Está bien, ya basta, yo ya me he decidido. Ensalada de frutos del mar.
En ese caso yo pediré lo mismo.
¿Te apetece pescado al horno?
Sí, perfecto.
Está bien, entonces quizá el más fresco que tenga, para dos, y un poco de vino blanco
¿Qué os apetece?
Alex la mira por un instante.
¿Qué te parece si cenamos con champán?
Oh, sí, me encanta.
Muy bien, pues en ese caso una botella de champán francés, bien fresca, eso sí.
El propietario se aleja satisfecho. A veces esas peleas ¡Si después
hacen las paces así! Niki mira a Alex y asiente convencida con la cabeza.
Has entendido que debes ganarte mi perdón, ¿eh?
Ya -Alex esboza una sonrisa sin saber muy bien por qué ha pedido el champán. Se le ha ocurrido así, embriagado por el momento, por la alegría de haber salvado lo que podría haberse convertido en una velada terrible terrible.
El propietario vuelve en un abrir y cerrar de ojos con una botella de agua mineral.
Por el momento os dejo ésta -y se aleja sin más.
Niki hace ademán de cogerla para servirse, pero Alex se le adelanta.
Gracias -le dice ella risueña.
De nada, faltaría más.
Me encantan todas estas atenciones. ¡Deberías venir más a menudo a la facultad! -Tras beber un poco vuelve a dejar el vaso sobre la mesa-. Mmm. ¿Sabes que casi me muero de la risa?
¿Cuándo?
¡Cuando el profesor Borghi estuvo a punto de atropellarte con su coche!
¡También te diste cuenta de eso!
¡Te había visto ya frente a mi casa!
¿De verdad?
Claro, esperaba que me llamases Hasta llegué a pensar que me había equivocado, pero después te vi aparcar en la facultad.
Alex reflexiona mientras bebe Se ha percatado de todo, es increíble. ¿Por qué? ¿A qué se debe tanta atención? Oculta algo Pero en un instante sus temores se desvanecen y vuelve a sentirse feliz de su decisión. Llega el champán, lo descorcha y lo sirve en las dos copas. Alex levanta la suya y busca la mirada de Niki. Ojos. Silencio. Después una sonrisa.
Amor mío
¿Sí?
¡Me gustaría poder pasarme la vida espiándote!
Ríen, brindan y beben mirándose a los ojos. De los altavoces del restaurante llega de improviso una canción: «La felicidad es no pensar en nada, eh La felicidad es algo inconsciente. La felicidad es un beso de la fortuna en la frente.» Es cierto. Es justo como canta Paola Turci. La felicidad consiste en sentirse bien así, por el mero hecho de estar juntos. Claro que la felicidad es también mucho más, es poder decirle algo al otro. A Alex le encantaría poder revelarle su decisión, pero para eso necesita una idea verdaderamente extraordinaria. Algo diferente de Entre Ceja y Ceja. Algo distinto del simple letrero de un restaurante del centro de la ciudad. Le aprieta de nuevo la mano y siente un agradable estremecimiento. Como cuando sabes que todo irá bien.
Veintisiete
Mañana soleada. Es pronto. Apenas hay gente. Las ventanas resplandecen con una luz agradable y blanca que se refleja en las paredes del edificio de enfrente. Alex entra en el despacho de Leonardo, que se sorprende.
¡Buenos días! ¡Qué alegría verte de buena mañana! ¿Me traes otro regalo?
Alex se sienta delante de él.
Querido director ¿Acaso crees que te lo mereces?
Leonardo arquea las cejas presagiando la tormenta.
Entiendo. ¿Quieres un café?
¡Ya he tomado uno!
¿Una tila?
Alex ladea la cabeza y Leonardo sonríe para disculparse.
Vale, estaba bromeando. Pero me parece que he hecho todo lo posible para que te sintieras mejor en el trabajo. Nadie tiene una ayudante como la tuya. Quería que te sintieras feliz
Precisamente, yo ya lo era
¿Y bien?
Búscame otra.
Pero es la mejor, la más competente, la más
Sí, ya imagino todo lo que podrías añadir. Puedo intuirlo sin necesidad de que me eches una mano
¿Entonces?
Asígnala a otro. Con una ayudante así trabajaré menos, de modo que tú también saldrás perdiendo. Es una distracción
Pensaba que te gustaría Que te haría feliz
Ya te he dicho que soy feliz, muy feliz Y, sobre todo, quiero seguir siéndolo.
Bien, como quieras. -Leonardo se levanta del escritorio-. De acuerdo. Lo he entendido. Ha firmado un contrato por un año, de manera que no puedo despedirla. La mantendremos a nuestra disposición y la haré trabajar en otro de mis proyectos.
Me parece perfecto.
Sólo pretendía darte gusto.
¿De verdad quieres hacer algo por mí?
¡Claro! Te lo digo en serio, con toda sinceridad.
Alex sonríe y decide fiarse de él. Le cuenta su plan y se queda sorprendido del entusiasmo que demuestra Leonardo al oírlo.
