Федерико Моччиа - Tres Metros Sobre El Cielo стр 23.

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La Giacci interroga. Esta por cerrar el último trimestre antes de los exámenes de aptitud. Al terminar las materias no habría más interrogaciones. Revisa las marcas que tiene. Faltan solo tres para completar el ciclo. Quienes serian las afortunadas. Babi lee los nombres. Esta de nuevo Silvia Festa. Pobrecita, bella semana que le ha tocado. Babi se voltea hacia ella. Esta con las manos en las mejillas y mira al frente. Babi la llama con un susurro. Silvia se da cuenta.

Que pasa?

Pendiente que hoy la Giacci te interroga en griego.

Lo se. Silvia le sonríe, después mueve de la espalda de la compañera de frente el libro que ha apoyado en ella. El de gramática griega. Estoy repasando. Babi le sonríe. Para lo que le serviría de todas formas. Quizás era mejor si hubiera prestado atención a religión. En realidad, solo un milagro la salvaría. La campana suena. El joven pastor se aleja. Lleva consigo un maletín de piel suave oscura y también unas ultimas dudas. Su forma de caminar es una sincera confesión. Si de joven ha cometido pecados, ellas, las chicas en general, no tuvieron la culpa.

Hola Babi!

Pallina, como estas?

Pallina pone el morral sobre el pupitre de Babi.

Bien, con un litro de sangre menos!

Es cierto. Como te fue en los análisis?

Pallina se arremanga la camisa azul del uniforme mostrando su pálido brazo. Mira aquí! Le indica una inyección de la punta ligeramente enrojecida de sangre.

Esto no es nada. No sabes cuanto tardo ese medico para conseguirme la vena. Dos horas. Me ha pinchado todo alrededor y mas puyas bajo el brazo, decía el que para hacer salir la vena. Según yo, solo para hacerme mal, me odia. Siempre me ha odiado ese doctor. Después comenzó a decir que no iba a parar nunca. Clásico, para no hacerme pensar en la inyección. Me dice que tengo venas reales, la sangre azul, que debo ser una princesa! Y después ya! Me mete completamente esa aguja en el brazo. Pero yo le hice ver quien era la princesa. Le dispare un Hijo de puta

Pallina!

Eres mas gentil. Mi mama me dio una cachetada en la boca. No se quien me lastimo mas, ella o el doctor que odio. Cuando tienes miedo del dolor físico solo quieres silencio alrededor de ti, pero ellos nunca lo entienden. Imaginate que cuando estábamos saliendo se la dio de chistoso con mi madre. Pallina imita el tono.Una cosa es segura señora, con estas venas su hija difícilmente se podrá drogar. Pésimo, me dio ganas de vomitar. La única cosa positiva de todo esto fue que después, mi madre me llevo a desayunar en Euclide. Me comí un pastel fabuloso! Por cierto, recibiste mi paquete?

Si, gracias!

No, porque ese portero tuyo tiene la cara de uno que siempre debe saber lo que hay en los paquetes que dejas. Es peor que una maquina de rayos x se ve que todavía estoy alborotada por los análisis, no?

Bastante.

Entonces no se comió tu cornetto?

No. Dice Babi sonriendo.

Me perdonaste?

Casi.

Como que casi? Que, debo dejarte dos?

No, debes conseguirme mi Vespa antes de las ocho.

Tu Vespa? Y como hago? Quien sabe donde termino. Quien la tiene? Quien la agarro? Como se yo?

Que se yo? Tú siempre sabes todo. Estas bien metida en el ambiente. Eres la

mujer de Pollo. Una cosa es segura, cuando mi papa llegue esta noche a las ocho, la Vespa debe estar en el garaje

Lombardi! La Giacci esta en la puerta. Vaya a su puesto, por favor.

Si, discúlpeme profesora, estaba preguntando que habían hecho en la hora de religión.

Lo dudo igual vaya a sentarse. La Giacci va a la cátedra. Pallina agarra el morral. Babi la para. Tengo una idea. No se necesita conseguir mi Vespa, al menos no tan rápido.

Pallina sonríe.

Menos mal. Era imposible! Pero como haremos? Cuando tu padre regrese y no consiga la Vespa que dirás?

Mi papa si conseguirá la Vespa en el garaje.

Y como?

Facil, pondremos la tuya.

Mi Vespa?

Claro, para mi papa son idénticas. Nunca se dará cuenta.

Pero y yo como

Lombardi!

Pallina no da tiempo para responder.

Esta lección de religión debe haber sido interesantísima. Venga mientras tanto y déjeme ver la justificación. Pallina se pone el bolso y le da una última mirada a Babi.

Hablamos después.

Pallina va a la cátedra. Saca afuera el diario y lo abre en la página de justificaciones. La Giacci se lo quita de las manos. Lo lee y lo firma.

Esta bien, te hiciste análisis, no? A usted le deberían hacer una transfusión de cultura en vez de exámenes de sangre.

La Catinelli como fiel aduladora ríe con el chiste. Pero es tan chillona que hasta la Giacci se mantiene fastidiada de esa fingida diversión.

