Era una caja de Pandora que Slim no estaba dispuesto a abrir, pero como la desaparición de Jennifer había precedido a los asesinatos en un año entero, había una gran posibilidad de que su secuestro hubiera sido un prólogo para un asesino en serie, una prueba, un intento de entenderse a sí mismo, a sus deseos y a sus capacidades antes de establecer el modo de actuar que mejor le fuera.
Le dolían ojos por una mañana dedicada a leer diversos tipos de textos, así que Slim tomó sus libros prestados y salió a la cálida luz del sol. Un río pasaba por el centro de Holdergate con parte de la orilla convertida en un bonito parque. En un extremo, la vía del ferrocarril asomaba entre los árboles antes de girar hacia la estación. Slim miró al sol brumoso y se preguntó de nuevo cómo los lugares más bonitos podían ocultar los secretos más oscuros.
Se sentó en un banco para tomar un bocadillo y un café, preguntándose cuál debería ser su siguiente movimiento. Podía considerar la posibilidad de que Jennifer fuera una víctima temprana del Estrangulador del Distrito de Peak o podía considerar otras opciones.
No se había encontrado ningún rastro de ella, así que la versión oficial (la de que había huido) podía ser la correcta. La gente lo hace continuamente. A veces se debe a un amante o para escapar de un cónyuge abusador. Otras veces era por razones financieras, escapando de algunas malas decisiones de negocios, una acusación o acreedores, tanto legítimos como de la calle. Luego estaban los que sufrían problemas mentales, que podían huir para escapar de demonios que solo ellos podían ver o incluso siendo inconscientes de que habían huido.
Además, estaban los que podrían literalmente haberse caído en un agujero.
Slim desplegó un mapa de la zona sobre sus rodillas. El área urbana había cambiado mucho, pero la línea del ferrocarril y muchos de sus alrededores permanecían iguales.
Dirigiéndose al este desde Holdergate a Wentwood, la vía hacía un arco gradual hacia el norte, curvándose alrededor de una pequeña loma llamada Parnells Hill. Wentwood se extendía alrededor de su borde norte y Slim marcó con una X la localización de la casa de Evans, al final de una calle recta y larga que llevaba al norte desde la estación.
Oficialmente, la distancia de Holdergate a Wentwood era 3,2 millas siguiendo el camino de herradura junto a la vía, de estación a estación. La casa de Evans estaba a otra media milla desde la estación, pero Jennifer podía haber atajado yendo fuera del camino, alrededor del borde oriental de Parnells Hill.
Entrecruzado por rutas de senderismo según el mapa, en la nieve podrían haber sido difíciles de seguir y, en todo caso, había un riesgo mucho mayor que el de simplemente perderse.
Parnells Hill era una cantera.
7
El viento imperceptible en el pueblo se hizo mucho más evidente cuando Slim estuvo en lo alto de Parnells Hill, recuperando el aliento por un ascenso extenuante hasta el mirador. Imaginando que un viaje de ida y vuelta de seis millas seguía siendo una cifra de un dígito y por tanto fácil de recorrer en una tarde cálida, había decidido cortar por lo sano y tomar el tren de la tarde de vuelta desde Wentwood, cuyas áreas urbanas más externas se extendían alrededor de la base de la colina.
Desde allí, además de una espléndida vista panorámica del distrito de Peak, podía ver la ruta exacta que podría haber seguido Jennifer, siguiendo un sendero señalizado que cruzaba el camino de herradura y giraba en torno a la base de Parnells Hill.
Había realizado él mismo la ruta, girando a mitad de camino para subir a la cumbre. Un agradable camino de hierba se había convertido en una dura subida, pero incluso en la parte más baja el peligro era evidente. Con el viento entre los restos de las obras de cantera ahora reclamadas por la vegetación local, había docenas de laderas rocosas, barrancos y riscos.
Para los adolescentes aventureros podía ser muy divertido trepar, pero ¿y si era el lugar de descanso final de una mujer que había tratado de caminar hasta casa en la nieve y había dado un paso en falso en un sitio erróneo?
Tras sentarse en un banco para recuperar el aliento, Slim sacó un papel de su bolsillo y leyó la información que había imprimido de un sitio web de datos históricos del tiempo. La nieve del día de la desaparición de Jennifer se había pronosticado, pero fue más abundante de lo esperado. Aunque era probable que Jennifer, como una persona local familiarizada con el clima de la zona, se hubiera preparado para ese tiempo, pudo haber querido llegar a casa lo antes posible. Podía haber caminado aprisa, incluso corriendo, aumentando el riesgo de una caída mortal.
Slim volvió hacia el camino principal y pasó un rato mirando los barrancos y riscos a lo largo del camino. Algunos estaban indicados solo por una cuerda a la altura de las rodillas, que podría no haberse visto con los veinte centímetros estimados de nieve que cayeron esa noche.
Un par de veces, Slim incluso se descolgó cuidadosamente por rocas del tamaño de un coche para llegar a huecos cubiertos de hierba escondidos desde el camino, mirando en espacios sombríos, apartando arbustos y zarzas en busca de cavidades lo suficientemente grandes como para contener un cuerpo.
No era que esperara encontrar algo, sino que estaba examinando la posibilidad de que un cuerpo pudiera haber permanecido sin descubrir.
De acuerdo con los artículos de los periódicos, se llevaron a cabo varias búsquedas de Jennifer durante los siguientes días. Aunque no encontraron nada salvo su bolso, se realizaron varias grandes batidas en el campo mientras estaba activo el Estrangulador, a menudo de cientos de voluntarios. Dos de los cuerpos se habían encontrado enterrados en fosas superficiales a un par de cientos de metros de una carretera importante.
Slim frunció el ceño y sacudió la cabeza. No era imposible que el cuerpo de Jennifer hubiera caído en algún lugar y hubiera permanecido sin descubrir durante más de cuarenta años, pero sin ningún animal capaz de arrastrar un cadáver humano era muy improbable.
Slim se levantó y miró a lo lejos. La empinada ladera se suavizaba, convirtiéndose en un terreno caótico de escoria enterrada bajo helechos y zarzas antes de que el páramo volviera a su ser.
Por supuesto, podía haber caído, pero no muerto. Podía haberse arrastrado por la nieve, desorientada, perdiendo las fuerzas lejos del camino.
Volvió a sacudir la cabeza. No podía descartarlo, pero definitivamente había otras posibilidades que resultaban más probables.
Encogiéndose de hombros, empezó a bajar penosamente hacia el sendero, dejando atrás todos los secretos que pudiera albergar una antigua cantera.
8
Gracias por atenderme.
El anciano se apoyó en su bastón y agitó su mano libre como para espantar una mosca.
No hay problema. Entre. Perdone el desorden. La asistenta no viene hasta mañana. Guiñando un ojo, añadió: Se limita a sentarse y beber té si no le dejo trabajo para hacer.
Slim siguió al anciano que cojeaba a un desordenado cuarto de estar. Había recuerdos de la policía en las estanterías y colgados de las paredes. Slim advirtió un par de condecoraciones por su valentía y reconocimiento por la ejemplaridad de su trabajo.
El anciano ofreció a Slim una silla y luego se sentó en un sofá reclinable, gruñendo mientras se hundía en el asiento, con las mejillas enrojecidas por el esfuerzo.
Me temo que ya no soy gran cosa dijo.
Slim asintió mirando la estantería más cercana, en la que había un par de fotografías enmarcadas en blanco y negro de un joven con uniforme de policía, junto a un casco en una caja de cristal y un par de medallas.