Shinbe arqueó una ceja mientras se acercaba para sentarse entre Suki y Kamui. "¿Por qué no la despiertas ahora? Eso es todo lo que necesitas."
Antes de que Toya pensara en ello, se inclinó y le sacudió suavemente el hombro. -Kyoko -susurró él, que retiró la mano rápidamente cuando sus pestañas oscuras revolotearon-. -¿Estás bien ahora? -le preguntó en voz baja, con los ojos brillantes y Toya contuvo el aliento.
"Estoy bien", susurró Kyoko, luego se encogió de miedo sabiendo que eso habÃa sido lo que habÃa dicho la última vez que habÃa despertado. Ambas veces habÃa mentido. Rechazando mirar a Toya, su mirada se dirigió a Suki y Shinbe y ella pudo sentir su rostro cambiando de color rápidamente. SentÃa que iba a morir de mortificación.
Kyoko rápidamente cerró los ojos y levantó las rodillas, envolviendo sus brazos alrededor de ellos, y ocultó su rostro. "Lo siento muchachos, lo siento mucho", murmuró ella desde su escondite.
Toya extendió la mano, poniendo su mano sobre su hombro para consolarla. Cuando ella se estremeció, él la quitó rápidamente, golpeando su mano con un puño y bajándola de nuevo a su lado. El dolor del rechazo se rompió en sus ojos dorados mientras miraba a los demás.
"Está bien, Kyoko, nada de esto fue culpa tuya, es de Hyakuhei, ese maldito bastardo". Las palabras se susurraron con calma, pero fue la calma antes de la tormenta y todos lo oyeron fuerte y claro. La cortina de cabellos que la ocultó y, sin decir nada más, se volvió de nuevo hacia el follaje profundo del bosque.
Kyoko deseaba que se desarrollara un agujero y ella podrÃa hundirse en él y quedarse allà donde nadie la encontrarÃa jamás. ¿Cómo se las iba a arreglar ahora? Entonces en voz alta gritó, "Oh Dios, quiero ir a casa."
Suki se puso de pie, deseando aliviar el dolor de su amiga. "Kaen y yo podemos llevarte de vuelta a la estatua de soltera, si eso es lo que quieres." Suki caminó hacia ella cuando Kaen salió de las sombras ya en su forma de dragón. Ella subió y alcanzó su mano hacia abajo a Kyoko. "Vamos."
Kyoko se levantó lentamente, incapaz de mirar a alguien y susurró culpablemente: -Volveré en un par de dÃas. Ella corrió a Kaen y se fueron para el corazón del santuario del tiempo y su camino a casa.
Toya dio un paso atrás en el claro y vio como Kaen se desvaneció de su vista. No querÃa que ella fuera a casa. Sintió que su corazón caÃa un par de pulgadas. ¿Y si no volviera? Volviendo los talones, Toya despegó en una carrera muerta, con la esperanza de vencer al portal de tiempo que la llevarÃa de su mundo.
*****
En el camino de regreso a la estatua de soltera, Kyoko no dijo nada asà que Suki trató de sacarla. "Kyoko, realmente no me preocuparÃa por nada, todos sabemos que fue el hechizo y no tú, asà que no es tan malo como crees." Suki miró hacia atrás, sonriendo a Kyoko.
Kyoko dio un débil intento de sonreÃr pero no se unió a la conversación. Estaba demasiado ocupada muriendo mil muertes cada vez que pensaba en lo que habÃa hecho, especialmente en la forma en que habÃa besado a Toya y a Kyou. Kyoko puso sus manos sobre su cara, deseando de nuevo poder ocultarla. Sólo querÃa irse a casa y arrastrarse lo más lejos posible debajo de sus cobijas, y quedarse allà un rato.
Recordó lo que sentÃa al besar a Kyou y suspiró. -¿Qué debÃa estar pensando? No podÃa culpar a ninguno de los dos porque prácticamente se habÃa echado encima de ellos. También se preguntó sobre la respuesta que habÃa recibido de Toya. La habÃa besado en la espalda... no... HabÃa hecho más que eso. Ella se retorció recordando la sensación de su dureza debajo de ella.
