Guido Pagliarino - Creación Y Evolución стр 4.

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De las relaciones entre Corán y ciencia se ha ocupado también el posicólogo, poeta, pintor, grabador y ceramista, italiano, pero de ascendencia turco-afgana, Gabriele Mandel. También él ha escrito7 que en las suras, junto a la recuperación de antiguos mitos y leyendas, encontramos descripciones metafóricas que se pueden referir modernamente a la teoría evolutiva, en la que Alá crea todos los animales del agua en fases sucesivas, haciéndolo exactamente como él lo quiere: «Y Alá creó todo ser vivo a partir de agua. Y de ellos unos caminan arrastrándose sobre su vientre, otros sobre dos patas y otros sobre cuatro. Alá crea lo que quiere. Es cierto que Alá tiene poder sobre todas las cosas» (sura 24:45) o donde se exhorta al fiel diciendo: «¿Pero qué os pasa que no podéis concebir grandeza en Alá cuando Él os creó en fases sucesivas?» (sura 71: 13-14).

Tal vez debido a la consciencia de los doctos expertos de la umma del carácter alegórico de muchas partes del Corán, desde hace tiempo no se han planteado discusiones entre evolucionistas y creacionistas musulmanes, ni, por otro lado, estos segundos han entrado en polémicas con nuestros científicos ateos. Estos últimos se han encontrado con un muro de indiferencia en el desdén general islámico hacia la sociedad occidental, considerada degenerada y enemiga de Dios. Solo cada cierto tiempo las teorías evolucionistas son objeto de discusión en los países islámicos. No es realmente una guerra, pero esto se expone con la modernización de las sociedades islámicas, como afirma un conocido profesor de origen iraní, Salman Hameed, del Hampshire College de Massachusetts, profundo conocedor del mundo islámico y estudioso del creacionismo y el evolucionismo en la umma. Se ha producido un caso de reacción creacionista en Turquía en la primavera de 2009, a pesar de que el país es el más avanzado en la vía de la modernización y, en este sentido, del estudio del evolucionismo: en el número de marzo de la revista Ciencia y tecnología (en turco Bilim ve Teknik), que debía contener un artículo conmemorativo de quince páginas sobre Darwin por el bicentenario de su nacimiento, se publicó en el último momento sin ese reportaje, sin ninguna explicación. Ha creado perplejidad en el entorno científico el hecho de que la revista estuviera financiada por una agencia del gobierno y de que el gobierno sea islámico, aunque no sea extremista. El hecho se difundió por el mundo a través de los medios de comunicación porque esa censura, o lo que se ha interpretado como tal en el mundo académico, ha llevado no solo a fuertes protestas de docentes e investigadores, sino a manifestaciones estudiantiles en las calles. Los adversarios islámicos de la teoría de la evolución dirigen sus dardos esencialmente al darwinismo, debido a su ateísmo y causalismo, que amenazan el credo religioso musulmán y la propia idea de la realidad de Alá.8

Igual que entre los cristianos creacionistas, entre los islámicos encontramos junto a personas sencillas personajes cultos, por ejemplo, el profesor universitario Seyyed Hossein Nasr.9 El argumento más frecuente en sus investigaciones es el de la comparativa entre la ciencia y la fe religiosa y este ha escrito en particular sobre el significado de la ciencia en el ámbito de la religión musulmana. También se ha ocupado de la relación del hombre con la naturaleza, refiriéndose al punto de vista de las grandes figuras musulmanas del pasado y ha destacado la acción devastadora del hombre moderno sobre el medio ambiente; ha hablado de la crisis espiritual occidental debida a la secularización y finalmente se ocupado a fondo del darwinismo, llegando a considerarlo una simple creencia atea constitutiva del esqueleto de la ideología positivista cientista imperante en Occidente desde el siglo XIX y ahora en plena difusión también fuera los confines occidentales.

