El pueblo, en minoría y neutral.
Los Lambertazzi, tal vez para apartar a los güelfos de la Romaña, incitaban a atacar Módena, mientras los Geremei incitaban a atacar Forlí y el pueblo se quedaba mirando a los dos bandos.
Bolonia finalmente decidió tratar de someter a Forlí. Así que los boloñeses organizaron un ejército regular para marchar contra la ciudad romañola, asediarla y someter las tierras de la Romaña a la Iglesia.
Esto hizo que los forliveses fueran conscientes del peligro que corrían y llamaron allí a Guido da Montefeltro, llamado «el Feltrano», un gibelino sin igual, que fue elegido capitán de los ejércitos de Forlí y se preparó para combatir contra los boloñeses.
En 1273 el ejército de Bolonia, listo para combatir, se puso en marcha a lo largo de la Vía Emilia hacia Forlí, para asediarla y hacerla capitular, pero la encontraron bien organizada y provista de numerosos militares.
Además, el ejército boloñés estaba también compuesto por güelfos y gibelinos y los forliveses aprovecharon durante el primer asedio para entablar amistad y llegar a acuerdos con los Lambertazzi gibelinos, que llevaron a futuras alianzas militares y políticas contra los Geremei.
Por eso los Lambertazzi impulsaban la paz, pero los Geremei impusieron unas condiciones de rendición inaceptables para los forliveses.
Ni siquiera Eduardo I de Inglaterra, pasando por la Romaña de vuelta de una cruzada en Tierra Santa, consiguió reconciliar a Bolonia y Forlí. Porque la eterna disputa no era entre las dos ciudades, sino entre güelfos y gibelinos.
Así que, finalmente, después de dos meses de asedio inútil, los boloñeses decidieron que necesitaban muchas más tropas para conquistarla y se retiraron sin haber producido ningún daño a Forlí.
Por el contrario, los forliveses aprovecharon esa retirada boloñesa para recuperar Faenza, que, tras la muerte de Federico II se había vuelto güelfa.
En este caso, salieron de la ciudad con la excusa de perseguir al ejército de Bolonia hasta Cosima, una localidad entre Forlí y Faenza. Los faentinos, viendo acercarse a los forliveses, cerraron las puertas para impedir la entrada, pero el Feltrano se había puesto de acuerdo secretamente con algunos gibelinos faentinos y, con la excusa de querer continuar su marcha hacia Bolonia, fingió querer acampar en la campiña faentina sin causar daño o gasto alguno a esas tierras, para no despertar sospechas.
Durante la noche, con la ayuda de la familia gibelina de los Acciarisi,
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Finalmente, Guido de Montefeltro eligió para Faenza dos alcaldes imperiales de Forlí
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La guerrilla civil boloñesa
Tras conocer la caída de Faenza en manos gibelinas, los boloñeses empezaron a temer que fuera un movimiento planeado por los Lambertazzi para acercar las tropas de Forlí a Bolonia.
Así que, al año siguiente, decidieron mandar de nuevo a la Romaña otro ejército encabezado por el Carroccio de Bolonia
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Mientras los boloñeses preparaban la partida con el ejército, los Lambertazzi, sin considerar las consecuencias de un gesto similar, decidieron con un golpe de mano atacar al alcalde de Bolonia directamente dentro de la ciudad antes de que saliera con el ejército, mientras los gibelinos de Forlí avanzaban desde Faenza hasta las murallas de Bolonia para ayudarlos.
Se inició de inmediato una guerra en la ciudad.
Las puertas de Bolonia se cerraron para impedir la entrada de los forliveses, pero cuando se desató una pugna entre los Lambertazzi y los Geremei, el pueblo abandonó su neutralidad y se alineó con los güelfos para expulsar a los gibelinos de Bolonia y los ciudadanos se dispusieron a atacar a los Lambertazzi dentro de la ciudad.
Los forliveses consiguieron entrar de todas maneras
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Entre abril y mayo de 1274 se inició así en Bolonia una guerra sin cuartel entre las dos facciones que duró casi dos meses.
