Aldivan Teixeira Torres - Voces De Luz стр 2.

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Con las secuencias de enjuagues, todo va de forma muy rápida en su mente, como una película: La envidia por parte de otros, la ambición humana, las dificultades en las relaciones y la persistente fuerza de su familia en oposición de sus sueños, Toda esta cantidad de pensamientos se presentaban como una carga pesada que él era forzado a conllevar.

Pero, incluso siendo afrontado por tantas dificultades, nada ni nadie lograría hacer que él se rindiera. Era correcto para él, y con eso en mente termina el baño esperando por días mejores. Con la ropa y la toalla, sale del baño, pasando a través de los mismos lugares antes de llegar a su cuarto.

En su fortaleza, se coloca ropa y zapatos nuevos, peinando su cabello, rociándose un poco de perfume y empacando rápidamente su bolso. Mientras termina de arreglarse, sale del cuarto cargando el bolso, llega a la sala de estar, avisa que va a salir, pasa más allá del obstáculo y finalmente gana acceso al camino que lo llevará a la calle.

Desde la entrada gana acceso a la calle y en unos cuantos pasos se consigue con sus colegas, que realizaron el mismo camino que él. Cada uno luchaba por cumplir sus metas y eran modelos a seguir en la comunidad.

Con la misma compañía, el hijo de Dios camina por el centro de la ciudad y obtiene acceso al camino. Le tomaría unos 150 metros para llegar al borde de la autopista BR 232.

Este pequeño pasadizo es completado sin ninguna sorpresa en la interacción entre sus amigos, transformándose en una rutina menos monótona. Ahora solo faltaba esperar la van que los llevaría a sus respectivos trabajos.

Ellos no esperan mucho tiempo. Después de quince minutos la van gris llega, todos se montan, y una vez que se acomodan, la travesía continúa. Disfrutan la ruta de 18,5 Km para continuar hablando con los otros pasajeros y con el conductor, quien ya los consideraba sus amigos debido a su encuentro diario. Todo estaba muy bien.

Debido a que la van iba a gran velocidad, no tomó más de quince minutos en llegar a las puertas de la ciudad desde el camino, la dulce ciudad de Arcoverde. Atraviesan el vecindario de Boa Vista, llegando al centro de la ciudad y los pasajeros comienzan a llegar a sus respectivas paradas. Eventualmente llega el turno del hijo de Dios. Él agradece a todos por su atención, se despide, cruza la calle y entra al trabajo que le gustaba mucho.

Él saluda a los guardias, pasa a través de las puertas electrónicas, sigue por un corredor, atraviesa otra puerta, saluda a los colegas que ya están presentes y se sienta en su mostrador de servicio. Abre su mochila, saca las herramientas de trabajo que incluyen estampillas, saca grapas, engrapadora, calculadora y su botella de agua y un vaso. Toma un sorbo del precioso líquido y va al baño, pasando por dos puertas más. Al llegar al lugar, realiza sus necesidades fisiológicas, se lava sus manos y cara, se seca y finalmente sale del baño. Supera los mismos obstáculos para llegar otra vez a su mostrador. Ahora estaba listo para empezar su trabajo de servicio de atención al cliente, con una duración de seis horas.

Comienza la jornada con los servicios de atención que incluyen la actualización de datos, lineamientos, entradas en procedimientos administrativos. Todo era muy dinámico y requiere de mucha responsabilidad por parte de los servidores. Exactamente a las 9am, el hijo de Dios tenía hambre y toma su primera parada técnica. De nuevo abre la mochila, toma su almuerzo y navega hasta la despensa. Existían dos obstáculos que superar y llegando a la habitación el hijo de Dios se asegura de lavarse sus manos, tomar su almuerzo y sentarse en una pequeña mesa dentro del cuarto. El ambiente todavía está conformado por el mostrador de la cocina, el closet doble, el refrigerador, microondas y estufa. Solo en ese momento, la primera cosa que hizo el hijo de Dios fue servirse té y comenzó a comerse su bocadillo (pan con huevo y queso). Sólo le toma 10 minutos completar esta acción, se lava las manos y se dirige a su mostrador, debido a que posee una responsabilidad y no quería dejar a nadie esperando.