Cierto, hay alguien mas que debe enseñarme su diario firmado. La Giacci mira irónica a Babi. Cierto Gervasi?

Babi le lleva el diario ya abierto con la nota firmada. La Giacci lo revisa.

Que ha dicho su madre?

Me ha castigado. No es cierto, pero es mejor darle la victoria del todo.

De hecho, la Giacci sonríe al oírlo.

Ha hecho bien. Después se dirige al resto de la clase: Es importante que sus padres sepan apreciar el trabajo hecho por nosotros, los profesores, y lo apoyen plenamente. De arriba para abajo todas asienten. Su madre, Gervasi, es una mujer muy comprensiva. Sabe bien que lo que hago, lo hago solo por su bien. Tenga. Le devuelve el diario. Babi regresa a su puesto. Extraño modo de hacerme bien, un dos en latín y una nota. Y si me odiara que haría? La Giacci saca de su viejo maletín de piel las tareas de griego dobladas a la mitad. Se abren sobre el escritorio expandiendo en la clase la mágica duda de haber al menos alcanzado la suficiencia.

Los anuncio que fue una carnicería. Deben solo esperar que no salga griego en la prueba de aptitud. Todas están tranquilas. Ya saben cual saldrá: latín. Todas fingen no saberlo. En realidad esa podría ser una clase de actrices. Roles dramáticos, a juzgar por el momento.

Bartoli, tres. Simoni, tres. Mareschi, cuatro. Una detrás de la otra, las chicas van a la cátedra a retirar su tarea en silencio.

Allesandri, cuatro. Bandini, cuatro con mas. Hay una especie de procesión fúnebre. Todas regresan a su puesto y abren rápido la tarea buscando entender la razón de todos esos rayones rojos. Es un trabajo inútil, igual como el intento de traducción que les salio mal.

Sbardelli, cuatro y medio. Una chica se alza haciendo señal de victoria. De hecho, para ella lo es. Nunca ha salido del cuatro. Aquel medio voto es un verdadero regalo.

Carli, cinco. Una chica pálida, con los ojos gruesos y los cabellos pegados, siempre habituada al siete, se sorprende. Se alza del pupitre y va con paso lento hacia la cátedra preguntándose en donde se habrá equivocado. Un escalofrío de alegría recorre los pupitres. Es una de las sabelotodos de la clase, y nunca deja copiar sus tareas.

Que te paso? Quizás no estabas muy bien? O quizás esta clase de analfabetas también te ha contagiado a ti? La muchacha le da una sonrisa. Y con un débil Si, no me sentía segura. Regresa a su puesto. Una cosa es segura. Ahora esta verdaderamente mal. Ella, la Carli. Esa de las versiones imposibles, tener cinco. Abre la tarea. Lo lee rápidamente, encuentra su trágico error. Bate el puño sobre el pupitre. Como se pudo confundir? Se lleva la mano entre los cabellos desesperada. La felicidad de la clase llega a vértices increíbles.

Benucci, cinco y medio. Salvetti, seis. Ya paso. Esas de la clase que aun no habían retirado la tarea dan un suspiro. Ahora tienen la suficiencia asegurada. La Giacci entrega las tareas en orden creciente, primero las notas peores, después lentamente sale a la suficiencia y a algunos seis u ochos. Ahí se detiene. Nunca ha puesto mas nota. Y un ocho es un evento para nada malo.

Marini, seis. Ricci, seis y medio. Algunas chicas esperan tranquilas sus notas, habituadas a encontrarse en la zona alta de la clasificación. Pero para Pallina esto es un verdadero milagro. No cree sus orejas. Ricci seis y medio? Entonces ha tenido esa nota, si no más. Se imagina llegando donde su madre a almorzar y decirle Mama saque siete en griego. Se desmayaría. La última vez que saco siete fue en historia. Acerca de Colon. Cristóbal le gustaba mucho, desde que vio una foto de el en un libro que lo retrataban con una bandana roja en el cuello. Un verdadero jefe. Viajero, decidido, hombre de pocas palabras. Y entonces, bien o mal, el primero en ir a America. Fue el que lanzo la moda de los Status. Pensándolo bien, tiene una vaga semejanza entre el y Pollo.

Gervasi, siete. Pallina sonríe feliz por la amiga.

Que bien Babi. Babi se voltea hacia ella y la saluda. Una vez al menos no se sentirá tan mal por sacar más que Pallina.

Lombardi. Pallina salta fuera del pupitre y se dirige veloz hacia la cátedra. Esta eufórica. Ahora es al menos un siete.

Lombardi, cuatro. Pallina se queda sin palabras.

Tu tarea debe haberse metido entre estas por accidente. Se disculpa la Giacci sonriendo. Pallina agarra su tarea y regresa derrotada al banco. Por un momento lo creyó. Como hubiera sido bello tener siete. Se sienta. La Giacci la mira sonriendo, después regresa a leer las notas de las últimas tareas.

