Rachele lo mira.
¿Ingrid? ¿Quién es? ¿Otra examinadora?
Enrico se echa a reír.
Bueno, la verdad es que debería elegir ella, sólo que no puede Es mejor que lo haga yo.
Ah, pues bien, lo que más me gusta es el pop. Y me sé todas las canciones de Elisa y de Gianna Nannini.
Enrico la mira con mayor atención. Por lo visto, ésta se concentra en el repertorio musical. Se ve que a los críos los entretiene así.
Bien, ¿tienes mucha experiencia con los niños?
¿Te refieres a los coros?
Enrico arquea las cejas.
No, quiero decir con los niños. ¿Te las arreglas?
Rachele parece pasmada.
¿Puedes explicarme qué tipo de espectáculo pretendes montar?
¿Espectáculo? -Enrico la mira estupefacto.
Sí, la prueba. ¿Para qué espectáculo nos estás seleccionando?
Aquí el único espectáculo es mi hija Ingrid.
¿Tu hija? ¿Ingrid? Perdona, pero
¿Se puede saber por qué has venido, Rachele?
¿Cómo que por qué? ¡Para hacer una prueba como cantante!
Enrico la mira y suelta una carcajada.
¿Cantante? ¡Pero si yo estoy buscando una canguro!
Rachele coge bruscamente su bolso, lo abre y saca un periódico.
_No, me he equivocado. ¡Qué coñazo!
¡Pese a todo, la idea de tener una canguro que canta no está nada mal! -dice Enrico.
Bueno, pero caramba
Enrico se percata de su decepción.
Venga, ya verás cómo lo consigues la próxima vez -y hace ademán de acompañarla a la puerta.
La abre, pero cuando está a punto de salir, Rachele se vuelve.
¿Por casualidad no conocerás a alguien que busque una cantante?
Enrico la mira negando con la cabeza. Rachele hace una mueca y se aleja.
En fin
Hola, ¿quién es la próxima?
¡Yo!
Una chica con el pelo corto y pelirrojo se precipita en dirección al salón. Enrico vuelve a cerrar la puerta.
Buenas tardes, me llamo Katiuscia y me he permitido preparar una cosa -Saca de su mochila dos folios doblados y los abre. Los mira con aire grave y carraspea-. Veamos, se me ha ocurrido que quizá el mejor papel sea el de Scarlett Johansson en Diario de una niñera, ¿no? Cuando interpreta a Annie Braddock, la joven licenciada que nunca encuentra trabajo y después se convierte en la niñera de Grayer, cuya madre está forrada y completamente volcada en su carrera Esta es la escena de cuando están juntos, ella y el niño, puedo representarla aquí, de pie -Katiuscia habla a toda velocidad y se dispone a recitar algo.
Enrico la interrumpe:
No, no, espera, espera Pero ¿qué haces? No tienes que representar nada para demostrarme si vales para el puesto o no.
¿Cómo que no? ¿Y cómo se supone que puedes saberlo, si no?
Le haré una entrevista, eso es todo ¿Qué horarios puedes hacer? Porque yo necesito a alguien que esté con Ingrid casi hasta las siete de la tarde, en fin, que sea un poco flexible.
Perdona, pero ¿ésta no es la prueba para el papel de niñera en una película?
Enrico apenas puede dar crédito. Pero ¿qué clase de gente ha ido a su casa? Nadie ha entendido una palabra.
No, escucha, yo sólo estoy buscando una canguro para mi hija
Joder, pues podrías haberlo escrito, ¿no?
¡Y lo he hecho! ¡En el periódico!
¡De eso nada, deberías haberlo explicado mejor!
Es increíble. Enrico decide cortar por lo sano.
Vale, vale. Venga, no pasa nada
Puede que para ti no, pero yo me he pasado la noche preparando el papel. -Katiuscia coge la mochila, se arregla la ropa y hace ademán de marcharse-. No deberías tomarle el pelo a la gente de esta manera. -A continuación sale dando un portazo a sus espaldas.
