Una mujer de veracidad probada, pero de imaginacion ardiente y viva, y ademas muy crédula en asuntos de carácter extraordinario y misterioso, refiere con el tono de la mayor certeza y con el lenguaje y ademan de una impresion reciente, que en la noche anterior ha oido en su casa un ruido espantoso; que habiéndose levantado ha visto el resplandor de algunas luces en partes del edificio en las que no habita nadie; y que repetidas veces han resonado con toda claridad voces desconocidas, ya cual gemidos de dolor, ya cual aullidos de desesperacion, ya cual aterradoras amenazas. La testigo habrá sido engañada. Es probable que estando profundamente dormida, algun gato que andaria ocupado en sus ordinarias tareas de hurto ó caza, habrá derribado algun traste con estrepitoso fracaso. La buena señora, que quizas conciliaria dificilmente el sueño, agitada por espectros y fantasmas, dispierta al retumbante ruido: levántase despavorida, corre presurosa de una á otra parte; ve en los aposentos desiertos alguna luz, por la sencilla razon de que nadie cuidó de cerrar las ventanas, y por ellas penetran los rayos de la luna; por fin llegan á sus oidos las voces misteriosas que no debieron de ser mas que los silbidos del viento, los crujidos de alguna puerta mal segura, y tal vez el remoto maullo del malandrin que salido por la buhardilla se va á trabar refriegas por la vecindad, sin pensar que sus maldades tienen en congojosa cuita á su dueña y bienhechora.
Asi discurriria un buen pensador, sin decidirse por esto á creer ó dejar de creer, pero inclinándose algo mas á lo segundo que á lo primero; cuando hé aquí que llega á la reunion el marido de la señora espantada. Es hombre que frisa en los cincuenta, que ha tenido tiempo de perder el miedo en largos años de carrera militar, no escasea de conocimientos, y retirado ahora, vive entregado á sus negocios y á sus libros, dejando que su mujer delire á mansalva. La vista de los circunstantes se dirige naturalmente al recien llegado; y todos desean saber de su boca la impresion que le causara la medrosa aventura. «En verdad, señores, dice, que no sé qué diablos teníamos esta noche en casa. Ocupado en despachar unos papeles que me corrian prisa, no me habia acostado todavía, cuando hé aquí que á eso de las doce oigo un estrépito tal que me creí que la casa se nos venia encima. Lo que es gato no podia ser, porque era imposible que hiciese tal estrépito; y ademas esta mañana nada se ha encontrado, ni dislocado, ni roto. Eso de las luces, yo no las he visto; pero que resonaron unas voces tan tremebundas que casi casi me habrian metido el miedo en el cuerpo, es positivo. Veremos si la zambra se repite: yo me temo que se nos ha querido jugar una treta. Desearia sorprender á los actores representando su papel.» Desde entónces la cuestion cambia de aspecto; lo que ántes era improbable, ha pasado á ser creible; el hecho será verdadero, solo falta aclarar su naturaleza.
§ III
Exámen y aplicaciones de la segunda condicionSi conviene precaverse contra el engaño que inocentemente puede haber sufrido el narrador, no importa ménos estar en guarda contra la falta de veracidad. Para este efecto será bien informarse de la opinion que en este punto disfruta la persona, y sobre todo examinar si alguna pasion ó interes la impelen á mentir. ¿Qué caso puede hacerse de quien pinta prodigiosos hechos de armas de los cuales espera grados, empleos y condecoraciones? Está bien claro el partido que tomará el especulador, si no está dominado por principios de rígida moral y caballerosa delicadeza. Así, quien refiere acontecimientos en cuya verdad ó apariencia tiene grande interes, es testigo sospechoso; prestarle crédito sobre su palabra fuera proceder muy de lijero.
