Danilo Clementoni - Encuentro Con Nibiru стр 17.

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«¡Maldita sea!» exclamó el general que ya se había dado unas cuantas veces con la cabeza en el apoyabrazos de la puerta. «¿Pero a ti quién te ha enseñado a conducir?»

Por toda respuesta, el flaco pisó a fondo de nuevo el acelerador e intentó pasar entre la basura. Diversos trapos de colores se enredaron entre las ruedas y un viejo televisor quedó enganchado en el parachoques de atrás. Tuvieron que navegar entre la basura todavía un buen rato antes de alcanzar el borde de la carretera. Con un ruido sordo el auto se bajó de la acera y los tres se encontraron en la carretera principal en dirección este.

«¿Quiénes eran essos?» preguntó el gordito mientras se colocaba sobre el asiento e intentaba cerrar la puerta.

«Deberías preguntárselo a tu amiguito el del restaurante» replicó secamente el tipo flaco.

«Como se me ponga a tiro le hago engullir todo el menaje, cazuelas incluidas.»

«¿Qué más da, amigo mío? Hace tiempo que tendrías que haber comprendido que aquí no te puedes fiar de nadie.» Y mientras giraba en una pequeña calle a su derecha, añadió «Al menos hemos podido comer algo.»

El automóvil oscuro se encaminó rugiendo hacia la oscuridad de la noche, dejando, sin embargo, detrás de si, una anómala estela de líquido sin identificar.

Astronave Theos – El Presidente

«¿Dónde consigues la energía para crear un campo de fuerza tan potente?» preguntó con curiosidad el coronel mientras observaba el candelabro apenas fabricado.

«La energía está por todas partes, en cada lugar del universo» replicó Azakis. «Todo aquello que lo compone está hecho de materia y la materia no es otra cosa que una forma de energía y viceversa. Incluso los seres vivos no son otra cosa que formas simples de energía y de materia.»

«Estamos hechos con la misma materia de las estrellas» susurró Elisa fascinada, recordando una vieja cita de alguien del cual en estos momentos no recordaba el nombre.

«En cuanto a esto, estoy de acuerdo, pero de aquí a poder aprovecharla de esta manera… va un mundo»

Estaba a punto de pedir más aclaraciones cuando una musiquilla de blues, proveniente de su teléfono móvil, lo interrumpió.

«¿Y ahora quién diablos será?» dijo en voz alta mientras leía el nombre del que llamaba “Camp Adder - Prisión”.

«Coronel Hudson» se oyó secamente al micrófono.

«Coronel, por fin»

Jack reconoció inmediatamente el vozarrón del sargento negro que le había acompañado en tantas misiones. «Sargento, ¿qué sucede?»

«Lo busco desde hace horas. ¿Dónde se encuentra?»

«Este…podemos decir que estoy “girando como una peonza”. De todos modos, dígame sargento, ¿cuál es el problema?»

«Sólo quería decirle que su petición de traslado del general se ha llevado a cabo sin problemas.»

«¿Petición de traslado del general? ¿De qué demonios está hablando?»

«Tengo delante de mí una orden escrita, firmada de su puño y letra, que autoriza al general Richard Wright y al coronel Oliver Morris a llevarse al general Campbell para ser transferido a un lugar top secret. He verificado la firma y es la suya.»

«Yo no he autorizado nunca una cosa parecida». El coronel hizo una pequeña pausa y luego dijo. «¿Y entonces dónde está ahora el general?»

«No tengo ni idea, señor. Está custodiado por los oficiales de los que le he hablado»

«Maldito sea, ha conseguido escapar.» a continuación tuvo una intuición y dijo. «Sargento, ¿podría describirme a los dos militares que se lo han llevado?»

«Claro. Uno era alto y delgado mientras que el otro era más bajo y con un evidente sobre peso. Tenían…»

«Vale, sargento, nada más. He comprendido. Gracias.»

«Espero no haber metido la pata.»

«No se preocupe. No ha sido culpa suya» y cortó la conversación.

«¿Qué ha ocurrido?» preguntó preocupada Elisa.

«Los dos que te habían asaltado y que habíamos capturado han conseguido escapar y han conseguido también ayudar a evadirse al bastardo del general Campbell.»

«Lo siento, querido, lo siento de veras pero no te preocupes tanto. Tenemos problemas más importantes de los que ocuparnos ahora, ¿no?»

«Tienes razón.» Mientras hablaba así le quitó de la mano el candelabro y, mostrándoselo a Azakis, le preguntó «¿Dónde habíamos quedado?»

«La fuente de energía»

«Sí, es verdad. En resumen, ¿cómo demonios funciona esto?»

«No es tan sencillo de explicar, de todos modos podemos decir que consigue absorber la energía que lo rodea y darle la forma para la cual ha sido programado.»

«Pero» dijo Jack perplejo. «No es que haya comprendido gran cosa. El hecho es que funciona y lo hace estupendamente. ¿Piensas que esta tecnología podría desarrollarse también en la Tierra?»

«Realmente sí. No veo ningún problema. Hablaré con Petri, cuando llegue el momento, para que os pase toda la información necesaria.»

«Fantástico. Pienso en las caras que pondrán nuestros científicos ante una revelación semejante. En la actualidad no conseguimos producir una cantidad estimable de energía a no ser de los combustibles fósiles o de las centrales nucleares. Creo que vuestra visita revolucionará unas cuantas cosas en nuestro planeta.»

«Como siempre ha sucedido» añadió Azakis con una sonrisa.

«Si no recuerdo mal» dijo Elisa metiéndose en la discusión «¿no fue un científico llamado Nikola Tesla4 , que vivó entre 1800 y 1900 que imaginó una forma de energía que se extendía por todo el cosmos?»

«¡Guau!» replicó Jack asombrado. «No pensaba que fueses una experta en la materia.»

«Son tantas las cosas que debes todavía descubrir sobre mí, querido.» y con aire desenvuelto se pasó una mano por sus largos cabellos.

«En realidad» continuó Jack «Tesla hizo muchísimo más. Aparte de realizar un montón de inventos que aún ahora utilizamos, teorizó sobre la posibilidad de utilizar lo que él llamaba “éter” como una fuente de energía infinita. Dicha sustancia, que está difundida por todo el universo, si fuese estimulada de la manera adecuada podría administrar energía en cualquier parte y en cualquier momento.» Complacido por el hecho de que su amada lo estaba observando con creciente admiración, continuó orgulloso su exposición. «Este hombre estudioso, después de haber peleado con la hipocresía y la avaricia de los poderosos de su época, afirmó que la humanidad no estaba todavía preparada para un desarrollo de este tipo y abandonó el proyecto mientras hacía desaparecer todo rastro del mismo. Sólo hoy, después de más de cien años, nuestros científicos han comenzado a teorizar sobre la presencia de una sustancia que llaman materia oscura que conformaría más del 70% de la densidad del universo.»

«Estoy impresionada» exclamó la doctora mientras lo miraba asombrada. «Ni siquiera yo imaginaba que fueses un erudito en esta materia.»

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