Lo ha hecho a propósito esa estupida. Pallina esta segura. Por la rabia los ojos se le llenan de lágrimas. Diablos, como logro engañarse? Siete en una versión de griego, es imposible. Debía entender que algo extraño había. Siente un susurro a su derecha. Se voltea. Es Babi. Pallina trata de sonreír con un resultado pobre. Babi le muestra un pañuelo. Pallina asiente. Babi lo anuda y se lo lanza. Pallina lo agarra al vuelo. Babi se inclina detrás de ella.

Llorona! Deberías hacer de groupie. Después de eso, todo el resto parece una tontería.

Pallina comienza a reír con gusto. La Giacci la mira fastidiada. Pallina alza la mano disculpándose, después se sopla la nariz y aprovechándose del pañuelo frente a la cara, alza el dedo del medio. Cualquier chica alrededor de ella se da cuenta y ríe divertida.

La Giacci golpea el puño contra la cátedra.

Silencio! Ahora voy a interrogar.

Abre el registro.

Salvetti y Ricci.

Las dos chica van a la cátedra, entregan sus cuadernos y esperan en el muro, listas para ser fusiladas de preguntas. La Giacci mira de nuevo el registro. Servanti. Francesca Servanti se alza del pupitre sorprendida. Aquel día no le tocaba a ella. Debía interrogar Salvetti, Ricci y Festa. Lo sabían todas. Va en silencio a la cátedra y entrega su cuaderno tratando de esconder su desesperación. En realidad, es bastante evidente. No esta preparada para nada. La Giacci recoge los cuadernos, los mete uno sobre el otro emparejando los bordes con las dos manos.

Bien, con ustedes termino el ciclo de interrogaciones, espero meter las notas de griego. Estudiaremos mas latino. Bueno, se los diré de una. Casi seguramente será esta la materia que saldrá

Gran secreto, piensa la mayor parte de la clase dentro de si mismo. Solo una chica tiene otro pensamiento. Silvia Festa. Como la Giacci no la llamo? Porque no la interrogaran a ella, en vez de a Servanti, como seria justo? Quizás la Giacci esta proyectando algo para ella? Su situación no es de las mejores. Tiene ya dos cincos y no es el momento de empeorarla. Igual, la profesora no puede nunca equivocarse. La Giacci no se equivoca nunca. Esta es una regla de oro de los Falconieri.

Silvia Festa quiere tener su tercera interrogación, que sobretodo la espera. Llama, sin hacerse ver, la atención de Babi.

Lo siento, no se que decirte. Según yo, deberías ser interrogada tu.

Que quieres decir? Que se equivoco la Giacci?

Quizás. Pero sabes como es. Mejor no decírselo.

Si, pero si no se lo digo no me dejan presentar los exámenes después.

Babi alarga los brazos. No se que hacer Se lamenta de verdad. Comienza la interrogación. Silvia se agita nerviosa en su pupitre. No sabe comportarse. Al final decide intervenir. Alza la mano. La Giacci la ve.

Si Festa, que pasa?

Lo siento profesora. No deseo molestarla. Pero creo que me falta la tercera interrogación. Festa sonríe tratando de hacer pasar el hecho de que la esta acusando de haberse equivocado. La Giacci resopla.

Veamos rápido. Agarra dos cuadernos para ayudarse en la búsqueda. Parece casi jugara batalla naval. Pero sobre el registro.

Festa Festa Aquí esta: interrogada el dieciocho de marco, naturalmente un menos. Satisfecha? De hecho revisa las otras notasno se si podrás presentar el examen.

Un débil gracias sale de la boca de Silvia. Prácticamente fue destruida. La Giacci con aire de suficiencia continúa interrogando. Babi revisa el diario. Dieciocho de marzo. Justo la fecha cuando Servanti fue interrogada. No hay dudas. La Giacci se tuvo que haber equivocado. Pero como lo puede probar? Es su palabra contra la de la profesora. Lo que significaría otra nota. Pobre Festa, tiene mala suerte. Si se queda todo así podría tener el año en juego. Abre las hojas de las otras materias. Dieciocho de marzo. Es un jueves. Revisa también las lecciones. Que extraño, ese día Festa no la interrogaron en ninguna materia. Quizás es solo casualidad, quizás no. Se estira en el pupitre.

Silvia.

Que pasa? Festa esta destruida. Se siente mal, pobrecita.

Me pasas tu diario?

Porque?

Debo ver una cosa.

Que cosa?

Después te lo digo pásamelo, anda.

Por un momento una luz de esperanza de enciende en los ojos de Silvia. Le pasa el diario. Babi lo abre. Va a las últimas páginas. Silvia la mira esperanzada. Babi sonríe. Se gira hacia ella y le regresa el diario. Tienes suerte! Silvia sonríe. Ahora esta mas segura.

De repente, Babi alza la mano.

Disculpe, profesora

La Giacci se voltea hacia ella.

Que pasa Gervasi? Tú tampoco fuiste interrogada? Hoy están fastidiosas muchachas. Que pasa?

Babi se alza. Se queda un momento en silencio. Los ojos de la clase están todos sobre ella. Sobretodo los de Silvia. Babi mira a Pallina. También ella, como las otras, espera curiosa. Le sonríe. En el fondo esta bien. La Giacci puso a propósito la tarea de Pallina entre las que tenían siete.

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