Ah, ¿y dónde puede comprarse un traductor?
Veintiuno
La clase acaba de terminar. Niki está metiendo de nuevo el cuaderno y los rotuladores en la mochila cuando alguien se sienta a su lado.
¿Te ha gustado la lección?
Ella se vuelve sorprendida. Es Guido. Mira por un instante al fondo de la clase, como si supiese algo. Después vuelve a concentrarse en sus apuntes.
Oh, sí, me encanta este profesor.
¿Ah, sí? ¿Y qué te parece? ¿Un tipo sincero, falso, delicado, insensible, oportunista, altruista o mujeriego?
Niki se echa a reír.
Mujeriego, pero ¿qué palabras usas?
J. M. Coetzee dice que sólo los hombres detestan a los mujeriegos, por celos. A las mujeres, en cambio, les gustan. Mujeres y mujeriegos son inseparables.
Bueno, sea como sea, creo que a Trasarti le gustan las humanidades, que es una persona amable y sensible y que quizá, quizá, por su modo de moverse, por la feminidad que trasluce su ánimo, sí, podría ser también homosexual Lo sea o no, lo digo como un cumplido, ¿eh?
Bien, deja que te la lleve yo -Guido se echa al hombro la mochila de Niki.
No, si puedo hacerlo yo.
Pero me gusta llevártela.
En ese caso, de acuerdo -Niki se encoge de hombros poco convencida-, como quieras
Guido la precede, risueño.
¿Adonde te acompaño?
Tengo que ir a Secretaría a inscribirme para el examen y ver cuándo son los próximos.
Vale, perfecto. No me creerás pero es justo lo que tenía que hacer yo también.
De hecho, no te creo.
Guido se detiene y la mira arqueando las cejas.
¿Por qué no? ¿Porque la alegría y la felicidad que demuestro cuando te veo te hacen pensar en otra cosa?
Quizá.
¿Sabes que yo también me he matriculado en filología y que quizá deba hacer tu mismo examen?
Puede. Pero antes de que yo marque los exámenes, tú tienes que decirme cuáles tienes ya intención de hacer, ¿vale?
Vale, vale -Guido asiente repetidamente con la cabeza-. Lo que han dicho mis amigos perjudica a mi persona
O tal vez tu imagen.
¿Mi imagen?
¿Quieres saber la verdad? Pero no debes ofenderte.
Vale.
Júralo.
Lo juro.
Tu imagen, tu modo de comportarte
¿Qué quieres decir?
Que salta a la vista que eres, que eres
¿Que soy?
Usando tus propias palabras, un mujeriego Estudias las frases más efectivas para impresionar, te vistes para que te recuerden, eres afable y educado con todas las personas para ver quién muerde el anzuelo
¿Ah, sí? ¿Y no piensas que quizá te equivocas?
Si tú lo dices
Claro, yo lo sabré, ¿no? Además, ¿qué tiene de malo ser amable con las mujeres? ¿Hacer que se sientan guapísimas, tenidas en consideración, el centro de atención? Yo no soy un mujeriego. Tal vez sea el último de los románticos, eso sí.
Niki lo mira risueña.
Mira, quitando eso último, no has dicho ninguna mentira.
¿Ah, no? -También Guido sonríe-. En ese caso, te diré otra cosa. El profesor Trasarti está casado y el año pasado estuvo con una del curso, Lucilla. Según parece, le hizo romper incluso con su novio, la dejó embarazada y después la obligó a abortar.
Venga ya, no me creo una palabra.
Bueno, quizá la historia del hijo Tienes razón, puede que eso no sea verdad.
¿Y el resto?
El resto sí que lo es: la chica se llamaba Lucilla, tenía un novio y mantuvo una relación con el profesor durante todo el curso.
¿Y tú cómo lo sabes?
Muy sencillo: porque yo era su novio. -Guido sonríe, abre los brazos y apoya la mochila de Niki sobre el murete-. Ahora tienes que perdonarme, pero había olvidado que he quedado. El mujeriego te saluda.
Y se aleja así. Niki se queda asombrada y también disgustada por un instante. No pretendía que Guido se sintiera mal. Coge la mochila y sube la escalera para ir al departamento, pero justo en ese momento se cruza con el profesor Trasarti.
Hola -la saluda él con una bonita sonrisa-. ¿Necesita algo?
Recordando la historia que acaba de contarle Guido, Niki se imagina que el profesor la mira con otros ojos, lo ve como un hombre ávido, y no sensible y delicado, de manera que, sin querer, se ruboriza.
No, gracias, profesor, sólo he venido a apuntarme para los exámenes.
Ah.
Sin darle tiempo a añadir nada más, Niki pasa por delante de él.
Perdone, pero llego tarde -y desaparece de prisa y corriendo.