¡Muy bien! ¡No acabo de entender qué piensas hacer allí, pero te lo mereces! Además, estoy seguro de una cosa: eso te dará ideas para trabajar después en nuestro cortometraje.
Alex se vuelve y lo mira irritado. Leonardo abre los brazos.
Solo. Máxima creatividad, sin ayudante o posibles distracciones
Vale.
Alex le estrecha la mano.
De acuerdo entonces.
Y sale a toda prisa de su despacho, se precipita hacia el ascensor, pero se encuentra con Raffaella en el pasillo.
Hola, Alex, mira, he recopilado unas cuantas películas que podrían darnos algunas ideas para nuestro proyecto.
Él sigue caminando hacia el ascensor.
Lo siento, pero voy a salir a hacer unas gestiones. El director ha decidido asignarte a uno de sus proyectos personales -Alex llega al ascensor y aprieta el botón de llamada.
¿Cómo? -Raffaella parece visiblemente decepcionada-. No sabía nada
Alex entra en el ascensor.
Lo siento. A mí tampoco me ha gustado la idea. Me lo acaba de decir Pero ya sabes cómo es, ¿no? En menos que canta un gallo cambia las cartas que hay sobre la mesa
Pulsa un botón y el ascensor se cierra sin darle la posibilidad de responder. Como última imagen, Alex ve su cara enfurruñada. Y por el resquicio que dejan las puertas ve que ella se vuelve sobre sus magníficas piernas.
Habría sido imposible resistir a la tentación. También eso es amor.
Veintiocho
El outlet de la Levi's está abarrotado de gente. Diletta siente curiosidad por la sección infantil. Está mirando unos pantaloncitos de peto muy monos. Olly y Niki se dan cuenta y le toman un poco el pelo mientras eligen unos vestidos no muy lejos de ella.
Hay cola delante de los probadores. Erica ha encontrado dos pares de vaqueros y dos camisetas y está esperando a que alguno quede libre para probárselos. Llama la atención de un chico que está a su lado.
Menudo jaleo, ¿eh?
Erica se vuelve.
¿Eh?, sí Todo está muy rebajado, es normal -sonríe.
El chico sujeta varios pares de pantalones que lleva en la mano y que se le están resbalando.
Yo he cogido éstos -y se los enseña, a Erica, que lo mira un poco perpleja.
Eh, genial. Yo no.
El chico se percata de que su ocurrencia no ha sido, lo que se dice, brillante. En ese momento queda libre el probador que está delante de ellos. Él se vuelve de inmediato hacia Erica.
Entra tú, venga, yo espero
Erica lo mira estupefacta y esboza una sonrisa.
¡Ah, gracias, perfecto! -y entra. Se desnuda y se prueba el primer conjunto: unos Levi's Slim Fit y una camiseta ajustada de color azul que le resalta el pecho. Sale del probador y gira sobre sí misma. Mira al chico-. ¿Qué tal me sienta?
Él asiente con un movimiento de cabeza, algo avergonzado.
_De maravilla
Erica sonríe maliciosa.
Bien, espera. Me pruebo otro.
Corre la cortina y entra de nuevo en la cabina. Un par de minutos después vuelve a salir. Esta vez luce un modelo 609 Hotstuff y una camiseta blanca de manga larga. Improvisa un pequeño desfile delante del chico. Mientras tanto, Olly y Niki se han acercado a ellos con varias prendas en la mano. Se percatan de la escena. Se miran y se echan a reír. El chico, siempre un poco cohibido, observa a Erica, que se detiene de golpe delante de él.
¿Y bien? ¿Qué te parece éste?
Él balbucea.
Bueno, también te sienta bien, sí
En ese caso, ¿con cuál me quedo? -pregunta Erica sin dejar de moverse delante del espejo.
El chico no contesta. Olly y Niki se aproximan a él.
Venga, aconseja a nuestra amiga; de lo contrario es capaz de pasarse aquí toda la tarde
Erica se vuelve.
Venga, ¿qué dices?
Quizá me quedaría con los dos -responde él en tono poco convincente.
¡Sí, claro! ¡¿No serás por casualidad un empleado de la tienda vestido de incógnito?! No puede ser, tengo que elegir. Uno u otro. -Se mira al espejo por última vez-. Con el primero estoy más sexy. Ya está, decidido -y vuelve a entrar en el probador para cambiarse.
El chico está pasmado.
¿Vuestra amiga es siempre así?
Peor, pero es simpática, ¿no?
Él, por descontado, no tiene ganas de contradecirles.
Sí, sí
Olly y Niki se miran riéndose. Al cabo de unos minutos, Erica sale de la cabina vestida con su ropa y llevando en la mano las prendas que ha elegido. Se para un momento y mira al chico.
Gracias por haberme dejado pasar. Oye, mis amigas también quieren probarse ropa, ¿las dejas entrar?
Él no puede creer lo que está oyendo. ¡Tendrá cara! Sólo que no le da tiempo a decirle que no porque Niki y Olly ya se han colado en el probador. Erica sonríe.
¡Eres un sol, gracias! -y se aleja.
