Luego otro dia siguiente vino este Principal que llamaban Viban, y otros con él y muchas mas mugeres que la primera vez, y todas encima del tocado y en la frente llena de albaaca, y en las narices, la qual albaaca olia mucho mas que no la de Castilla: tambien vinieron muchos Principales llenos de la misma albaaca, y algunos de ellos traian orejeras de oro muy fino; tambien ví que traian todos los dientes taladrados, y esmaltados con granos de oro, encajados de tal manera, que no habrá Platero que tan sotilmente lo labre; parecianse todos estos de estas Islas de Mindanao andar bien adreszados de sus personas y armas, las quales armas son, alfanjes tan buenos que de una cuchillada cortaran un ternero por medio, é dagas tan buenas como las nuestras. Ansi estuvimos este dia con ellos preguntandoles por señas algunas cosas las quales eran, si havia oro en la tierra: dixeron que sí havia, y señalaron la tierra adentro, y ansi llegó un Indio con un canuto lleno de granos de oro para que se los rescataramos, y nosotros no se los quisimos rescatar, por dalles á entender que no se nos dava mucho por ello, y ansi estuvimos todo el dia hablando con ellos, y á la tarde llevamos á este Principal, que ellos llamaban Viban, á nuestro Navio, y yo le vestí á uso de nuestra España, y ansi se fué muy contento él y los demás, y de esta vez que fué no bolvió en una semana, y cada dia venian Indios á rescatar gallinas y arroz, y preguntavamosles por el Viban, y decian, que era ido á caza de benados, los quales por aquella Isla hay gran cantidad y ellos en su lengua los llaman Usa; y ansi vino este Viban al cabo desta semana con otros quatro Principales, y traian Indios cargados con benados asados en unos checubites y unas cañas de vino, y nos lo dieron como en presente, y le preguntamos ¿que qué habia fecho tantos dias? y el respondió por señas, que havia andado á caza; y ello no fué ansi, sino con cudicia de yerro que en el Navio vió, de Resones y anclas, pensando que nos iriamos en breve, acordó de irse á concertar con otros Principales para matarnos en tierra á todos, y por la mar tenian prestos canaluchos armados y llenos de mucha gente, para barluar en el Navio y tomarlo, y este fué su intento. Y ansi Viernes á la noche que se contaron dos de Marzo, venia por tierra mucha gente y por la mar con los canaluchos con proposito de cortarnos el amarra de fuera, y los de tierra alar por el prois, para que el Navio diese á la costa y fuesen señores de nosotros, y ansi nosotros Rezelandonos de que de tierra no nos viniese algun daño por estar muy cerca, acordamos echar unos perros que teniamos, en tierra, para que en ella hiciesen vela, y nosotros en el Navio, y haciase tan buena que los que velavan en el Navio á la grita de los perros en tierra que arremetian bravamente con los Indios, me llamaron diciendome les parescia haver gente en tierra, por la braveza que los perros tenian, y ansi me lebanté y miré ácia tierra, y conocí que havia gente, y luego miré á la mar y ví tres canaluchos grandes, y ansí nos apercevimos todos con nuestras armas; y como ellos sintieron que nosotros estavamos despiertos bolvieronse con los canaluchos detrás de una punta; y allí echaron toda la gente y armas en tierra, por ser en parte que entendian que desde el Navio no los podiamos ver, y ansi se estuvieron hasta la mañana; y ansi en amanesciendo vinieron los dos á bordo muy toldados y empabesados con muchachos al remo, y dos ó tres Indios amarrados como que venian á benderlos y á rescatar, como que nosotros no les entendiamos su bellaqueria, y dentro de la una dellas venia el Viban con un Principal á quien él tenia respeto, y como nos vió armados y con los arcabuzes en las manos temió, y alzó las manos como otras veces solia hacer, y luego nosotros fuimos fronteros del Navio con nuestro Batel, y el Viban no nos habló, antes se fué luego á llamar los Indios segun entendimos, y no paresciendonos bien fuimonos á nuestro bordo, y acordamos de nos hacer á la vela; por que no era cosa de esperar mas, viendo la gente de la Isla tan alborotada, y que se nos atrevian; y ansi comenzó á acudir alguna gente, aunque los Principales devian de ser idos á llamar y juntar los mas que pudiesen; y ansi vino la noche, y otro dia Domingo de mañana que se contaron quatro de Marzo salimos deste Puerto y de Mindanao, aunque no dexaramos de estar allí otros quinze ó veinte dias esperando el Armada, sino fuera por temor de ver la gente tan escandalizada, aunque haviamos estado en ella treinta y tres dias, y ansi dexamos en ella muchas cruzes, y una botija con cartas al pié de una cruz, por que si el Armada alli viniese, supiese lo que nos havia sucedido, y la derrota que llevabamos en su busca; y hecho esto partimos de este Puerto, Domingo por la mañana, y ansi como fuimos á fuera cazamos á popa la vuelta del Sudueste, y fuimos otro dia á ver la Isla de Saragan, y vimos que no estaba allí el Armada, y no pudiendo surgir en ella atravesamos á la Isla de Mindanao por ser Isla grande, que terná de tierra como ciento y cinquenta