Niki camina a toda velocidad y, cuando llega al fondo del pasillo, se vuelve. Menos mal. El profesor se ha marchado. Después aminora el paso y al final sonríe para sus adentros. A saber si serán verdad todas esas historias. Soy demasiado sugestionable. Pero no, deben de ser ciertas. Además, ¿por qué me habría dicho Guido una cosa semejante, si no? ¿Para aprovecharse de la ternura, de la pena que podía producirme el saber que su novia lo dejó por el profesor? Ya ves tú Niki comprueba la lista de exámenes. Claro que sus amigos le describieron a Guido como a un tipo que haría de todo para impresionar a una chica. Se matricula en las próximas pruebas y a continuación cierra la lista. Ahora bien, para impresionarla no necesita todas esas artimañas. Es un chico atractivo, simpático y divertido Y al final incluso me ha despertado ternura. Pero luego cambia de idea. Niki, pero ¿qué estás diciendo? ¿Te has vuelto loca? Por lo visto Alex tiene razón Después casi se echa a reír y se le ocurre una idea. ¡Sí! Estupendo. Ésa se la quiero hacer. Se la merece. Y sale corriendo del departamento, baja la escalinata y salta de golpe los últimos peldaños. Da la vuelta al rellano y empieza a bajar de nuevo a toda prisa. Salta otra vez y, pum, se abalanza sobre el profesor Trasarti, quien, víctima del empellón, da de bruces en el suelo.
Ay
Oh, perdone, profesor. -Niki lo ayuda a levantarse.
Él se limpia los pantalones sacudiendo vigorosamente el polvo con las manos.
Es obvio que usted no llega tarde ¡Llega supertarde!
Niki sonríe y se siente incluso un poco avergonzada. El profesor parece haberse tranquilizado.
Puedo llevarla, si quiere.
No, gracias, tengo moto Quizá en otra ocasión -y se aleja nuevo de él a toda prisa.
¡Claro! -el profesor la contempla con una sonrisa impresa en la cara.
Niki, ¡maldita sea! Hoy no haces una a derechas. No sólo lo has tirado al suelo, sino que cuando se ofrece a acompañarte le respondes: «Quizá en otra ocasión.» Pero ¿a qué viene ese «quizá»? Da a entender la posibilidad, la esperanza, el deseo de que te acompañe. ¡Caramba! Eso sí que no debe suceder. Sacude la cabeza. Al menos, de algo está segura: Guido no le ha mentido. Algunas cosas se perciben sin más. Pobre, no se merecía que lo tratasen así. Tengo que aclarar las cosas con él. Y se lo dice con la mayor tranquilidad. Quizá demasiada. Sin saber que, una vez más, está volviendo a equivocarse.
Veintidós
¿Se puede, Leonardo? -El director ve que Alex asoma medio cuerpo por la puerta.
¡Claro! Sabes que siempre es un placer verte Mejor dicho, mi despacho está siempre abierto para ti.
Alex sonríe.
Gracias. -Pero no se cree ni una sola de sus palabras-. Te he traído algo -Coloca un regalo sobre el escritorio.
Leonardo lo coge y lo sopesa.
¿Qué es? -Lo gira curioso entre las manos. Parece un CD o un pequeño libro.
Ábrelo.
Pero si no celebro nada.
Tampoco yo celebraba nada.
Bueno, ¿y eso qué tiene que ver? El mío era para demostrarte mi alegría por tenerte aquí de nuevo entre nosotros.
Y el mío es para manifestarte el placer de estar de nuevo aquí con vosotros.
Hum -Leonardo entiende que la cosa va con segundas.
Lo desenvuelve. Es un DVD. «¿Sabes qué contiene?», puede leerse en la espléndida tapa en papel cuché.
Nunca lo había oído.
Yo creo que lo conoces Echémosle un vistazo.
Leonardo le sonríe y se encoge de hombros. La verdad es que no tiene ni idea de lo que puede ser. Lo introduce en el reproductor y enciende una gran pantalla de plasma que cuelga de la pared. Se oye una música tribal. Tum, tum, tum. Aparecen unos chimpancés golpeando rítmicamente unos gruesos troncos. E inmediatamente después, a toda velocidad, todos los colaboradores, los gráficos y los diseñadores de la Osvaldo Festa. Luego, de repente, pasa al vídeo de Pink Floyd: «We don't need no education» Varios estudiantes caminan en lugar de los famosos martillos, moviendo acompasadamente las piernas, y después se ve de nuevo a los animales.
La película continúa, Leonardo aparece hablando al ralentí con el poderoso rugido de un león de fondo, e inmediatamente después Charlie Chaplin en El gran dictador, y luego de nuevo Leonardo dando instrucciones, y acto seguido Chaplin apretando unos pernos con una llave inglesa hasta acabar en los engranajes. De repente todo chirría y se oye una especie de frenazo. Los fotogramas de Chaplin se bloquean. Una cámara subjetiva se centra rápidamente en un hombre que está bebiendo sentado en un sillón. Se vuelve. Desglose. Y Alex que sonríe a la cámara y dice: «¡Yo no caeré en la trampa!»
Leonardo se queda boquiabierto.