Enrico la sigue. Vuelve a abrir la puerta y la ve desaparecer hecha un basilisco. Enrico abre los brazos.
Veamos, ¿a quién le toca ahora?
Y una tras otra entrevista a todas las chicas. Habla. Pregunta. Al menos, éstas lo han entendido. ¡Son canguros de verdad! Algunas parecen convencerlo; otras, no tanto. Va a buscar a Ingrid, intenta ver cómo se relaciona con las aspirantes a canguro, piensa, sopesa, hace alguna que otra pregunta más. A todas les dice: «Te llamaré.» Y cuando acompaña a la última a la puerta y ella se despide de él y se aleja dándole las gracias, Enrico ve a una chica que en ese momento pasa por el rellano. Lleva en las manos dos bolsas de la compra de tela verde y una mochila a la espalda. Escucha música con unos auriculares.
Ah, bien, eres la última. Entra, por favor -hace un ademán con el brazo para indicarle que entre en la casa.
La chica es rubia, con el pelo liso peinado hacia atrás y sujeto por una pequeña diadema azul, viste unos pantalones blancos y un suéter azul; nota el gesto pero no lo oye. Lo mira un poco sorprendida. Se detiene, deja las bolsas en el suelo y se quita uno de los auriculares.
¿Estás hablando conmigo?
Claro, ¿con quién si no? Eres la última de hoy Venga, pasa.
Ella hace una pequeña mueca. Luego se quita el otro auricular. Compruebasu reloj. Escruta por unos instantes delante de ella como si tratara de divisar algo o a alguien al fondo del rellano.
La verdad es que yo
¿Yo, qué? Se ha hecho un poco tarde, pero todavía tenemos tiempo. Tengo que ir al despacho, de manera que si no lo hacemos ahora tendremos que dejarlo para mañana. Entra, no tardaremos nada.
La chica parece cada vez más sorprendida por la situación. Pero ¿qué quiere ese tipo? Aunque la verdad es que tiene una cara simpática, parece agradable. Me muero de curiosidad. Sólo que, a decir verdad, en el fondo ni siquiera lo conozco. No debería estar aquí perdiendo tiempo. Al final, sin embargo, la curiosidad puede con ella. Esboza una sonrisa. Coge las dos bolsas del suelo.
¿Has hecho la compra?
Sí, ¿por qué?
No, por nada
Enrico sacude la cabeza y reflexiona durante unos minutos. Es cierto, ella tiene razón, ¿qué tiene de malo? Al contrario, hasta parece una chica más práctica que las demás, va a hacer una entrevista y aun así aprovecha bien el tiempo.
Pasa, por favor -Enrico la guía al interior del piso.
La chica lo sigue todavía vacilante. Entra, mira alrededor. Ve una serie de cosas tiradas de cualquier manera sobre el sofá, zapatillas de andar por casa boca abajo y un póster colgado de la pared. Una fotografía. Representa a un hombre que abraza a un recién nacido con una camiseta rosa y un chupete. Una niña, entonces. Reconoce al tipo de la foto, es el mismo que la ha invitado a entrar.
Puedes sentarte ahí. Veamos, ¿cómo te llamas?
La chica vuelve a dejar las bolsas en el suelo y se sienta.
Anna.
Encantado, yo, supongo que ya lo sabes, me llamo Enrico, papá Enrico -Se ríe un poco cohibido.
Anna lo mira. La verdad es que no sabía que te llamaras Enrico. Ni tampoco que fueras padre. Sigue sin entender la situación, la encuentra cada vez más cómica y decide seguirle el juego.
¿Cuántos años tienes?
Veintisiete. Estoy acabando la universidad. Estudio psicología.
¿Psicología? ¡Perfecto! ¿Y cuánto tiempo libre te queda al día?
Bah, no trabajo, de manera que, quitando algunas pocas clases a las que asisto en la facultad, para serte sincera estoy en casa
Bueno, eso sería perfecto ¿Dónde vives? ¿Lejos de aquí?
Anna sigue sin entender una palabra.
