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---La cuestión es un poco más compleja, Eminencia...
---Explicádmela.
---Estos, a diferencia de otros, ya han rechazado elegir como patrona a la Santísima María Virgen de la Candelaria, diciendo que su patrona es una antigua sacerdotisa llamada Livia Drusila, Divina Augusta
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---¿Sal sagrada? ¿Divina Augusta?
---Sí, Eminencia, esas salinas fueron fundadas por Livio Salinatore, un antepasado de esta Livia Drusila y todavía hoy suelen mandar la sal desde este sitio, con una procesión sagrada hasta esa ciudad para las fiestas en honor de ella.
---¿Y cómo pueden entonces creer en estas cosas después de tantos siglos? ---rio un poco el papa.
---Bueno, Eminencia, debéis saber que esta Livia Drusila no era una sacerdotisa común, sino la esposa de Octavio Augusto y, en Forolivia, algunos todavía la recuerdan como tal y la tienen por protectora, aunque en parte lo ocultan ---respondió el historiador pontificio.
---¿Cómo habéis conseguido saber todo esto?
---Lo he sabido por un fraile de una orden religiosa particular fundada en Rávena por el emperador Otón III hace dos siglos, muy amigo de Geremia Gotto y Guido Bonatti.
---¿Geremia Gotto y Guido Bonatti? ¿El patarino armado
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---En persona, Excelencia, y ambos se encuentran en Forlí en las filas gibelinas al servicio de Guido de Montefeltro.
---¡Oh Cielos! ¿El capitán excomulgado de los gibelinos?
---Sí, Excelencia.
---¡Pero están todos locos!
---Efectivamente, Excelencia, son un poco especiales.
---Habéis hablado también de una orden religiosa fundada por el emperador Otón III en Rávena. ¿De qué orden religiosa habláis? ---preguntó el papa.
---En Rávena, Otón III fundó un grupo religioso con prácticas y creencias que todos ellos parecen seguir todavía hoy.
---¿Qué prácticas y creencias siguen?
---Parecen afirmar la reencarnación y la preexistencia de las almas.
---Ah, vaya. Herejía gnóstica.
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---Podría ser. Otón III fue aquel joven emperador que hace dos siglos afirmaba haber sido Carlomagno y que nombró un antipapa llamado Silvestre II para hacerse reelegir como Constantino Magno, heredero legítimo del imperio romano ---respondió el historiador.
---¿Carlomagno, Constantino? ¿Queréis explicarme mejor qué cosas combinó? ---preguntó el papa.
---Cierto, Excelencia. Otón III, en torno al año mil, entró en la catedral de Aquisgrán, indicó un punto en el pavimento, luego tomó un pico, se puso a cavar el suelo y encontró en un subterráneo el cuerpo de Carlomagno todavía intacto, sentado en un trono, vestido y ataviado como un obispo, con el Evangelio en una mano y el bastón de mando en la otra.
---¿Y por qué hizo eso?
---Porque decía ser su reencarnación y que había vuelto para recuperar su puesto de emperador del Sacro Romano Imperio.
---¿Y luego?
---Tomó la tiara de obispo que Carlomagno tenía en la cabeza y se la puso, luego tomó el bastón de mando y dijo que había vuelto para gobernar.
---¿Y después? ---preguntó cada vez más incrédulo el papa.
---Después, aún insatisfecho, fue a Rávena y fundó este grupo religioso particular y nombró antipapa al obispo de Rávena, con el nombre de Silvestre II, para que lo coronase emperador, igual que el papa Silvestre había coronado a Constantino emperador de los cristianos, en los tiempos de la antigua Roma ---explicó el historiador.
---¿Y por qué motivo hizo una escena de ese tipo?
---Para hacer creer que era la reencarnación también de Constantino y recuperar la autoridad que consideraba de su propiedad, es decir, los territorios que la iglesia estaba tratando arrebatar al imperio, gracias a la donación de Constantino.
---¿Entonces este dijo que era la reencarnación de Carlomagno y Constantino para recuperar la autoridad en las tierras del Sacro Romano Imperio? ---exclamó el papa.
---Estos, Santidad.
---¿Estos qué?