Pero, pero
Lo he hecho con la cámara y el ordenador de montaje acelerando los fotogramas de la película interna de la agencia, la que presentamos el año pasado durante las grandes reuniones.
¡Pero es genial! Estaba a punto de proponértelo ¿Sabes que tenemos que rodar una película, un cortometraje? Es la primera vez que nos encargan la producción de un filme; ya no somos una simple agencia: ahora somos también una productora, y todo gracias a ti, al éxito de LaLuna. Hasta ahora, los japoneses jamás habían creído verdaderamente en nosotros Si conseguimos aumentar las ventas aunque sólo sea el diez por ciento, tendremos un aumento de los beneficios. ¿Sabes una cosa?
No, ¿qué?
Que hemos logrado el doscientos por ciento, hemos ganado mucho, muchísimo más de lo que podíamos imaginar.
¿Hemos? Leonardo, has
Sí, pero
Pero ahora no vas a parar, ¿verdad? -¡Tenemos que trabajar aún más! Tenemos la posibilidad de producir esa película Y tú lo has demostrado ya Eres una hacha.
Sí, pero ¿has visto el título del corto? Yo no caeré en la trampa. -Alex se encamina hacia la puerta-. No cuentes conmigo. Quiero hacer el mínimo indispensable, ya te lo he dicho.
Pero ¿a qué viene eso? Te he dado incluso el despacho más grande
Yo no te lo pedí.
Te he concedido un aumento significativo.
Tampoco te pedí eso.
Te he asignado una nueva ayudante.
Eso sí que te lo pedí, pero hasta la fecha todavía no he visto a nadie.
Te espera en tu despacho
Alex se queda sorprendido.
¿Y a qué se debe que sea precisamente hoy?
Es que he estado buscando mucho. Quería contratar a la mejor
Eso aún está por ver.
En todos los sentidos
Pero Alex ha salido ya del despacho de Leonardo y en esos momentos se está dirigiendo rápidamente hacia el suyo. Se cruza con Alessia, su ayudante de siempre.
Alex, hay una persona
Sí, gracias Lo sé.
Andrea Soldini lo escruta con un semblante casi desconcertado y cabecea. Está boquiabierto. Alex lo mira preocupado.
Eh, no te habrás vuelto a meter
¡De eso nada! -Soldini se ríe-. Es que no encuentro las palabras Veamos Imagínate a las rusas, pues mucho más
Ya será menos -Alex sacude la cabeza y entra en su despacho.
Hola -saluda, y se levanta de la silla. Es alta, con el pelo castaño y rizado. Una bonita sonrisa. Mejor dicho, una sonrisa preciosa. Y no sólo eso.
Buenos días.
Hola, Alex
Un segundo después se da cuenta de que se ha dirigido a ella sin mantener las formas, aunque ella se encarga de mantener cierta formalidad.
El director me ha indicado que esperase aquí dentro. Espero que no le moleste. Me llamo Raffaella, encantada.
Alex y Raffaella se estrechan la mano. La joven tiene las piernas largas, un físico perfecto, y luce un gracioso vestido, ligero y elegante. Todo en orden. Demasiado en orden. Es un bombón.
Le he dejado mis trabajos sobre la mesa.
Alex los examina con aire profesional, y después la mira por encima de un folio. Ella sigue de pie.
Siéntese, por favor.
Gracias. -De nuevo esa sonrisa maravillosa.
Alex intenta concentrarse en los dibujos, pero no es fácil. Por si fuera poco, es además muy buena. Por si fuera poco ¿Alex? Ya te has equivocado.
¿Le gustan?
Sí Son muy buenos, en serio, diría incluso que óptimos Felicidades -Alex sonríe. Ella también. Sus miradas se cruzan y se quedan suspendidas por cierto tiempo. Alex mete de nuevo los dibujos en la carpeta, desvía la mirada-. Bien, muy bien.
Ah, he traído también esto -Raffaella saca de su bolsa un ordenador idéntico al que Leonardo le ha regalado a Alex, pulsa una tecla y lo enciende. Luego lo coloca sobre la mesa y lo vuelve hacia él-. Es un breve clip Nada especial, pero al director le ha gustado mucho
Alex mira curioso la película.
Se trata de un vídeo que filmé durante las vacaciones de este año Estaba en Los Roques, lo hice por bromear, mi padre lo rodó Yo no quería ser la modelo, me molestaba un poco En parte porque había reñido con mi novio y estaba furiosa -indica Raffaella-. Aquí estaba llorando -En el vídeo se ve, en efecto, que trata de apartar al padre, que la está filmando; en un primer momento parece molesta, pero después rompe a reír-. Y luego lo monté con una serie de combinaciones con dibujos animados
De hecho, poco después empieza el vídeo con fragmentos de los primeros dibujos de Disney, Mickey Mouse en blanco y negro, Dumbo y otras imágenes muy bellas. De esta forma se produce un juego de alternancias entre Raffaella, que camina al ralentí por la playa, y Mickey Mouse en el papel del aprendiz de brujo en Fantasía.