Kyoko luchó contra la oscuridad. Abriendo los ojos, su visión se aclaró rápidamente, pero la visión que encontró la hizo jadear horrorizada. La sangre de Toya estaba rociando el aire detrás de él mientras era lanzado a través del aire chocando contra una roca gigante. Volviendo su mirada hacia el demonio, observó con consternación mientras sacaba su cabeza de la tierra y la devolvió al lugar donde se suponÃa que estaba. El demonio se volvió hacia ella, un sonido retumbante salió de su pecho como un gruñido demente mientras desnudaba varias hileras de dientes afilados.
El olor del miedo de Kyoko sacó a Toya de su aturdimiento y abrió sus ojos en una nube de dolor. Ignorando el dolor, se levantó justo a tiempo para ver al demonio cargar contra ella. PodÃa sentir su superficie de sangre demonÃaca... y esta vez... dejó que se hiciera cargo. El cuerpo de Toya comenzó a tararear con una fuerza propia. El único pensamiento racional que quedaba en su mente era que nadie la tocarÃa... si lo hacÃan morirÃan.
Kyoko estaba alcanzando su ballesta pero sabÃa que llegarÃa demasiado tarde porque la bestia estaba casi sobre ella. Tan cerca, ella podÃa oler su respiración desagradable alcanzándola. Ella gritó, levantando el brazo para protegerse la cara, pensando que este era el final... Pero no pasó nada. Oyó un gruñido y el suelo tembló. Kyoko abrió los ojos, pero no pudo ver nada por los escombros volando desde donde el demonio habÃa caÃdo, bloqueando su visión.
Cuando los escombros empezaron a despejarse, vio la espalda de Toya mientras él se paraba delante de ella, enfrentándose al demonio. Siseó al ver tres largas heridas dentadas en su espalda. Su cabello de medianoche y reflejos de plata seguÃan soplando en el viento creado por el demonio caÃdo. Miró al demonio para ver de nuevo que su cabeza estaba cortada y sus brazos estaban a una buena distancia de su cuerpo.
Ella frunció el ceño cuando de nuevo abrió sus ojos carmesÃes, con la intención de usar el poder del talismán para sanarse. No queriendo que eso sucediera, Kyoko llegó detrás de ella y agarró la pequeña ballesta, un dardo de espÃritu se formó rápidamente de sus poderes de sacerdotisa. Apretándola contra la cuerda, ella susurró: "Golpea", soltando la cuerda y enviando el dardo del espÃritu directamente hacia el talismán, golpeando el cuerpo del demonio.
El demonio lentamente se derrumbó sobre sà mismo, convirtiéndose en polvo y atrapando la brisa. La mayor parte del polvo se alejó, dejando sólo los huesos amarillentos en su estela. Sintiendo el mal cerca, Kyoko levantó la vista y vio uno de los cambios demonÃacos de Hyakuhei. Se deslizó hacia abajo desde el cielo parecÃa una serpiente fantasmal, recogiendo el talismán dentro de sus dientes puntiagudos antes de escabullirse tan rápido que ni siquiera podÃa decir a qué dirección habÃa ido.
Sintió ganas de saber que acababan de luchar contra el demonio por nada, ya que el talismán habÃa sido robado. Kyoko lentamente empujó contra el suelo para pararse, deteniéndose a mitad de camino cuando notó que Toya no habÃa dado la vuelta todavÃa, su mano con garras aún se encogÃa de rabia a su lado.
Se tensó al darse cuenta de lo que estaba mal... estaba en su forma maldita. Una maldición que Hyakuhei habÃa puesto sobre él mucho antes de que ella llegara a este mundo. En este estado, era impredecible, fuera de control... y muy peligroso.
Con una voz inestable, Kyoko susurró, "¿Toya?"