---También Federico Barabarroja y Federico II volvieron a exhumar el cuerpo de Carlomagno y proclamaron algo similar. Y yo apostaría a que esa tradición se ha transmitido también al astrólogo Guido Bonatti y al fraile Geremia Gotto.
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---Pero estos están todos locos.
---Ya os lo he dicho, Excelencia, que eran un poco especiales ---concluyó el historiador.
Los enfrentamientos entre güelfos y gibelinos en la Romaña
¿Pero por qué la Iglesia quería la Romaña?
¿Qué había pasado entre el papado y los emperadores en esos tiempos?
Demos un salto atrás de varias décadas y echemos una ojeada a una crónica de la época.
La Romaña de 1200
Aunque casi cinco siglos antes la Romaña fue donada a la Iglesia por Pipino, rey de los francos,
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nunca fue completamente propiedad de la misma. Por eso a menudo muchos lugares de la Romaña fueron partidarios del imperio y hacia la mitad del siglo XIII Gregorio IX trató de recuperarla por las armas. Por tanto, por las discordias que el emperador Fedrico II tenía con la Iglesia,20
también los romañoles se dividieron en güelfos y gibelinos, como pasó en el resto de Italia.Los forliveses siguieron obedeciendo las leyes del imperio, mientras los habitantes de Faenza y Rávena lo hacían a las de la Iglesia.
Forlí, antiguamente llamada Forumlivii, en particular, era una de las ciudades más gibelinas de Italia y no fue casualidad que Guido Bonatti, uno de los mejores astrólogos de su tiempo, aun habiendo nacido en Florencia, pidió y obtuvo la concesión de la ciudadanía de Forlí, al considerar ese lugar como el último con tradiciones imperiales que quedaba en el mundo después de la caída del antiguo imperio de Roma, por motivos que pronto descubriréis.
Cuando en 1240 murió Pietro Traversari, jefe de los güelfos de la Romaña y señor de Rávena,
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Rávena cayó y se rindió en menos de una semana.
Entonces llegó el momento de Faenza para rendirse, pero la ciudad, creyendo que las fuerzas de Federico II eran insuficientes para hacerla capitular, no se rindió y el emperador la puso bajo asedio.
El asedio de Faenza
Faenza resistió siete meses, enfureciendo al propio Federico, dado que años antes ya la había conquistado y esta había pactado con él.
Además, Federico II se quedó sin oro ni dinero durante el asedio y tuvo que recurrir a la ayuda de los forliveses para expugnarla, requiriendo incluso la emisión por Forlí de augustari
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Así, después de haber conquistado Faenza, Federico II quiso arrasarla hasta los cimientos y eliminarla de la tierra, de modo que los faentinos, derrotados, no conseguían aplacar su furia de ningún modo y empezó a desmantelarla por medio de escuadras de gastadores.
Los faentinos, sin saber qué más hacer, se dirigieron también a sus vecinos enemigos forliveses, rogándoles que intervinieran e intercedieran ante el emperador para detener los estragos que estaba haciendo en perjuicio de su ciudad.
Los forliveses atendieron las súplicas de ayuda de los faentinos y formaron una delegación para interceder ante el emperador y detener la destrucción de Faenza.
Federico, no sin objeciones y protestas contra los faentinos, a quienes consideraba traidores,
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Así las dos ciudades, hasta la muerte de Federico, se convirtieron en dos municipios reunidos en un pequeño estado gobernado por las mismas leyes imperiales y defendido por los mismos ejércitos.
Además, Federico concedió a los forliveses, por su fidelidad, el águila negra en campo de oro
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Pero cuando Federico II murió en la Apulia en 1249 cambiaron muchas cosas, sobre todo en los años siguientes, cuando Carlos de Anjou derrotó en Benevento en 1266 al hijo de Federico II, Manfredo.
Así, los güelfos, expulsados de Florencia unos años antes, tras la derrota de la batalla de Montaperti, empezaron a recuperar fuerza en Florencia y Bolonia. En esas ciudades se inició una batalla contra el predominio de los gibelinos que se extendió brevemente a toda la Romaña, con el apoyo de la Iglesia, que reivindicaba esas tierras como suyas.