Cuando tratamos de calcular la probabilidad de un suceso que no sabemos sino por el testimonio de otros, es preciso atender simultáneamente á las dos condiciones explicadas: conocimiento y veracidad. Pero como en muchos casos, á mas del testimonio, tenemos algunos datos para conjeturar sobre la probabilidad de lo que se nos cuenta, es necesario hacerlos entrar en combinacion, para decidirnos con ménos peligro de errar. Por lo comun, hay muchas cosas á que atender, en lo cual enseñarán mas los ejemplos que las reglas.
Un general da parte de una brillante victoria que acaba de conseguir; el enemigo, por supuesto, era superior en fuerzas, ocupaba posiciones muy ventajosas, pero ha sido arrollado en todas direcciones, y solo una precipitada fuga le ha librado de dejar en manos del vencedor numerosos prisioneros. La pérdida del general ha sido insignificante en comparacion de la del enemigo; algunas compañías que llevadas de su ardor se habian adelantado en demasía, viéronse envueltas por cuadruplicadas fuerzas y tuvieron algunos momentos de conflicto; pero merced á la bizarria de los jefes, y acertadas disposiciones del general, pudiéronse replegar con el mayor órden sin mas resultado que extraviarse un reducido número de soldados.
¿Qué concepto formaremos de la accion? Para que se vea cuánta circunspeccion es necesaria si se desea acertar en los juicios, y con la mira de ofrecer ejemplos que sirvan de norma en otros casos, detallaremos las muchas circunstancias á que es preciso atender.
¿Es conocido el general? ¿Tiene reputacion de veraz y modesto, ó pasa plaza de fanfarron? ¿Cuáles son sus dotes militares? ¿Qué subalternos le auxilian? Sus tropas ¿gozan fama de valor y disciplina? ¿Se han distinguido en otras acciones, ó estan desacreditadas por frecuentes derrotas? ¿Con qué enemigo ha tenido que habérselas? ¿Cuál era el objeto de la expedicion del general? ¿Lo ha conseguido ó no? En el parte hay una cláusula que dice: «Sé de positivo que la plaza N puede todavia sostenerse algunos dias. Así no he creido necesario precipitar las operaciones, mayormente cuando la situacion del soldado, rendido de hambre y fatiga, reclamaba imperiosamente algun descanso. El convoy queda seguro en la ciudad M, adonde me he replegado, abandonando al enemigo unas posiciones que me eran inútiles, y dejándole que se cebase en una porcion de viveres que en el ardor de la refriega cayeron en su poder, á causa de un desórden momentáneo que se debió al miedo de los bagajeros.» El negocio presenta mal aspecto; á pesar de todos los rodeos, se conoce que el vencedor ha perdido una parte del convoy, y no ha podido pasar con lo restante.
¿Qué trofeos nos presenta en testimonio de su victoria? No ha cogido prisioneros, y él confiesa algunos extraviados; aquellas compañías demasiado adelantadas sufrieron algunos momentos de conflicto, y fueron envueltas por fuerzas cuadruplicadas; todo esto significa que hubo en aquella parte un «sálvese quien pueda» y que el enemigo no dejó de hacer presa.
¿Cuáles son las noticias que vienen del lugar donde se ha replegado el general? Es probable que las cartas serán tristes, y que traerán descripciones aflictivas sobre el desórden en que entró la tropa, y la disminucion del convoy.
¿Qué dicen los partidarios del enemigo? ¡Ah! esto acaba de aclarar el misterio; se han echado las campanas á vuelo en el punto P, y han entrado muchos prisioneros; los enemigos se han presentado orgullosos en presencia de la plaza sitiada, cuyos apuros son cada dia mayores.
¿Qué está haciendo el general vencedor? Se mantiene en inaccion, y se añade que ha pedido refuerzos; la brillante victoria habrá sido pues una insigne derrota.
§ IV
Una observacion sobre el interes en engañarCasos hay en que por interesado que parezca el narrador en faltar á la verdad, no es probable que lo haya hecho, porque descubierta en breve la mentira, sin recurso para paliarla, se convertiria contra él de una manera ignominiosa.