La verdad es que vivo en el piso de arriba De hecho, antes
No, no me lo puedo creer. ¿Aquí arriba? Nunca te había visto. De manera que te has quedado a hacer la entrevista antes de volver a casa. ¡Estupendo! Así sería mucho más cómodo, la verdad
Sí, me mudé hace poco. Mi tía me dejó la casa. Quizá la hayas visto alguna vez: es una señora alta, pelirroja Y mi novio vino a vivir conmigo hace algunas semanas. -¿Por qué le estoy dando tantas explicaciones?
Ah, sea como sea, me pareces perfecta. Estudias y por eso tienes un horario más flexible. Vives en el piso de arriba. Sí, decididamente eres perfecta. ¿Cuándo empiezas?
¿Empezar, qué?
¿Cómo que qué? Pues a ser la canguro de mi hija. Has venido para eso, ¿no?
La verdad es que no. Al ver que insistías, entré. Yo sólo pasaba por el rellano para ir a mi casa. Jamás cojo el ascensor. Así hago un poco de ejercicio
Enrico la mira fijamente.
¿Eso quiere decir que no estás buscando trabajo? ¿Que no estás aquí para hacer la entrevista?
Eh, no. Ya te lo he dicho, ha sido una coincidencia, pasaba por aquí
Ah -Enrico parece decepcionado. Mira por la puerta cristalera que da a la terraza-. Ya decía yo que era demasiado bonito
Anna percibe su inquietud y sonríe.
En cualquier caso, eres un hombre afortunado
Anda ya. La única que me parecía un poco buena después de toda una tarde de entrevistas va y entra aquí por casualidad y, por si fuera poco, ni siquiera busca trabajo. Muy afortunado, sí. Mañana tendré que volver a empezar desde el principio.
Eres un pesimista crónico. ¿No crees en el destino? ¿En las coincidencias? Antes te he dicho que no tengo trabajo, pero no que no lo esté buscando. El tuyo me parece perfecto. De haberlo sabido, habría bastado con bajar la escalera
Enrico la mira y se le ilumina el rostro.
¡Fantástico! A partir de mañana trabajarás aquí -dice, y ni siquiera se le ocurre ir a buscar de nuevo a Ingrid. Sabe de antemano que las dos se llevarán bien.
Anna sonríe. Se levanta. Coge sus bolsas.
Genial ¡Pero ten cuidado con confundir con el fontanero a cualquier inquilino que pase casualmente por el rellano! -Se encamina hacia la puerta. Enrico se levanta de golpe, la sigue, se adelanta a ella y le abre la puerta. Anna pasa por delante de él-. ¡Hasta mañana, entonces! -y se aleja.
Enrico la contempla mientras desaparece al doblar la esquina. Sí. Parece simpática. Y además es muy mona. Pero eso a Ingrid no le interesa
Diecisiete
Alex se detiene y aparca a escasos metros del portal de Niki. Mira el reloj. Son las nueve y media. Me dijo que tenía clase a las diez, debería salir ahora. En ese preciso momento se abre la puerta. Y sale Niki. Parece mayor, más mujer. Claro ¡Es Simona, su madre! Dios mío, como me vea ahora ¡Alex! ¡Precisamente tú! Pero bueno, creíamos que tú eras el mayor de la pareja. El más maduro y fiable. Y, en cambio, ¿qué haces? ¿Espías a mi hija? ¿Por qué? ¿Se comporta mal? ¿Hay algo en ella que te hace dudar? Bueno, que tenga nuevos amigos me parece normal, una nueva escuela, la facultad Pero todo eso no tiene ninguna importancia.