Se puso de pie el resto del camino mientras se volvÃa, sus ojos carmesÃes la miraban fijamente. Su pecho seguÃa subiendo y bajando rápidamente mientras respiraba fuertemente por la fuerza del ataque que acababa de usar para matar al demonio. -Las dagas -pensó Kyoko tratando de mantener la calma-necesitaba que le devolvieran las cuchillas -miró hacia la roca contra la que habÃa sido arrojado y vio una de las dagas allà tendida. Ella lentamente comenzó a bordear en la dirección de la hoja.
Toya dio un paso adelante y gruñó. Sintió una furia cegadora por el demonio que acababa de matar y esperó a ver si habÃa más para matar o si el demonio se recuperaba. Entonces oyó a alguien detrás de él susurrar su nombre. Volviéndose hacia el sonido, vio a la chica allÃ, tratando lentamente de ponerse de pie. Olió el miedo que emanaba de ella mientras ella trataba lentamente de alejarse de él.
Lanzó un gruñido bajo de advertencia para que ella se quedara y dio un paso hacia ella. Se quedó quieto por un momento más mirándolo como si no pudiera decidir si era amigo o enemigo. PodÃa oler su temor subir y eso lo enfureció. Gruñó otra vez y ella salió corriendo.
El corazón de Kyoko latÃa con fuerza. Ãl le habÃa gruñido. ¿La iba a matar? Las dagas, tenÃa que llegar al menos a una de ellas. Eran parte de él y ayudaron a sellar la sangre de demonio que Hyakuhei le habÃa maldecido. Kyoko despegó tan rápido como jamás habÃa corrido en su vida.
TenÃa que conseguirle la daga. Su pelo salió volando detrás de ella y ella supo que él vendrÃa detrás de ella. El cabello de la nuca se puso de pie como si ya la hubiese pillado. Cinco pies más... justo allÃ. Un desenfoque se movió frente a ella, entre ella y lo que estaba tratando de alcanzar tan desesperadamente.
No. Ella no huÃa de él. Ella era suya. Se detuvo frente a ella para detener su vuelo, y ella chocó contra él con un grito asustado. En contacto, él podÃa sentir su sangre calmante y él soltó un gruñido más suave para dejarle saber a permanecer en el tiempo. Cuando ella todavÃa intentaba moverse más allá de él, la aplastó contra él, deseando que esta mujer sintiera que él destruirÃa cualquier cosa que se acercara a ella.
Miró hacia abajo en los grandes ojos esmeralda que lo miraban fijamente. Toya podÃa sentirla tratando de bajarse para deslizarse de sus brazos. No, él nunca la dejarÃa ir... la sangre de demonio dentro de él ya la habÃa reclamado. Ãl vio como una lágrima se deslizó de sus pestañas para aterrizar en su mejilla cremosa. Se inclinó hacia adelante y lamió la lágrima con la punta de su lengua, atrayendo a un asustado jadeo de la chica.
Ella reanudó su lucha, moviéndose fuera de su alcance y se deslizó al suelo, arrojándose más allá de él y agarrando algo que yacÃa allÃ. Ãl gruñó ante su desafÃo mientras se volvÃa y caÃa sobre ella, sujetándola al suelo. Le clavó la muñeca por encima de su cabeza y el peso de su cuerpo mantuvo el resto de ella inmóvil. Trató de echarlo de encima, pero él querÃa que supiera a quién pertenecÃa.
Bajando su boca a la suya, gruñó en su pecho. La muchacha se calmó mientras sus labios cruzaban los suyos con un beso posesivo. Ãl forzó sus labios separados con la presión y profundizó la posesión. Ãl la querÃa y ella serÃa suya. Sus manos se deslizaron de su muñeca para tomar sus dedos en los suyos cuando sintió que su mano entraba en contacto con la cosa que habÃa agarrado del suelo.
Ãl lamió el interior de su boca deseando probar todo lo que ella era. PodÃa sentir sus pensamientos lentamente volviendo a él, cosas que no debÃa olvidar. Se calmó, pero el beso no lo hizo. Su mente parpadeó. PodÃa sentir el calor en sus regiones más bajas y le golpeaba las caderas con hambre. Entonces algo se encendió dentro de él y la neblina roja en su mente desapareció.