El chico se encoge de hombros y se queda esperando delante de los probadores.
Erica se acerca a Diletta.
¿Y bien? ¿Has elegido algo?
No, pero ¿has visto qué mona es la ropa de niño? ¡Se parece a la de los mayores! -dice Diletta.
Sí, ya veo, pero ¿has escogido algo?
Diletta mira por unos segundos a su alrededor.
Bah, no hay nada que acabe de convencerme
A mí, sí, mira -le enseña a Diletta los vaqueros y la camiseta azul.
¡Precioso!
He decidido que me vestiré así para el examen de Giannotti.
¿No te parece demasiado ajustado?
¡Precisamente por eso! ¡Al menos llamaré su atención! No sabes lo bueno que está
¡Pero, Erica, es tu profesor!
¿Y qué? ¡Es un hombre! Que está como un tren y, además, es joven. No debe de haber cumplido los cuarenta. Si vieras cómo se viste: todo a la última, polos de lana peinada y Dockers, ¿entiendes? Muy casual. Y si vieras cómo le sientan Tiene un culo
¡Erica!
¿Qué pasa? ¡Los hombres son hombres, profesores o no! ¡Además, si llamo su atención quizá me suba la nota!
Diletta se lleva la mano a la frente.
Eres un caso perdido. ¡Eres peor que la Olly de antaño!
¡Evolución, Diletta, eso se llama evolución! -y se encamina hacia la caja.
Mientras tanto, Niki y Olly han salido del probador con la ropa que han elegido. Parecen satisfechas. Se miran la una a la otra contoneándose, bromeando, mientras el chico sigue haciendo cola hasta que la cabina de al lado queda libre. Entra en ella al vuelo huyendo de esa situación embarazosa. Olly y Niki se ríen como locas y vuelven al probador.
Al cabo de un rato las Olas abandonan el outlet. Todas llevan una bolsa en la mano, salvo Diletta.
¿Sabéis que Erica está obsesionada con su profesor de antropología?
Niki y Olly se miran.
¡Pero será viejo, Erica!
¡De eso nada! Debe de tener la edad de Alex, ¡de manera que si Alex no os parece viejo, el mío tampoco! -replica esbozando una sonrisita falsa.
Niki se vuelve.
Sí, de acuerdo, pero lo mío es diferente Él es tu profesor, es decir, en tu caso hay también un conflicto de intereses
¿De qué conflicto hablas? ¡Al contrario! ¡Tal vez así se le escape una buena nota!
Siguen caminando así, bromeando, empujándose de vez en cuando, alegres y ligeras.
Veintinueve
Delante de la puerta, varias propuestas escritas en colores llamativos. Varios folletos con ofertas cuelgan de un tablero de anuncios que hay detrás de un cristal. Alex sube los escalones y entra. Allí sí que saben cómo tratarlo.
¡Hola, Chiara! Veamos, esta vez debemos hacer algo verdaderamente especial En fin, importante
¿Qué quieres decir? ¿Que la última vez no quedaste satisfecho?
No De eso nada, todo fue de maravilla, perfecto, pero en esta ocasión, bueno, sí, en fin, ¡debe serlo aún más!
¿Y se puede saber quién es la nueva afortunada?
Alex arquea las cejas.
¿Por qué?
Bueno, te veo muy entusiasmado
Salta a la vista que a algunas personas les resulta extraño que uno trate de hacer siempre cosas diferentes para la misma persona.
Es Niki Cavalli.
Chiara parece un poco decepcionada. Alex se da cuenta. Quizá para ella el amor sea ya una pura cuestión de rutina. Lástima. Alex se sienta delante de ella.
Veamos, tengo cuatro días libres y he pensado que Podría ser bonito Sí, en fin, esta tarde, mientras estaba en el despacho, he navegado un poco por Internet y he encontrado unas cosas realmente estupendas
Dispone varios folios sobre la mesa. Ella los mira. Están llenos de apuntes, subrayados, dibujos y lugares marcados además de un mapa trazado con gran esmero y, sobre todo, con amor. Eso debe de ser lo que le sorprende tanto a Chiara, piensa Alex. Y, en efecto, así es. Chiara recorre con la mirada las hojas de papel mientras se pregunta cómo es posible que después de dos años un hombre de éxito como él, guapo, divertido y simpático, un tipo que, en pocas palabras, podría tener muchas mujeres, todavía sea feliz como un niño por el mero hecho de darle una sorpresa a esa bendita de Niki Cavalli. A saber por qué ella le resulta tan especial. Chiara escucha risueña esa especie de mar borrascoso de palabras. Alex y sus propuestas. Alex y sus ideas fantasiosas, sus suposiciones y sus curiosidades. Y asiente con la cabeza mientras le lee varias direcciones que ha anotado. Luego se mira al espejo que está a espaldas de él y se arregla el pelo. Y piensa. ¿Qué tendrá esa tal Nicoletta que no tenga yo? ¿Por qué una chica como yo, guapa, simpática y divertida, una treintañera de muy buen ver, no le gusto?