Alex se desliza hacia abajo en el asiento, casi desaparece bajo el volante, se esconde avergonzado de lo absurdo de su idea. Y en seguida busca algún argumento de defensa. Perdone, señora No hay amor sin celos. «Los celos, cuanto más los alejas más los sientes La serpiente ya está aquí, ha llegado, se ha instalado entre nosotros, engulle tu corazón como si fuese un tomate, y te vuelve loco, es como un toro y, como tal, no obedece a razones» Pero ¿qué estoy haciendo? ¿Canto a Celentano? ¡No! ¡Eso es! Tengo que simplificar. Señora, he venido ¡por amor! Justo en ese momento mira de nuevo a Simona, la madre de Niki, y ve que sube a un coche, se vuelve, abre la ventanilla y saluda a la chica que está saliendo en moto. Sí. Es ella. ¡Niki! Alex pone en marcha el motor y arranca, oculta la cara cuando se cruza con Simona, que conduce en dirección opuesta. Después dobla la esquina y sigue su carrera en pos de la moto. Increíble. Como en las mejores películas: «Siga a ese coche.» Alex se ríe solo. «Mejor dicho, a esa moto» Y por un instante casi le entran ganas de abandonarlo todo, de sonreír y de tomarse las cosas con calma. Sí, es justo que tenga su independencia, su libertad, sus contactos, sus mensajes. Debe querer que estemos juntos por encima de todo y de todos, pero no puede ser una obligación. Es más, casi es mejor que tenga varios pretendientes, al menos así podrá comparar entre unos y otros, y si me elige, al final, será porque soy su preferido. Es demasiado fácil ganar cuando se juega solo. Venga, casi que iré antes al despacho y así intentaré hacer algunos progresos sobre la idea de la película.
Luego se produce una vorágine, una extraña circunstancia, una conjunción astral, en fin, a saber por qué razón el volumen de la radio se eleva de repente, irrumpe en sus pensamientos y borra su sonrisa. Ram Power 102.70. Una la vives, una la recuerdas. «Te estás equivocando, la persona a la que has visto no es, no es Francesca. Ella siempre está en casa esperándome. No es Francesca Si, además, estaba con otro, no, no puede ser ella» Y en un instante Mogol y Battisti se convierten en los diablos tentadores, y le vienen a la mente todas las imágenes del mundo, como si se tratara de una película montada por el mejor director de todos los tiempos. Amor. Traición. Engaño. Y ahí está. Dos vidas en un instante, cuando Gwyneth Paltrow, por una extraña fatalidad del destino, vuelve a casa y lo encuentra a él con su amante. Fundido en negro y ahora Infiel, cuando a Richard Gere le llega una multa de tráfico de su mujer que lo conduce hasta la casa donde vive ese joven que vende libros usados y descubre que tiene una historia con ella, nada que ver con los libros Un nuevo fundido y aparece Hombres, hombres, de Doris Dorrie, cuando el marido olvida un folleto en casa, vuelve a por él y ve salir a la calle a su mujer, que poco antes estaba en la cama con los rulos puestos. Entonces la sigue y la ve rodar por un prado con una especie de hijo de las flores Luego Alex piensa en Enrico y en su mujer, que se ha fugado con un abogado que él mismo le presentó. En Pietro y en todas sus amantes. Y deja de dudar, pisa el acelerador y empieza a correr con una única certeza. Pues sí, Celentano tiene razón. Soy celoso.
Dieciocho
Alex ve que Niki baja de la moto, bloquea la rueda y cruza apresuradamente la verja de la universidad. Está desesperado. Y ahora, ¿dónde aparco? ¿Cómo puedo saber adónde va? De repente, un coche se pone en marcha y deja un sitio libre. ¡Justo ahora! Es increíble. Caprichos del destino. ¿Qué significará? ¿Qué querrá decir? En ese mismo momento la radio le hace llegar otra señal. Carmen Consoli. «Primera luz de la mañana, te he esperado cantando en voz baja y no es la primera vez; incluso te he seguido con la mirada por encima de la mesa entre los restos del día anterior, y entre las sillas vacías algo flota en elaire. En el fondo no hay demasiada prisa. Mientras acariciaba la idea de las coincidencias, recogía las señales Explícame qué he descuidado, ¿es ese eslabón que falta la fuente de todas las incertidumbres? Explícame qué he pasado por alto» Pues sí, las señales. Niki, ¿me estoy perdiendo alguna? Es extraño cómo a veces las palabras más inocentes se transforman en coartadas de nuestras acciones.