Al llegar a su puesto, resume sus llamadas durante unas largas cuatro horas. Debido a que este era un día inusual, fueron capaces de completar las sesiones dentro del tiempo establecido, y alrededor de la 1pm, el hijo de Dios salió de su mostrador, se despidió de sus colegas y salió por la misma entrada local.

Al obtener acceso a las calles, él caminó con un paso acelerado hacia la parada de la van, para lograr llegar a su hogar lo más rápido posible, porque tenía trabajo por hacer. De esta forma, pasa por el callejón de Buíque, gira a la derecha, sigue la avenida principal hasta la intersección, el lugar más peligroso de la ciudad.

Cuando llega a la esquina, la señal indica que no hay paso para los peatones. Se detiene por un momento y observa el movimiento, cuando disminuye decide atravesarla porque en su visión no se presentaba ningún peligro.

Sin embargo, cuando llegó a la mitad del cruce, un camión escondido gira hacia él y parece ir descontrolado. El hijo de Dios no reacciona ante el peligro, hubo un grito, alguien lo estaba agarrando y el camión pasa muy cerca. El golpe de la caída lo deja confundido por un buen período de tiempo.

Una vez que comienza a caminar, es sostenido por un hombre joven y sonrosado y por mucha gente curiosa. Sin entender exactamente lo que estaba pasando en realidad, entra en contacto con el hombre joven.

¿Qué te pasó, y quién eres?

Soy Emanuel Melkin Escapuleto y soy el que logró salvar su vida. Por favor preste más atención al cruzar una calle. (le recomendó)

El hombre joven mantuvo su preocupación con Aldivan, que todavía era sacrificado. Para lograr resolver la confusión, le habló a la gente alrededor.

Muchas gracias a todos. Ya se pueden marchar. Yo cuidaré de él.

Uno a uno, la gente curiosa comenzó a irse deseando que el hijo de Dios se recuperara. Afortunadamente, sólo fue un susto fugaz. Emanuel seguía siendo muy considerado con Aldivan y lo ayudó a levantarse. Después se reestableció la conversación entre ellos.

Yo quería agradecerle por todo lo que ha hecho por mí. Por cierto, cuando yo estaba cruzando la calle, no te vi. ¿De dónde has venido? (El hijo de Dios)

Yo estaba detrás del poste de luz a tu lado, estaba atendiendo una llamada en el celular. Cuando me di cuenta que el camión iba a golpearlo, no pensé dos veces. (Emanuel)

Muchas gracias otra vez. ¿Eres de por acá?

No. Estoy de vacaciones. Yo vivo en la aldea de Ibimirim llamada Jeritacó. ¿Has escuchado de él?

Nunca. Yo no conozco Ibimirim, pero tengo deseos de visitarlo.

¿Qué bien, y tú? ¿De dónde eres?

Yo no poseo una residencia fija. Mi trabajo de escritor me hace viajar constantemente en busca de aventura.

Oh genial. ¡Mira! ¿Estás muy ocupado? Quiero conocerte mejor.

El hijo de Dios revisa la hora y nota que son la 1:30pm. De hecho, su agenda estaba muy ocupada, pero esa conversación era buena y prestar atención era lo menos que podía hacer por alguien que había salvado su vida. El decidió aceptar la propuesta.

Esta bien. ¿Quieres ir a un restaurant cercano? Te invito el almuerzo.

Gracias. Acepto. Estoy hambriento.

Así que, sígueme.

Ambos cruzaron la avenida cuidadosamente y siguieron por la calle en dirección a la oficina postal. Luego de superar una docena de tiendas, encontraron un lugar callado donde el almuerzo era similar a un auto-servicio.

Ellos entraron al establecimiento llamado Massa Delícia, escogieron una mesa disponible, el hijo de Dios soltó su bolso y junto a su nuevo amigo, fueron a preparar sus platos. Cada uno llena su plato con comida distinta, gracias a la amplia variedad presente. Al final, tomaron sus cubiertos, pesaron el plato, tomaron la factura y se dirigieron a su mesa. También ordenaron algo para tomar.

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