leguas, y por que en ella hay muchos puertos; y ansi llegamos este dia á dar fondo en un Puerto, y estando para querer dar fondo vino un canalucho á nuestro bordo, y los Indios que venian dentro hablavan muchos vocablos españoles, y nos preguntaron si veniamos de Malaca ó ivamos á los Malucos: nosotros les respondimos que no, que eramos venidos de hacia Levante: espantabanse mucho de como no los entendiamos, y en esto conocieron que eramos venidos de lexas tierras y ansí no osaron llegar á bordo, y en todo lo que hablavan nombravan Capitan y Señores, y zaraguelles, y otras cosas, y ansi nos paresció que havian llegado por allí Portugueses muchas veces, y ansi nos señalaron haver visto allí tres Navios, los quales en su lengua llaman Mito, y entiendo debian de ser de las Armadas pasadas, que han venido en estas Islas, y ansi no surgimos, antes nos hizimos á la vela, y fuimos vaxando toda la Isla, viendo muchos Puertos y muy buenos, y siendo tan abante como media Isla vimos una Bahia grande que estaba diez leguas por la tierra adentro, y ansi fuimos al cabo desta Bahia á dar fondo, y allí estuvimos dos dias sin ver poblacion ninguna ni señal de haber portado por alli Navio ninguno; y ansi fuimos en tierra, por ver si veiamos algunas cruzes del tiempo pasado, por parescernos ser Puerto principal de aquesta Isla, y por hacer nuestra aguada; y como no vimos muestra ninguna ni señal, hizimos nuestra agua, por no haver defensa de Indios, y estando haciendo el agua me aparté por el monte, donde vi tanto rastro de benados, que era, maravilla; é ansi tomamos el Piloto y yo dos perros que traiamos, y salimos con ellos á un raso donde descubrieron un benado y le mataron; vimos cantidad de gallinas montesas por toda la Isla, donde anduvimos, y muchos puercos, y ansi nos bolvimos á nuestro Navio, con proposito de nos hacer á la vela y seguir nuestro camino en busca de la Armada, y venida la noche saltó el viento á la tierra y echamos mano á nuestro cable para levarle, y no pudimos por estar empachada el ancla en una piedra que por mucha fuerza que hizimos al cabestrante no pudimos levarla, y ansi nos detuvimos dos dias que por mucho que hizimos no la pudimos levar, y visto que perdida estava el ancla eramos nosotros perdidos, por que un Rezon que traiamos se nos havia quedado en Mindanao quando se nos quebró el cable: visto esto, estando en esta confusion rogamos á Nuestra Señora todos los que en el Navio ivamos, que ella lo guiase como fuese mas servida, y ansi fué servida de darnos nuestra ancla sin daño en ella, ni en cable: largamos esta noche una vela y fuimos saliendo del Puerto: calmonos el viento esta noche, y metionos el aguage, en una ensenada enfrente de unos fuegos que tenian unos pescadores, y por el propio fuego vimos que estavamos cerca de tierra: entonces el Piloto mandó á los Marineros que entrasen en el Batel, y que tomasen un remolque para sacar el Navio fuera, é yendo ansi remolcandole, vió el Piloto blanquear por proa, y preguntó á los del Batel si era baxo, y uno dellos con el remo fué á sondar y halló que habia medio remo de agua; y visto esto hicieron ciaboga con el Batel al Navio, y ansi salimos aunque con arto travajo; á pique de este arracife havia veinte brazas y por toda la Bahia habia veinte y á treinta; y ansi fuimos por la costa abaxo viendo muchos Puertos y Pueblos, y en muchos llegamos á surgir por ver si podiamos ver algunas señales de la Armada, ó de Navio que por allí huviese ido, y como no hallamos señales pasamos de largo, é yendo de luengo de costa vino una alva de mañana una vela á tierra de nos muy grande, y que ninguno que en aquellas Islas huviesemos visto, y ansi amuramos para ir en demanda dél, y como estuvimos cerca vimos que era un Canalucho grande ó Junco: llegamos á él para ablalles, y ellos pusieronse en arma, y entonces por señas les diximos, que no les queriamos ninguna cosa: ellos no curaron desto, antes como nos vieron cerca se pusieron apercevidos, y nos comenzaron á tirar con las armas que traian, que son baras tostadas, y lanzas con muy buenos yerros, y flechas, y ellos con sus escupiles de algodon como los de la Nueva España, con sus tablachinas y alfanjes en las manos: visto esto se les tiró con un berso, el qual dió dentro é hizo daño en él que lo medio desaparejó, y ansi el del timon se descuidó y el Navio dió una guiñada, de manera que nos barluamos, y visto esto y que tan mal desde él nos tratavan, se les tiró con otro berso, y ansi entraron dentro seis hombres, y ellos se echaron al agua: todos serian como unos cinquenta Indios: todo lo que hallaron estos hombres que entraron en él, fué gran cantidad de arroz, y mantas de palma y de algodon, y de frisoles y cocos, y pesos y medidas de oro, y otras cosas de su comida: mandoseles tomar un poco de arroz, por la necesidad de bastimentos que traiamos, y tomaronsele algunos pesos de palma y algodon, que todo ello valia arto poco: largamosles su Junco llamandoles viniesen por él, entendiendo segun la derrota que estos llevaban ivan á rescatar á otra Isla.