Hay que señalar que, como la cultura islámica tiene en gran consideración a la ciencia y a los científicos, entre los biólogos hay muchos que aprovechan esa estima para defender la teoría a de la evolución a través de los medios de comunicación, la universidad y la escuela, apelando, algunos funcionalmente, otros con plena convicción religiosa, a versículos del Corán que, como hemos visto, leídos hoy parecerían presentar una vía para la hipótesis evolucionista. En primer lugar esos estudiosos se refieren a la afirmación coránica de que el origen de la vida está en el agua, para poder así hacer una comparación con el líquido caldo primordial, donde surgió la primera vida monocelular bacteriana, según la teoría de la evolución: la utilidad, si no la necesidad, de referirse a la religión indicaría, en mi opinión, que la situación de las investigaciones en los países musulmanes, o al menos en los más integristas, no es comparable a la total libertad de Occidente. Los evolucionistas de la umma se refieren también a los escritos de los filósofos medievales islámicos, por cuanto, si para el Islam Dios solo es representable alusivamente mediante metáforas y si los evolucionistas se refieren en primer lugar a las del Corán, dichas metáforas también están presentes en obras de pensadores estimados universalmente en el entorno islámico, cuyos escritos fueron compuestos en su mayor parte entre el siglo XI y el XIII. Entre los más citados por los evolucionistas mahometanos está el principal poeta y místico de todo el Islam, el persa Maulānā Gialāl al-Dīn (1207-1273),10 conocido en Occidente como Rūmī, de la ciudad de Rūm, en Anatolia, donde transcurrió la mayor parte de su vida. Este afirmaba que el hombre provenía de muy lejos, pasando del reino de las cosas materiales no orgánicas al vegetal, luego al animal, cada vez sin recordar el estado precedente, hasta llegar a la condición humana, también sin conservar memoria de sus precedentes almas vegetativas, pero también añadía que el hombre le esperaba un estado angélico puramente espiritual.

A pesar de su distinta vía y su diferente fe religiosa, puede venir a la cabeza a este respecto la teología del padre Pierre Teilhard de Chardin, del que hablaré en el capítulo 9, con su espiritualización final no solo del hombre, sino universal, a la que ese jesuita antropólogo y geólogo llamaba Cristosfera.

Los evolucionistas islámicos se refieren también a su hijo, el gran maestro sufí, también poeta, Sultân Walad (1226-1318), autor de la obra La palabra secreta.11

El sufismo es una escuela esotérica del Islam dedicada a la investigación de la verdad espiritual, con el fin de comprender esta perfectamente y de elevarse a la visión de Alá gracias a ciertas práctica secretas especiales, entre las que estaban la música y la danza, que llevarían a la renuncia del propio yo. El primer grupo de sufistas píos nace casi contemporáneamente con el Islam, estando Mahoma todavía vivo. Todas las escuelas sufíes dispersas en muchos países, entre los cuales están los países islámico del norte de África, Turquía, Siria, Irán, India e Indonesia, tienen ese origen.

Sultân Walad, sobre la base de las ideas paternas y tal vez influido, como presumiblemente también su padre, por Acerca del alma, de Aristóteles, sostenía que de la materia se derivaba el alma vegetativa de los organismos y que luego Alá había añadido en el hombre la psique racional: «Los organismos vivientes han producido un alama animal. Por su gracia, Dios añadió la razón».12 Igual que para el Corán, para este maestro todos los seres derivan del agua y además, según él, algún día volverían al agua original, porque la luz del sol de la belleza divina, escribía, habría fundido la nieve de la existencia que se escurriría como un arroyo: también aquí se puede apreciar cierta afinidad entre el agua primordial y el caldo primordial del evolucionismo moderno. Los evolucionistas se refieren también al norteafricano Ibn Jaldún (1332-1406),13 considerado el máximo historiador y filósofo social árabe, además de gramático y jurisperito de derecho islámico: entre otras cosas observó puntos en común entre hombres y simios y también creía en una evolución de la especie desde el agua.

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