputado de NY, mi experiencia es trascendental, lo sabes.

–Está bien –dijo tras pensarlo unos segundos. Jack ignoraba lo desacreditado que estaba en su trabajo, realmente permanecía en él porque muchos le debían favores, si Jack hablara, muchos caerían, conoce todos los círculos corruptos de su departamento policial.

–Pero entraré solo, sabes que trabajo solo.

–No hay problema, ya las cosas de valor han sido puestas en lugar seguro –dijo insinuando que Jack podría robar algo.

–Me alegra, no me gustan las tentaciones en la escena del crimen. –Se intenta mostrar sarcástico y divertido al mismo tiempo.

No tardó nada en entrar en el apartamento. “¿Dónde está el montón de libros?” Ya no estaban, solo una computadora que enciende, mientras se inicia el sistema, mira con detalle la moderna decoración, sí que había cambiado Klaire, ahora es más que una frustrada mujer, se ha convertido en una vanguardista neoyorkina, en el lugar se respira equilibrio gracias a aquella decoración contemporánea, de colores blanco, plata y azul cielo, se refleja clase, estilo y mucha paz.

El vuelve a ponerse ante el ordenador, se sienta, pero el PC reclama una contraseña y un usuario, lo intenta con algunos.

–A ver, 1234, no, no es ese, el nombre de la madre, va, tampoco, su nombre, tampoco.

Entonces se le ocurre una idea idiota: “Solo me falta poner mi nombre”, lo puso y se abrió, el PC se inició.

Su corazón latió muy fuerte, ella tenía su nombre como usuario, o le amaba mucho o le odiaba demasiado.

Es cuando ve algunos documentos, uno de ellos es un audio, pone: “Diario de Klaire”, con nada más y nada menos que casi 1GB de datos. También está esa aplicación con montones de libros. “Ahora lee a través de la computadora, cómo cambian las cosas”, piensa. “¡Vaya! La chica tiene mucho que decir”.

Conecta su móvil al PC y lo descarga.

Luego toma la grabadora y empieza a escuchar tranquilamente las últimas conversaciones de Klaire antes de desaparecer.

Se levanta mientras escucha, se fija en el teléfono, tiene varios mensajes, empieza a escucharlos. Algunos son de su madre, otros, de su jefe, y uno al final, ese le llamó su atención, era un mensaje de Petrushka Nova, la madre de la fallecida Lara Nova.

–Detective Morgan, soy Petruska Nova, dígame que todo está bajo control, por favor, dígame qué ha pasado, espero noticias suyas.

El mensaje era de hacía dos días, era el último, copió el número y lo marcó, era un número con código de área ruso, no logra contactar.

En ese momento, la puerta se abre y el jefe de Klaire entra. Jack saca el USB y quita el cable de su teléfono. Por suerte, el documento ya se había descargado.

–Veo que está escuchando los mensajes… Ah, ¡también pudo obtener la clave de acceso!

–No es algo tan difícil, sus expertos pueden deshabilitar las claves en cuestión de segundos, ¿por qué no lo hicieron?

–Por respeto a su privacidad, su PC es algo muy personal, veo que conoces más de Klaire de lo que creía.

–Te sorprenderías –respondo irónico.

–Hay mensajes recientes, por lo que veo –dice mientras empieza a escuchar el de hace dos días.

–Sí, se ve que están haciendo un gran trabajo.

–Déjate de ironías, Jack, no puedes querer encontrar a Klaire más que yo, apareciste en su vida después de mucho tiempo, yo he estado en ella bastante más.

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