Kyoko sacudió la cabeza. Si ella tuviera que recoger a alguien en este momento, elegirÃa a Kotaro. ¡Por lo menos ella no se habÃa lanzado contra él!
Presionando su frente contra la espalda de Suki, supo que habÃa disfrutado del beso de Toya, y sÃ, de Kyou también. Pero ¿qué deben pensar de ella ahora? Kyoko miró hacia abajo mientras el suelo se desdibujaba bajo ellos. HabÃan estado volando durante un tiempo y se estaban acercando al corazón del tiempo. "Suki, ¿me dejarás aquÃ? Me gustarÃa caminar el resto del camino por mà misma."
Suki dio unas palmaditas en Kaen y él bajó y aterrizó. Kyoko se deslizó y asà lo hizo Suki. -¿Estás segura de que no quieres que caminemos contigo? -preguntó Suki preocupada.
Kyoko negó con la cabeza, luego dio un paso adelante y dio un abrazo a Suki. "Tengo mi ballesta si algo sucede y no está demasiado lejos, estaré de vuelta en un par de dÃas, dile a los demás que les llevaré a todos algo bueno para comer". Kyoko trató de sonreÃr, pero las esquinas de sus labios no cooperaron, asà que se rindió. Volviéndose, empezó en la dirección que sostenÃa la estatua de soltera... y su salida de este mundo.
Se relajó un poco cuando oyó que Kaen volvÃa al aire, dándole la soledad que necesitaba. Cuanto más caminaba Kyoko, más se sentÃa a sà misma de nuevo y en vez de avergonzarse... empezó a enfadarse. No tanto enojada de sà misma, sino enojada con Toya y Kyou por aprovecharse de ella, mientras que ambos habÃan estado bajo ese hechizo.
"¡Esto lo hace, la próxima persona que trata de besarme va a ser adornada y no me importa quién es! ¡No tengo novio, y por el momento estoy segura de que no quiero uno!" AllÃ, con eso dicho en voz alta, se sentÃa mucho mejor sobre sà misma. Ella se irÃa a casa a relajarse por un par de dÃas y volverÃa tan buena como nueva.
Kyoko decidió que ella felizmente patearÃa el trasero de Hyakuhei de un lado de esta tierra a la otra cuando ella regresara. Le debÃa una.
*****
Toya aterrizó en el claro con la esperanza de atrapar a Kyoko antes de irse a casa. Sus alas de plata brillaron y desaparecieron sin dejar rastro. Su corazón comenzó a sonar nerviosamente mientras olÃa su olor acercándose. De pie, observó cómo entraba en el claro. Ella no habÃa levantado la vista, asà que se quedó allÃ... entre ella y su único camino a casa.
Kyoko casi habÃa caminado hasta él antes de que levantara la vista, deteniéndose en seco. "Toya," Ella logró salir antes de caer su mirada otra vez. Aún no estaba de humor para hablar con él. No con esos extraños sentimientos tan frescos en su mente. Ese hechizo la habÃa puesto en calor, por la falta de un término mejor, y aunque el hechizo se habÃa ido, ella todavÃa sentÃa el calor.
Maldita sea, ella está tomando esto demasiado duro. SabÃa que tenÃa que hacer algo para aliviar la tensión antes de que todo le explotara en la cara. "Mira Kyoko, no tienes que irte a casa ahora, no con nosotros tan cerca de encontrar Hyakuhei. No dejes que una pequeña cosa como un beso se interponga en nuestro camino."
Allà lo habÃa dicho. No era gran cosa y ella deberÃa regresar con él... donde ella pertenecÃa. SÃ, eso serÃa mejor. Empezó a inquietarse cuando notó que se habÃa detenido frente a él.
Kyoko oyó sus palabras. ¿No dejes que una pequeña cosa como un beso se interponga en nuestro camino? Ella gruñó hacia adentro. Entonces, pensó que no era gran cosa, ¿verdad? Pensó que podÃa hacerlo en cualquier momento y no se suponÃa que debÃa prestarle atención. ¡Ah! Su ira habÃa surgido y ahora tenÃa una salida para ello.