Dentro de las murallas había güelfos y gibelinos reagrupados y divididos en barrios que se odiaban a ultranza.
En esos días ocurrió de todo. Hubo enfrentamientos entre ambas partes a todas las horas del día e incluso personas asesinadas durante la noche, que se hallaban en los fosos o flotando en las corrientes de agua a la mañana siguiente.
Bolonia estaba en vilo y parecía caer en manos de los gibelinos.
Finalmente, para no capitular, los güelfos boloñeses pidieron a los güelfos lombardos un gran refuerzo para apoyar a la ciudad.
Triunfaron los güelfos, mientras que diez notables de los Lambertazzi fueron capturados y encarcelados por un golpe de mano del alcalde de Bolonia, que con una excusa los había convocado para discutir su rendición.
Los Lambertazzi entendieron que no había nada que hacer y debían llegar a algún pacto para abandonar Bolonia.
Así que, en la mañana del 2 de junio de 1274, después de meses de guerra, en medio de un silencio irreal, un éxodo de doce mil gibelinos armados, con esposas, hijos y partidarios que los seguían, dejaron Bolonia sin que nadie osara detenerlos, dejando de golpe vacía casi media ciudad.
Tomaron la Vía Emilia en dirección a Faenza, ocupada previamente por los forliveses, que estaba preparada para acogerlos.
Los Lambertazzi exiliados en la Romaña
La larga fila gibelina, amargada, pero no derrotada, se dirigió a Faenza, que hacía poco se había desecho de los güelfos y estaba lista para acogerlos bajo las enseñas de las águilas imperiales forlivesas.
Algunos de ellos con esposas e hijos buscaron refugio estable en Forlí, pero el grueso de los gibelinos de Bolonia se alojó dentro de la recién conquistada Faenza.
Se pusieron bajo las órdenes del capitán de Forlí, Guido de Montefeltro y empezaron a reorganizarse rápidamente para combatir de nuevo a los güelfos de Bolonia.
Los boloñeses, tras la violencia de esos hechos y la recuperación de fuerzas después de la expulsión de los Lambertazzi, se envalentonaron con la situación y decidieron organizarse para atacar de nuevo Faenza y Forlí, para derrotar a los gibelinos de la Romaña de una vez por todas.
Pero los gibelinos de la Romaña, aunque eran inferiores en número, eran más combativos y tenían un capitán militarmente muy capaz y muy pronto Bolonia y los güelfos lo descubrirían por sí mismos.
La captura del Carroccio de Bolonia
Al año siguiente, los boloñeses, creyendo que los Lambertazzi se estaban preparando para volver desde Faenza a Bolonia, decidieron anticiparse y alejarlos de la Romaña de una vez por todas.
Los boloñeses realizaron algunas correrías en los territorios de Faenza para probar la dureza de los gibelinos. Posteriormente decidieron reunir un ejército reforzado con güelfos procedentes de Lombardía, Imola, Cesena y Rávena.
Una vez reunidos, partieron y marcharon hacia Faenza para liberarla de los Lambertazzi y tener un bastión desde el que atacar Forlí.
Los forliveses y los Lambertazzi, al saber esto, dedicaron todos sus esfuerzos en detenerlos.
Armaron un considerable ejército gibelino y se dedicaron a reforzar las defensas de Faenza y Forlí, mientras Guido de Montefeltro conseguía reunir un grupo de valiosos comandantes gibelinos con sus correspondientes tropas provenientes de diversas partes de Toscana y Romaña.
Llegaron bajo las enseñas gibelinas Guglielmo de los Pazzi de Valdarno, comandante de los toscanos exiliados, Maghinardo Pagani de Susinana, un tal Guido Novello y sus hijos, Bandino, Tancredo, Ruggiero y Tigrino de los condes Guidi, señores de Modigliana con sus gentes, a los que se unieron los forliveses Aliotto Pipini, Superbo Orgogliosi y Teodorico Ordelaffi